miércoles, 31 de enero de 2018

.·. LOS TRES PUNTOS MASÓNICOS .·.


Los tres puntos masónicos constituyen el más simple y perfecto emblema del ternario, es decir, todo el ser, idea o fuerza simbolizados por el número Tres.

Tres es Dios, vida, verbo, luz. Esto es lo que expresa la palabra trinidad: el padre, el hijo y el Espíritu Santo. El Padre es la vida y representa el poder, la fuerza la expansión. El Hijo es el verbo, la palabra creadora, la forma de lo que existe. El Espíritu es la luz, no es la substancia, el ser representado por el Padre, ni la inteligencia en forma activa representada por el Hijo, sino es la producida por el Padre Infinito y por la Inteligencia Infinita en acción, es, por lo tanto, infinita también.

El 3 es el equilibrio perfecto entre la vida, el verbo y la luz.

Escogiendo ese símbolo, junto con la escuadra y el Compás como distintivo de la Orden, los primeros masones dieron prueba de profunda sabiduría y del conocimiento del valor oculto de sus significados. Los tres puntos sintetizan admirablemente la Unidad, la Dualidad y la Trinidad, esto es, el grandioso misterio del origen de todos los seres.

Esos tres puntos están armónicamente juntos como Unidad en Oriente, como Dualidad en Occidente y como Trinidad en las Tres Luces de la Logia, en las Luces Mayores y en las tres Luces Menores del Altar, en las herramientas que son necesarias para comprender esas verdades que adornan nuestras logias.

El punto superior, que está hacia lo alto, representa el primer Principio de lo Absoluto, de lo Único, es el Gran Arquitecto en el cual existen originalmente todas las cosas. Es la Suprema Realidad invisible que produce todos los seres. En él están resumidos el pasado, el presente y el futuro. Los dos puntos inferiores son la imagen de la Dualidad, los mismos dos principios representados por las dos columnas situadas a la entrada del Templo y de cuya reunión resultan todos los fenómenos del Universo.

Cada uno de ellos es un aspecto diverso del punto superior, de la unidad primera y originaria, que es siempre indivisible aunque se muestre en esa doble manifestación.

El punto superior corresponde al Oriente y los dos inferiores al Occidente, pero los tres forman uno solo. Uniendo esos tres puntos tendremos un triángulo equilátero, símbolo perfecto del equilibrio y de la verdad que resultan del conocimiento de la vida, del verbo y de la luz.

Cuando el neófito ve en Oriente el Delta Luminoso, ve el emblema del ser, de la vida, en el centro del cual están las letras que forman el nombre sagrado de Aquel que ES, que existe porque SI, el Eterno, cuando el iniciado abre sus ojos a la Luz de la Verdad, no encuentra en el Templo nada que se relacione simbólicamente con el número UNO, porque nada de lo que es sensible puede representar la unidad. Nosotros solamente podemos percibir la diversidad, la complejidad. Nada es simple en la naturaleza, todo es complejo.

La unidad reside en lo íntimo de cada ser. Todo ser pensante tiene la íntima convicción de que es UNO, de que es una unidad, aunque esté formando complejamente por innumerables partes. Todos nosotros sentimos claramente que somos UNOS, que en nuestra manera de pensar, sentir y actuar procedemos como única persona.

Los tres puntos son también para el masón el símbolo de lo justo, de lo bello, de lo verdadero, emblemáticamente representados por las tres luces del candelabro que está sobre el trono del Venerable Maestro.

El neófito debe enorgullecerse de poder agregar a su firma los famosos tres puntos que representan también tres cualidades indispensables al masón: sabiduría, voluntad e inteligencia.

Esas cualidades son absolutamente inseparables y deben existir en equilibrio perfecto en el masón. Sí no hay armonía en esas tres cualidades tendríamos un ser monstruoso. Si él fuera solamente voluntad, será un bruto repleto de energía, pero sin amor, sin inteligencia, pues la sabiduría implica el amor y el conocimiento. Sí fuera solamente inteligencia, sería un egoísta, un inútil, pero solamente cuidará de sus intereses, despreciando todo lo que no satisface a su orgullo. Pero sí fuera solamente sabiduría o amor, sería también estéril, porque sus grandes y generosas aspiraciones no serían puestas en acción por la voluntad ni controladas por la inteligencia y por la razón. En conclusión, el verdadero masón es el que posee el equilibrio, cuya armonía está representada por los famosos tres puntos: Sabiduría, Voluntad e Inteligencia.

El Ternario es también motivo de profundos pensamientos para el iniciado, porque representa el nacimiento, la vida y la muerte, siempre presentes en el espíritu del masón que así tendrá por norma en su vida el recto cumplimiento del deber. Simboliza la infancia, la juventud y la vejez, tres fases terribles de la vida humana en la que el hombre tiene diferentes obligaciones que cumplir y para las cuales deberá estar preparado. No olvidemos la familia: Padre, Madre e Hijo, trinidad perfecta cuyo equilibrio y cuyo desequilibrio será fatal para la colectividad humana.

Simbólicamente el Maestro de la Virtud expiró a las tres horas de la tarde, después de 33 años de vida. Tres son los enemigos siempre presentes que procuran devorar al verdadero masón, la profanidad, la superstición y la carnalidad. La primera escarneciendo los misterios de la Orden, la segunda invirtiendo el sentido de nuestros símbolos y la última volviendo al hombre semejante a los animales e incapacitándolo para los pensamientos elevados y nobles.

