lunes, 16 de abril de 2018

SOBRE LA MASONERÍA Y LOS TEMPLARIOS

 
Son muchas las opiniones sobre el origen de la Francmasonería. No tenemos pretensión en pronunciarnos absolutamente sobre este asunto; pero creemos necesario satisfacer la justa curiosidad de los jóvenes mas.·. en este punto; hemos querido presentarles un resumen histórico que les diese una idea de la antigüedad, de la universalidad y de la importancia filosófica de la institución, preocupándonos lo menos posible del espíritu sistemático que ha guiado a la mayor parte de los autores, y siguiendo tanto como nos sea dado las antiguas tradiciones que la historia de los pueblos y el establecimiento de las religiones y de la filosofía parecen apoyar y confirmar.

Entre todas las opiniones de la masonería,  la más importante de combatir, aunque haya sido adoptada ligeramente por algunos autores masones, es aquella que hace descender a nuestra institución de los Templarios, porque es muy importante advertir a los adeptos contra un error que puede tener las mas graves consecuencias, cuando se reflexiona que este origen es justamente aquel que todos los enemigos de la Francmasonería han pretendido atribuirle, con el objeto de excitar el fanatismo religioso de los pueblos ignorantes o crédulos e irritar las susceptibilidades de los gobiernos contra una institución inocente, que trataron de presentar entonces como enemiga de la religión, de las leyes y de los soberanos.



Los autores que hacen descender la masonería de los Templarios, le dan por fundadores a los caballeros que habiendo logrado salvarse de Francia en 1307, se refugiaron en Escocia, en donde fueron bien acogidos por el rey, y recibidos con todas las consideraciones que merece la desgracia por los hh.·. mas.·. organizados ya en la capilla de Santa María, desde el año 1298.

Este hecho no prueba más que una cosa, y es que, antes de la llegada de las templarios a Escocia, había francmasones organizados en corporación o en sociedad, desde hacía ya varios años. Será suficiente consultar la organización de esas corporaciones de hh.·. mas.·. en Escocia, para convencerse de que ella era absolutamente la misma que la de la cofradía de los mas.·. de York, de la cual, en la carta del año 926, con sus leyes y reglamentos, se hace un relato incontestable e histórico.

Podremos hacer una objeción: que la introducción de los Templarios entre los mas.·. de Escocia ha podido contribuir a alterar profundamente los dogmas y prácticas de los mas.·.

Pero la observación de los hechos viene, por el contrario, a destruir victoriosamente esta objeción, pues es probado que esas corporaciones han conservado intacta su organización primitiva y sus leyes hasta el  año de 1649, época en que Elias Ashmole reedificó sus rituales, hasta en el año 1717, época en que la francmasonería filosófica moderna fue definitivamente constituida en Inglaterra.





 
Si fuese verdad que el sistema templario hubiera invadido a la masonería y a la vez fuesen verídicas las épocas designadas por los autores, partidarios de esta afiliación, es evidente que las alteraciones o modificaciones sensibles se hubieran manifestado entre las corporaciones de este modo transformadas; pero nada de esto ha tenido lugar, y no se encuentran más señales que las que existen en la imaginación de aquellos que, al principio del siglo XVII, tuvieron la vanidad de prestar a nuestra institución un origen noble y caballeresco, idea de la cual se ampararon de pronto los Jesuitas, que pensaron poder alcanzar, por este medio, el dirigir la Orden Masónica, o el desacreditarla, así como lo demuestran muy claramente los h.·. Fessler y Bonneville.

No podemos menos de reconocer aquí, que es verdad, que varios altos grados presentan, en ciertos puntos, alguna apariencia templaría, pero no debemos por esto concluir que la masonería sea templaría; pues ciertas formas en los grados simbólicos nos autorizan a llamarla judía. Además, no debemos perder de vista que todos los altos grados son de creación puramente moderna, y que sin embargo de su denominación de Gr.·. Escoceses, ellos no han sido conocidos ni practicados en Escocia sino mucho tiempo después de haber sido conocidos y practicados en la América del Norte, en Francia y en Alemania, así como lo prueba la declaración solemne de la Gran Logia de Edimburgo, que, respondiendo a la circular del Nuevo S.·. C. Charlestown, decía, en 1803:

 
"Un número igual de gr.·. no puede inspirar sino el más profundo desprecio por la m.·. esc.·. que no los reconoce, queriendo sólo conservar siempre su rito según su simplicidad primitiva."
 