El Maestro de la Virtud sufrió tres violentas caídas en su marcha hacia el Calvario, a fin de mostrar a sus secuaces que el hombre, aun el más perfecto, no resistirá el peso de su cruz si no cuenta con el auxilio y la ayuda de sus hermanos. Eso viene a probar la necesidad de nuestra más completa unión para que podamos servir de cirineos los unos a los otros.

Los tres puntos recuerdan al masón que él está formado de elementos animales, vegetales y minerales y que para conservar el equilibrio de su naturaleza no debe olvidar que entre el mineral y el animal hay un intermedio indispensable, el vegetal, que debe predominar en su alimentación y en su vida, para que pueda gozar de salud y de equilibrio mental. Los tres puntos enseñan al masón que debe ser un hombre con Fe, un hombre con Esperanza y un hombre con Caridad. Fe en la eterna supremacía de la Verdad. Esperanza en el cumplimiento de las leyes supremas que rigen al Universo y Caridad en el amor para sus hermanos, hijos del mismo Padre Supremo, originados del mismo Principio Creador.

Los tres puntos nos recuerdan también que el masón es un constante protector de la mujer que es Madre, Esposa e Hija, representando los tres estados de su paso por el mundo y sirviendo siempre a la creación, formación y sustentación de la raza humana.

Recuerdan también las tres razas fundamentales de la humanidad: la blanca, la negra y la amarilla, que a pesar de su conformación diferente, expresan también la unidad fundamental del ser humano, proveniente del mismo Principio Creador, resultado del mismo poder cósmico que circunda el Universo.

Estos tres puntos también nos recuerdan la flaqueza humana, que uno de los discípulos del Maestro de la Virtud, Pedro, lo negó tres veces jurando hasta que no le conocía; así tendrá el masón la certeza de que por grande que sea ésta no podrá nunca confiar totalmente en la naturaleza humana que está sujeta a innumerables flaquezas, debiendo por esto fortificar constantemente su voluntad y su virtud.

Los tres puntos nos recuerdan constantemente los deberes que tenemos para con Dios, para con nuestros semejantes y para con nosotros mismos. De aquí se desprende el código moral de nuestra vida que así será siempre digna y correcta, pues El es el moderador del hombre virtuoso, bueno y prudente.

Y así llegamos al final de esta breve pieza de arquitectura sobre uno de los más extensos símbolos de nuestra Augusta Institución, pero siempre recordemos que ellos nos enseñan la totalidad de nuestros deberes y a si mismo tiempo la gloria de nuestra vida de masones.

Tres logias formaron en los tiempos modernos la primera Gran Logia y dieron origen a todo el mundo masónico de la actualidad. Los tres puntos son, por lo expuesto, un emblema maravilloso, capaz de ejercer sobre nuestros espíritus la más fascinante atracción, elevando nuestro pensamiento hacia la Tríada Suprema que sustenta el Universo.

 

martes, 30 de enero de 2018

SÍMBOLOS, EMBLEMAS Y ALEGORÍAS


La alegoría es la voz de la sabiduría. Los símbolos y los emblemas fueron el lenguaje primitivo de los pueblos orientales, y su origen solo expresaban la imagen simple de la calidad de las cosas.
 
Mas tarde llegaron a encerrar las mas grandes concepciones. Creación, divinidad, dogmas, doctrinas, creencias, ciencias, artes, todo lo abarcaron; y el lenguaje simbólico y emblemático, pasando a ser patrimonio de los sacerdotes, de los sabios, de los poetas y de los artistas, fue sagrado en todos los pueblos.
 
Así las palabras símbolo, emblema, alegoría, jeroglífico, etc., cuya significación viene a ser análoga en el sentido mas lato, son la expresión de las ideas representadas por medio de imágenes. Pero conviene advertir, que el símbolo representa algo más grande que el emblema, que solo tiene una expresión simple y determinada; que la alegoría es la exposición de un objeto por medio de figuras, lo que la ha convertido en lengua universal para los artistas, y que los jeroglíficos son caracteres simbólicos de los que se sirvieron los hombres de la antigüedad, y muy señaladamente los sacerdotes egipcios, para expresar los misterios de su religión y los secretos de su ciencia y de su política.
 
Los símbolos y los emblemas, serán siempre objeto de gran veneración para los Francmasones reflexivos, porque bajo su velo metafísico se perpetúa y se encuentra el criterium del dogma filosófico de la Institución; y porque cada figura simbólica o emblemática de las que se ofrece a su vista en los templos consagrados a la Francmasonería, es imagen de una verdad luminosa, cuyo desarrollo científico les conduce al conocimiento exacto de los principios morales que esta atesora.

Desgraciadamente no todos lo comprenden así, y el simbolismo es objeto de discusión; y no faltan escritores quienes, calificándolo de pueril y de superfluo, hayan abogado por su completa abolición. Esto sería la muerte de la Institución; y considerándonos en el deber de poner en guardia a los jóvenes iniciados para que puedan precaverse de los perniciosos efectos de esta funesta propaganda, trasladamos a continuación algunos párrafos de los Estudios Filosóficos del hermano Dareres, en los que este ilustre escritor trata magistralmente esta cuestión.

 
«Algunos Masones ilustrados, dice, pero seducidos por el falso brillo de la ciencia profana, imaginan que los símbolos y emblemas carecen de solemnidad y que no tienen ningún alcance social, y por tanto, quisieran borrar su lenguaje sagrado del código masónico, porque, en su concepto, para colocar la Francmasonería a la altura del siglo, es preciso nacionalizar su lenguaje y encaminar su espíritu por la vía ascendente que han trazado las ciencias y las artes a las inteligencias contemporáneas. Esto son errores peligrosos que es necesario combatir. Una Institución fundada sobre los principios eternos de la ley natural, no puede cambiar ni alterar su doctrina, porque la verdad que emana del seno de Dios no tiene más que una manera de expresarse y de proceder a su enseñanza.
 
Por tanto, para que esta doctrina no se halle sujeta a falsas interpretaciones o a  excentricidades heréticas, tiene necesidad de una lengua universal e inmutable, tanto en su forma y en el fondo, como en las figuras y en lo que éstas expresan. El sentido oculto y problemático de las palabras ha sembrado en todos tiempos la confusión y el desorden en el mundo, haciendo abandonar al género humano el camino de la razón y de la verdad.
 
Los cristianos de Oriente y del Occidente discutieron y se batieron fieramente durante cuatro siglos, por cuestión de cinco o seis palabras que no comprendían ni los unos ni los otros; y durante cuatro siglos los mas fuertes degollaron a los mas débiles, sin mas razón que esta absurda sentencia: "Dios lo quiere".
 
La lengua simbólica es una e indivisible, y como se atiene a la naturaleza y a las propiedades anteriores y exteriores de las cosas, no puede cambiar la significación de sus figuras y de su expresión sin destruir al mismo tiempo su propiedad distintiva.
 
Las lenguas nacionales distan mucho de ofrecer las mismas ventajas, y cambian sin cesar, a consecuencia de los abusos que cometen ciertos escritores y degeneran en una corrupción tal, que apenas dejan al talento y al genio la facultad de darse a comprender.

Por otra parte, ¿acaso en una lengua hermosa y rica como la española, la francesa o la italiana, no es todo figurado en ellas? En un período de veinte palabras, ¿se encontrarán por ventura cinco que no tengan un sentido figurado? ¿Las metáforas, las hipérboles, las metonimias, de las que tan frecuente uso hacen nuestros poetas, no son en pequeño lo que los símbolos en mayores proporciones? ¿En qué consiste la diferencia? Pues sencillamente, en que los tropos no expresan más que una idea, mientras que los símbolos forman un cuadro representando todas las ideas de un objeto.
 
La lengua simbólica y emblemática no ha perdido nada de sus ventajas naturales, y es siempre la lengua de las altas concepciones de la inteligencia. El arte, dice Simónides, es un pensamiento mudo que nunca se reproduce mejor que por medio de imágenes; pero los pensamientos metafísicos, en los que descansan los dogmas religiosos y políticos, aquellos que el genio presta a la poesía, son también verdades silenciosas, y tienen necesidad de ser materializados, o sirviéndonos de una frase de Brebéuf, de adquirir cuerpo y color. Indudablemente que las palabras les dan un valor real, pero únicamente los símbolos tienen el privilegio de hacer que mientras hablan a los ojos revelen al espíritu todos los atributos de su naturaleza.
 
Una lengua universal, sigue diciendo Dareres, que lejos de corromperse, se perfecciona y enriquece a medida que envejece, es una ayuda preciosa para una Institución esparcida por toda la superficie de la tierra y que se halla dividida en pequeñas corporaciones independientes entre sí, porque por ella se conservan la unidad de la fe, la pureza de su doctrina, la ortodoxia de su ley, la homogeneidad de la enseñanza, y en fin, porque es el fluido eléctrico de la ciencia social que se comunica por todos partes con la misma fuerza, produciendo por igual también los mismos efectos.
 
Privar a la Francmasonería de su lengua sagrada, es despojarla de su fuerza directora y del soplo vivificador de su animación universal; es robarle todo el encanto que va unido a su creencia y las dulces esperanzas que le inspiran sus filantrópicos esfuerzos. Hay misterios en esta Institución que el espíritu debe saber comprender sin tratar de definirlos. Lo que es creencia y luz puede representarse por el símbolo, pero no explicarse por la lógica de las palabras. En esto es la fe la que quiere y la conciencia la que decide.
 
El símbolo del Oviathan de los Ofitas o los de Sephiroth, de los cabalistas hebreos, que encierran en un simple cuadro los atributos de Dios y sus propiedades espirituales, son imágenes grandes y sublimes que nos inspiran la admiración y el respeto, pero que nos imponen la humildad y el silencio.
 
¿Queréis evitar el necio examen de los indiferentes y de los impíos y no dar a una orgullosa filosofía los medios de utilizar vuestras doctrinas y de materializar vuestra fe?
 
Respetad el velo bajo el cual oculta la Naturaleza sus misterios, y contentaos con el lenguaje mudo que ella emplea para hablar a vuestra razón, mostrándose ella misma como un gran símbolo, como una imagen perfecta de una suprema Providencia. Permaneced, pues, siendo fieles a la lengua que se os ha dado para iniciaros a la obra eterna de beneficencia y de amor del G.·. A.·. D.·.U.·. »
 
De la religión de los magos y de los egipcios, el lenguaje simbólico pasó a la del Cristianismo; y cuando en los siglos III y IV estalló la división entre sus adeptos, por las discrepancias que se suscitaron acerca de los puntos fundamentales de su creencia, éste fue un auxiliar poderoso para los que se vieron perseguidos por el partido dominador.
 