También en 1836 la G.·. L.·. Escocesa declaró formalmente, en sus Reglamentos : "que ella no practica ningún otro grado de mas.·. sino los de Ap.·. Comp.·. y M.·., llamada masonería de San Juan."

En resumen, querer establecer comunicaciones entre un orden militar y religioso, como el de los templarios, y una institución pacífica como la mas.·. es el cúmulo del ridículo si los templarios u otra Orden caballeresca parecida viniera a presentarse de nuevo sobre la escena pública, es cierto o seguro que la mirarían como a los exhumadores del último caballero errante cantado por Cervantes, ese inmortal genio que, en el siglo XVI, supo pintar una época que concluía.

Los hh.·. mas.·. no descienden, pues, de los Templarios, pues no tienen nada de común con ellos, y si los primeros les dieron hospitalidad a los segundos en la época en que fueron tan cruel y tan injustamente perseguidos, si ellos los han recibido, aceptado o afiliado en su seno, hicieron lo mismo que hacen hoy en día los hh.·. mas.·. modernos, recibiendo o iniciando en sus misterios a los Judíos, a los musulmanes, etc., sin que por esto admitan sus dogmas religiosos, ni alteren ni modifiquen en nada las doctrinas de la Orden.
 
El artículo tres de las leyes fundamentales de la Carta de York, del año 926, había ya concedido en principio lo que sigue: "debéis ser servibles, hacia todos los hombres, y ligaos en amistad fiel con ellos todo lo que podáis, sin inquietaros a qué, religión u opinión ellos pueden pertenecer", acogiendo a los Templarios perseguidos en el año 1307, ellos no han hecho más sino poner sus preceptos en práctica.

La razón de esta conducta, inspirada por la tolerancia, es bien simple; si la mas.·. profesa una moral religiosa, ella no es por esto ni jamás ha sido considerada como una institución religiosa. Las logias no son iglesias, los masones no son ni curas, ni frailes, ni teólogos, es, pues, un absurdo el hacerlos herejes ni impíos, sobre todo cuando saben bien que la orden masónica lejos de buscar el entrar en lucha con los Estados, y la Religión, prohíbe, por el contrario, todas las discusiones políticas y religiosas asambleas de sus LL.·.

No nos revelamos aquí contra los diversos sistemas históricos en mas.·. pero podemos con toda seguridad decir, con el h.·. Bonnevillo, "que la relación inmediata de los masonería fr.·. y acc.·. con el orden antiguo de los Templarios no es más que una quimera."
 
Y si hemos insistido sobre este punto, es porque nos parece que debemos evitar servir, aunque indiferentemente, a favorecer las miras de nuestros adversarios, dándoles motivos a los pretextos de crítica para la propagación de opiniones vagas y erróneas sobre nuestro origen y nuestra historia, porque esto es proveer un alimento mayor al fuego del error y de la mentira.

Que las doctrinas de los filósofos y de los antiguos iniciados hayan sido esparcidas en Europa por algunas de las cruzadas a su vuelta del Oriente, es lo que no se puede poner en duda, puesto que la influencia de ese gran hecho histórico se hizo sentir por todas partes, en las ciencias como en las artes, en la filosofía y en la poesía; siendo tal vez en esos manantiales de donde Dante parece haber sacado sus sublimes inspiraciones, y en donde los arquitectos de la edad media parecían haberse inspirado; pero no pueden atribuirle, como lo hacen algunos autores, el origen de la masonería, que existía antes de esa época y que no parece haberse revestido de un carácter distinto de aquel que ella tenía antes, puesto que en el siglo XVIII tomó el carácter filosófico, espiritualista y verdaderamente universal que la distingue eminentemente hoy en día de todas las instituciones o sociedades secretas.

En nuestra opinión las mas.·. es la humanidad creciente, desarrollándose y progresando libremente a través de los siglos, sin otros medios que aquellos que saca de los lazos de amor y de moral universal, que la ley natural impone a todos los seres racionales como un deber. Y considerando de este modo a la masonería es, como hemos podido estudiar todos los sistemas históricos, y darnos cuenta de las diversas transformaciones que ella ha sufrido, sin detenernos en una época determinada, ni admitir en su marcha los tiempos de interrupción que no nos parecen conciliables con su objeto.
 
Tal es la regla que hemos seguido en el corto resumen histórico contenido en los Estudios que anteceden.
   
 
 

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