Las diferentes sectas que surgieron del espantoso conflicto de las opiniones dogmáticas, se sirvieron también de este lenguaje para formular la enseñanza de su doctrina religiosa.
 
Entre ellas se encontraba la que había unido los antiguos ritos a la sublime moral de J. C. Esta era la única que perseguía la gran obra del perfeccionamiento intelectual de la especie humana; la que quería alcanzar la perfecta dicha por medio de la fraternidad. Eran los primeros Francmasones cristianos poco numerosos todavía, pero tenían gran saber y obraban como sabios. Su probidad y sus vastos conocimientos, les atraían el amor y la veneración del reducido número de hombres que aspiraban a que los pueblos llegasen a conquistar la mas venturosa independencia por medio de la adquisición de las luces y de la práctica de las virtudes. Sin embargo, la consideración que habían conquistado, lejos de proporcionarles una posición mas dulce y tranquila, les atrajo las iras de sus enemigos, que eran entonces los mas fuertes, y por consiguiente los más intolerantes.
 
Para sustraerse de esta tiranía incesante, y tanto más, odiosa, por cuanto era el resultado de una negra hipocresía, envolvieron sus doctrinas en las sombras del misterio, y a imitación de los antiguos sabios del Egipto, simbolizaron las verdades de la naturaleza y las virtudes morales, para hacerlas objeto de su culto y base fundamental de su enseñanza.

La Masonería simbólica así instituida permaneció pura de toda mezcla profana, y no conservó de las ciencias ocultas que habían invadido el Oriente, mas que lo necesario para velar su teología y ponerse al abrigo de una bárbara Inquisición.
 
Cuando las ignorantes y supersticiosas poblaciones de Europa, poseídas de un exceso de celo, que otros han calificado de espíritu de sabia política, fueron al Asia a guerrear contra los discípulos de Mahoma, aquellos de entre los cruzados que sentían el amor de las ciencias y que querían aprovecharse de las ventajas de la conquista para ilustrarse, se vieron obligados a aprender el lenguaje simbólico, que puede decirse que era la llave del tesoro científico de Oriente.
 
Por otra parte, las órdenes religiosas caballerescas, descontentas del yugo receloso y sombrío que la corte de Roma les hacia sufrir, no encontraron nada mejor para escapar a su escrutadora mirada, que familiarizarse con este lenguaje y encubrir el pensamiento político de sus estatutos secretos. De manera que cuando los cruzados regresaron a Europa, la lengua simbólica se esparció por todos los países y llegó a ser el idioma de los sabios.
 
Adoptados por los hermanos de la Sociedad de Juan (Francmasones), por ser la lengua natural que sus hermanos los cristianos de Oriente habían escogido para imprimir a la inteligencia el genio supremo que preside a nuestra augusta Institución, ha venido trasmitiéndose hasta nosotros con todo el esplendor y la frescura de la juventud, y cabe esperar que conserve intacta su belleza virginal, mientras que la Francmasonería subsista sobre la tierra.
 
 
 

lunes, 29 de enero de 2018

SOBRE EL INGRESO EN LA MASONERÍA


Para el ingreso de nuevos miembros en la Francmasonería, además de las condiciones que universalmente se exigen a los candidatos, se requiere que su admisión sea otorgada, mediante una información previa y minuciosa de sus antecedentes, y en virtud de varias votaciones especiales, sin que nunca pueda precederse á verificar la definitiva hasta que se haya evacuado la citada información.
 
Estas votaciones tienen lugar en el seno de la Logia en que deba tener lugar el ingreso, por sufragio de todos los Francmasones regulares que se hallen presentes en las sesiones en que esto se verifique.
 
De lo dicho se desprende: que todos los Francmasones regulares del mundo, en cualquier parte se encuentren, tienen el derecho de emitir su opinión y su voto, en todo lo que atañe á la admisión de los profanos en el seno de la Francmasonería. Y en tanto es así, en cuanto tienen el deber de dar conocimiento a la Logia interesada, de todos cuantos datos o antecedentes puedan tener referentes a los candidatos, y muy especialmente, de aquellos que por su índole pudieran ofrecer algún reparo al acto de su admisión o impedirla legalmente.

Este derecho es universal y común, porque desde el momento que un profano ha sido admitido e iniciado en una Logia, universal y común es el deber que se impone a todos los Francmasones de reconocerle y admitirle también como hermano y miembro de la gran familia masónica universal, y por tanto, de considerarle y atenderle como a tal, prestándole toda la ayuda y socorro que pueda necesitar.

Sin embargo, en algunos reglamentos generales, hemos visto desvirtuada esta clarísima doctrina, por consignarse en ellos, que únicamente se concede el voto deliberativo en las votaciones para la admisión de profanos, a los miembros activos de la Logia en que tenga lugar la recepción.

Si los cuerpos que así legislan confiriesen una iniciación tan restringida a sus afiliados, que solo pudiesen hacer valer los derechos que esta les otorga, entre los miembros dependientes de dichos cuerpos, diríamos únicamente, que esto constituiría en todo caso, una Masonería sui generis, para el uso particular y exclusivo de aquellos que la profesen, o que así la comprenden, que nada tendría de común, ni de afine siquiera, con la Francmasonería universal; pero como pretenden que los iniciados, de conformidad y con arreglo a esta legislación por las Logias de su obediencia, quedan investidos con el carácter de miembros de la gran familia y en posesión de todos los derechos que en tal concepto les son inherentes, de aquí que digamos, que tales disposiciones constituyen un privilegio inadmisible y una trasgresion manifiesta, que debe protestarse y rechazarse por todos los Francmasones regulares, en nombre del derecho consuetudinario por que se rige la Masonería universal.



domingo, 28 de enero de 2018

LOS GRADOS SIMBÓLICOS UNIVERSALES LLAMADOS DE SAN JUAN

 
La Francmasonería divide la enseñanza de sus principios y doctrinas en tres partes esenciales llamadas grados, y la desarrolla en tres clases o cátedras, dando el nombre de Taller a la primera y el de Cámaras a las otras dos.

Igualmente clasifica también a sus miembros en tres grados o categorías, distinguiéndolos con el nombre de la clase a que pertenecen.
 
Estos tres grados iniciadores por excelencia, los únicos que constituyen la genuina Francmasonería, y a los que se da el nombre de grados azules, simbólicos o de San Juan, son:
 
1.° Aprendiz.
 
Es el primer grado de la Francmasonería. El "período de ensayo" en las antiguas corporaciones duraba varios años, y sólo después de haber hecho sus pruebas era agregado o incorporado; de ahí el nombre de "Entered Apprentíce" que la Francmasonería inglesa ha conservado, y que se podría traducir por "Aprendiz registrado".
 
El delantal del Aprendiz está hecho con piel de cordero, blanca, símbolo de inocencia, y debe llevar el reborde levantado (pues no sabe todavía trabajar) a fin de protegerse.
 
Desde el día de su iniciación comienza "a trabajar la piedra bruta"; lo que el Rito Escocés Antiguo y Aceptado simboliza poniéndolo en la mano el mallete para que golpee simbólicamente los primeros golpes destinados a desbastarla.
 
Los útiles que la Masonería le confía son la regla de 24 pulgadas, el mallete y el cincel. Cada uno de estos útiles comporta una utilidad constructiva propia, pero la Masonería moderna al no construir ya edificios materiales, le aplica un segundo sentido, que es esotérico. Cada útil tiene una significación moral que le es explicada en el rito de la "presentación de los útiles".
 
En la Logia los Aprendices se sitúan al lado de la columna del Norte, frente a la del Sur La Regla engendra la línea recta, dirección de nuestra conducta.
 
El Cincel simboliza las ventajas de la educación. Sostenido con la mano izquierda debe ser aplicado sobre la piedra bruta a fin de trabajarla. Pero para que este trabajo sea eficaz es indispensable que el útil complementario, el mallete, sostenido con la mano derecha, golpee la cabeza del cincel de forma correcta. Caso contrario el mallete sólo no sería otra cosa que un instrumento de destrucción, impropio, sin el cincel para transformar la piedra bruta en piedra cúbica.
 
La significación alegórica y moral de lo que precede es: el trabajo del hombre sobre sí mismo para realizar su propia perfección, trabajo difícil y duro, pero que la Francmasonería tiene por fin facilitar poniendo en las manos del que quiere intentar sinceramente este accésit los "útiles", es decir, las enseñanzas y los ejemplos necesarios.
 
2.° Compañero.
 
El grado de Compañero es el segundo de la Francmasonería simbólica. El Compañero, se podría decir alegóricamente que es el obrero cualificado. Mientras el Aprendiz trabaja con el reborde de su delantal levantado, pues todavía está en fase de aprender el oficio, el Compañero lleva un delantal cuyo reborde está bajo (sin levantar).
 
Sus útiles, en el Rito Emulación son la escuadra, el nivel y la plomada. En el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, el cincel, el mallete, la regla, la palanca y la escuadra. Estas variantes de un Rito a otro son de hecho sin importancia ya que para repartir los útiles entre los tres grados, los ritualistas no han seguido un orden estricto.

La escuadra es la segunda de las tres Grandes Luces que iluminan la logia. La 1ª es el Volumen de la Santa Ley (la Biblia), y la 3ª el Compás. La escuadra simboliza la rectitud moral, razón por la que sus brazos son rígidos.

Numerosas tumbas de arquitectos de la Edad Media representan la escuadra y el compás asociados, pero con un sentido puramente operativo. Fuera de la Masonería, se encuentra este símbolo en otras partes, como en la filosofía china, con la misma significación.

El nivel simboliza la igualdad. La palanca no figura en todos los ritos masónicos. Alude al poder irresistible inteligentemente aplicado. La plomada simboliza la Vertical jerárquica, y en inseparable del nivel equivalente de la igualdad.

3.º Maestro.

El Maestro masón significa un maestro de obras que tiene compañeros y aprendices bajo sus órdenes. Este concepto operativo no corresponde exactamente al del tercer grado de la masonería especulativa, sino más bien al del Venerable Maestro que es el que preside la logia y es elegido por un año, teniendo como emblema o atributo de autoridad un gran mallete. El grado de maestros correspondería más bien a un conjunto de "patronos". Es una noción propia de la masonería especulativa que representa una clase de Maestros iguales entre sí y que constituye una categoría colocada también ella, bajo la dirección del Venerable. El emblema más representativo del Maestro es el compás.

El Compás es la tercera de las tres Grandes Luces que iluminan la logia. Considerado como símbolo en general, el Compás ha sido utilizado por numerosas escuelas del pensamiento, no sólo en Occidente, sino incluso en la Antigua China. En la Edad Media los imagineros representaron con frecuencia al Creador teniendo el compás y trazando los límites del universo; de ahí que los francmasones le reconocen como el Gran Arquitecto del Universo. La Francmasonería operativa también representó en numerosas ocasiones a sus maestros teniendo el compás en sus manos.

Como todo símbolo, el del compás, tiene diversos sentidos, y esta diversidad no implica ninguna contradicción, pues en simbolismo no hay significaciones oficiales. En el Rito Emulación, el Compás significa los justos límites en los que el masón debe mantenerse en sus relaciones con sus semejantes y en especial con sus Hermanos masones. Considerado, no como la tercera Gran luz sino como útil de trabajo del grado de Maestro, simboliza la imparcialidad y la infalibilidad de la justicia del Todo-Poderoso, pues fijó los límites del bien y del mal para la instrucción de los hombres, que "recompensará o castigará según hayan obedecido o transgredido a sus divinos mandamientos".

En el Rito Rectificado, el Compás es uno de los "muebles emblemáticos" de la logia; sirve para "trazar planos con justas proporciones".

En el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, asociado con la Escuadra concurre al encuadre de la letra G. Simboliza a veces la rectitud de las concepciones teóricas, razón por la cual los mejores trazados se obtienen al no separar demasiado, ni insuficientemente las ramas. Igualmente está asociado a la regla, el símbolo de lo relativo, no en el tiempo sino en el espacio, pues circunscribe la línea derecha en un espacio limitado.

Los tres grados, admitidos y practicados por todo el "universo", constituyen la base fundamental en que se apoyan todos los ritos y sistemas denominados masónicos, y son el lazo que los une entre sí y que los relaciona con la Institución.



viernes, 26 de enero de 2018

OBJETO MORAL DE LAS INICIACIONES

L
a iniciación es una educación misteriosa que tiene por objeto descubrir las condiciones morales y las aptitudes del hombre, acrecentar sus fuerzas y su valor, afirmar su fe y su consecuencia, y unirle por el secreto y por el juramento a un principio fijo e inmutable.

Hemos hecho ya algunos extractos históricos de las antiguas iniciaciones, y hemos descrito sus prácticas y las de los ritos religiosos, por lo que nos limitaremos aquí a tratar del objeto moral que se proponían y los benéficos efectos que producían en el espíritu de los pueblos, valiéndonos para ello de los notables estudios de los hermanos Dareres, Bazot, Marconais y otros ilustrados y concienzudos escritores masónicos que se han dedicado preferentemente a esta importante materia.

Mientras la ciencia de los sabios que dirigían las razas primitivas se concretó a los simples elementos de un orden social prescrito por solo el instinto de la razón, no se sintió la necesidad de establecer ninguna excepción ni preferencia dentro del dominio de los conocimientos humanos; y débiles y fuertes pudieron aproximarse sin peligro al hogar de la luz que la naturaleza todavía salvaje había encendido.

Pero cuando algunos hombres privilegiados, a fuerza de estudio y de trabajo llegaron a descubrir las misteriosas profundidades en las que el Gr.·. A.·. D.·. U.·. oculta su voluntad eterna; cuando hubieron reconocido que la vida del mundo era obra de su amor y la verdad la hija predilecta de su pensamiento íntimo, entonces hicieron de esta ciencia la religión de la inteligencia y del genio y le tributaron un culto de respeto y de admiración.

Los fundadores de las naciones hicieron del santuario de los dioses un centro de verdadera luz, y sometieron a pruebas misteriosas a aquellos que la querían conocer, no para sujetar nuestra débil humanidad al yugo de una larga y funesta ignorancia, ni para privar á la sociedad de los medios que necesitaba para asentar su independencia moral y la fuerza de su principio organizador, como han tratado de sostener algunos detractores de los usos religiosos de la antigüedad, sino que lo hicieron así, para santificar su origen y revestirle de un carácter sagrado. Jamás el camino de la iniciación fue cerrado al hombre sabio y concienzudo que unía a la pureza de costumbres, el amor a la ciencia y el deseo de propagarla entre sus semejantes; jamás se vio que se establecieran excepciones ni categorías, excepto las de incapacidad moral; ni el rango ni las dignidades obtuvieron nunca la menor preferencia; solo el mérito personal pudo prevalecer. Una alma noble y generosa y una afección pura para la humanidad, tales eran las circunstancias que exigían de aquellos que querían participar de los beneficios de la iniciación. Los sacerdotes de Júpiter Amón se hicieron sordos a la voz de Alejandro, y los de Ceres de Eleusis, a la de Nerón; pero en cambio las puertas del santuario de sus templos se abrieron de par en par a Orfeo, a Minos, a Pitágoras, y a tantos otros filósofos de todas las escuelas y creencias y de todos los países.

Sin embargo, podrá preguntarse ¿a qué ese aparato tenebroso a la puerta del Templo? ¿a qué esas experiencias físicas y morales, esa investigación acerca de la vida, ese estudio minucioso del carácter y de las costumbres del neófito antes de proceder a su consagración? Arrojando una mirada escrutadora sobre la sociedad tal como era en aquellos tiempos y tal como es aun en el día, será muy fácil de comprender y de justificar estos actos de prudencia.

La ciencia tenia su asilo en la parte interior de los templos reservada al sacerdocio: en aquel misterioso recinto era donde la razón, sostenida por el trabajo y la experiencia, alimentaba el elemento civilizador y preparaba los primeros sedimentos a la vida intelectual. Los sacerdotes de aquellos templos, desligados por completo de toda pasión terrestre, solo aspiraban a encontrar obreros dignos y dispuestos a cooperar á la edificación del templo simbólico, es decir, a la obra de la perfectibilidad del espíritu humano; pero querían hombres para formar al hombre; naturalezas fuertemente constituidas, de aquellas que salen al encuentro de los obstáculos para dominarlos y vencerlos, y que nunca se encuentran mejor que cuando se hallan rodeados de las dificultades que presentan las creaciones del genio.
 
El mundo profano encierra tantas perversidades ocultas, tantas y tan criminales ambiciones y un número tan considerable de espíritus frívolos y ligeros, que para librarse de la intrusión de los hipócritas y de los renegados en su comunión, era esencialmente necesario cerciorarse bien antes de la fuerza moral y del valor de los neófitos; estudiar sus inclinaciones, saber si podrían hacerse superiores a las debilidades inherentes á la humana naturaleza y despojarse del cúmulo de errores y de supersticiones que forman los hábitos mundanos.

Las iniciaciones tenían, por tanto, por objeto, unir a los hijos de la verdadera luz por un pensamiento social; establecer entre, ellos un lazo de fraternidad fundado sobre una misma fe y una misma ley, y sobre una homogeneidad perfecta de sentimientos y de lenguaje, a fin de que de un extremo al otro del mundo pudiesen hablarse y entenderse, obligándose a vivir en tranquila y dulce cordialidad.

Rechazar el uso religioso de las iniciaciones como contrario a la razón; relegarle al rango de esas truhanerías deslumbradoras de que se sirve el charlatanismo sacerdotal para entretener la credulidad del pueblo, es pecar por sobra de ignorancia o por falta de buena fe.

En las ciencias positivas, en aquellas cuyo progreso depende del cálculo o de la meditación, las pruebas preparatorias son inútiles, porque su estudio no exige ningún sacrificio de sí mismo. Pero cuando se trata de una doctrina fundada sobre la unidad moral, de la que emanan todos los principios de moralidad necesarios a la unión fraternal de los hombres, entonces ya no sucede otro tanto. Cuando esta doctrina sirve de base al contrato de alianza de una sociedad religiosa o filosófica, si se la quiere profesar bajo el patronato de la comunidad, es necesario poner previamente a prueba la fuerza y el temple del alma, porque una vez salidos del templo en el que se consagra el juramento y se somete la voluntad, ya no se pertenece uno a sí mismo.

Mucho se ha escrito sobre las iniciaciones del paganismo, pero muy poco lo que. se ha dicho que sea digno de crédito. Estos actos religiosos, los mas graves e importantes de todos, tenían lugar en la parte mas oculta del templo, no lejos del santuario, y algunas veces en subterráneos, como el antro de Trofonio, tomándose las precauciones mas cautelosas á fin de evitar toda investigación profana.

Por otro lado, la educación religiosa del neófito había terminado, y sus convicciones estaban ya formadas cuando le ceñían las sienes con el mirto y se le lavaba con el agua lustral; de manera que su obra iniciadora no podía ser mas que la impresión de su fe. Los iniciados hacían de su iniciación un objeto de alianza íntima, y del secreto una ley religiosa, y se creían en medio de su pueblo, como un elemento separado de él por las conveniencias del culto.

La violación del juramento era a sus ojos como una especie de deicidio, y como un crimen del que ninguna pena ni tormento les podía redimir.

Los pueblos sometidos a la influencia del Santuario, participaban de los mismos sentimientos. Los griegos tenían una veneración tan grande por las iniciaciones, que el solo hecho de hablar con indiferencia de los misterios, o de manifestar una creencia contraria a sus prácticas, bastaba para excitar la animadversión pública. Diágoras osó declamar contra los misterios, y fue maldecido de toda la Grecia; el poeta Esquilo corrió inminente peligro de ser inmolado por el pueblo enfurecido, por haber tratado los misterios de Ceres con alguna ligereza, en una de sus producciones dramáticas, y Alcibíades fue condenado a muerte como contumaz, por haberse permitido una representación simulada de los honores que se rendían a esta diosa.

Si a todo esto se agrega el rigor de las leyes contra los sacrílegos, el carácter sagrado impreso por la opinión general a la iniciación, y la inviolabilidad del juramento guardada por lo que iniciados de todos los países, nos convenceremos con la mayoría de los autores que han escrito sobre esta materia, que el tipo sagrado, la esencia real de los misterios, no son conocidos todavía del mundo profano.

Entre todos los santuarios en los que se confería la consagración iniciadora, los mas antiguos de que, se tiene noticia, son los de Tracia o de la Samotracia y los de Egipto, que tenían su asiento en Menfis, Tebas y Sais. Tanto en unos como en los otros, se ponía especial cuidado en no admitir mas que neófitos originarios; de escoger aquellos que ya se habían distinguido por su inteligencia y por sus virtudes, y aun solo después de pruebas largas y crueles, se completa su educación sagrada con el conocimiento de los misterios. Con el transcurso del tiempo, los egipcios llegaron a conceder la iniciación a neófitos extranjeros: Orfeo, Lino, Homero, Hesíodo, Moisés, Pitágoras, Platón y otras lumbreras del saber humano, merecieron que los Jerofantes les otorgaran este favor.

No cabe dudar, que todos los pueblos de la antigüedad, los Persas, los Asirios, los Indos, etc., tuvieron su santuario: pero el mas célebre entre todos ellos fue el de Ceres, en Elcusis, pequeña ciudad marítima de las cercanías de Atenas.

No existe conformidad acerca del nombre del fundador de este establecimiento religioso; pues mientras que algunos quieren que sea Orfeo, pretenden otros que fue Erecteo, y otros hay que sostienen que fue un tributo de reconocimiento de los atenienses hacia Ceres, por haberles librado esta diosa de los estragos de una hambre asoladora.

Sea como quiera, es lo cierto que la iniciación tenia lugar durante el período de las fiestas Eulesianas o de Ceres.

Estas fiestas se dividían en grandes y pequeñas: las primeras se celebran durante el mes bcedromion (Agosto), y las segundas establecidas en honor de Hércules, en el mes de anthisterion (Enero).

Marcio escribió sobre estas fiestas una obra muy interesante, cuya lectura recomendamos a aquellos que deseen instruirse en esta materia. Como nuestro objeto se reduce a tratar tan solo del efecto moral de las iniciaciones, nos hemos dé limitar al efecto maravilloso que producía este acto religioso, en el ánimo de aquellos que tenían la dicha de ser objeto del mismo. Se hubiera dicho que el periodo de las pruebas era para los neófitos una época de muda, durante el cual se verificaba en ellos una completa metamorfosis moral. A la salida del templo, los iniciados apenas conservaban el recuerdo de su vida profana. La inteligencia, el corazón, los sentimientos, todas las facultades inteligentes del hombre, todo había cambiado y seguía una dirección conforme a la voz de la naturaleza y al instinto de la razón.

No se veían entre los iniciados egoístas, ni avaros, ni ambiciosos de esos que monopolizan la fortuna y centralizan en torno suyo todas las ventajas sociales; eran todos amigos sinceros y desinteresados de la gran familia humana, que se dedicaban a trabajos útiles, a estudios serios y a todo lo que tendía a engrandecer la ciencia social.

No nos detendremos a señalar esa pléyade de grandes ciudadanos, gloria de su siglo y honra de su patria, porque su nombre y sus hechos, fueron escritos en letras de oro en las páginas de la historia; pero sí debemos decir que casi todos los iniciados de las primeras épocas fueron hombres ilustrados, sabios y concienzudos, para quienes el bien público era el bien supremo, y la consideración de sus conciudadanos, la mas dulce recompensa de su celo. Ante semejantes modelos, el pueblo se inclinaba y tendia a imitarlos.

Sus costumbres austeras, su noble y generosa actividad en la obra de perfeccionamiento, le servían de ejemplo, y se acostumbraba a amar la virtud desde el momento que la veían reverenciada por hombres tan eminentes, y perdían sus instintos feroces y salvajes con solo oírles hablar de la humanidad con el santo fervor que lo hacían.

Así fueron formándose aquellas costumbres sociales que tenían por móviles el amor del bien público y el gusto por todo lo bello. Jamás experimentaron los pueblos de manera tan vehemente la necesidad de vivir en comunidad de intereses y de sentimientos, como aquellos que debieron su educación a los sabios que habían recibido la suya en el santuario de los dioses: y gracias a este beneficio, los Egipcios, los Persas, los Indios y los Griegos, sufrieron la conquista y la devastación sin que se rompiera la cadena mutua que les había unido formando su nacionalidad.

Sin embargo, la práctica de las iniciaciones debía experimentar la suerte de las cosas humanas; tenia que debilitarse, tenia que corromperse y que sufrir la funesta influencia de un egoísmo brutal y salvaje. El sacerdote, que en su origen era un sabio sencillo y modesto, el intérprete de las leyes de la naturaleza y el consagrador del culto que se rinde a su autor, se apasionó por los bienes de la tierra, dejóse dominar por la avaricia, dio oídos a los deseos de la carne con preferencia al espíritu, y para alimentar su concupiscencia se hizo artero, hipócrita y embustero; introdujo la perturbación en las ideas religiosas que mantienen los sentimientos de estima y de amor entre los hombres, y desnaturalizó la creencia universal que da un Dios á la naturaleza y un padre a la humanidad. Esta bastarda ambición, acarreó a las iniciaciones la pérdida de la sublime y majestuosa autoridad moral de que gozaban; dejaron de ser la vía intermediaria por la cual el hombre de genio se dirigía al santuario a depurar su corazón, y en cuyo fondo bebía el sabio su ciencia, y degeneraron, en fin, en esas ceremonias venales que alimentan la credulidad del pueblo y la pasión que. siente por lo maravilloso, sin hacerle ni mas religioso, ni mas sabio.

Al caer los altares del paganismo ante la voz potente del cristianismo, los hombres del renacimiento social y fraternal conservaron en sus ritos religiosos todo lo que tenían las iniciaciones de moral y de filosófico. Los primeros cristianos se sirvieron de ellas para alejar de su culto á los débiles y a los tímidos.

Por último, el uso de las iniciaciones pasó con el cristianismo de Oriente al Occidente; las órdenes monásticas, filantrópicas y caballerescas establecieron su noviciado, sus pruebas, sus secretos y sus misterios; las corporaciones de la Edad Media crearon también una especie de iniciación, y la sociedad de Juan, llamada de los Hermanos Masones, adoptó desde su origen las fórmulas iniciadoras de los tres grados simbólicos establecidos por Zoroastro para la recepción de los Magos, por considerarlas las mas dignas entre todas, y por ser las que se hallaban mas en armonía con el espíritu de su institución.

Las iniciaciones masónicas operaron en Europa la misma transformación que habían producido en Asia, formando hombres de fe, de sólidos principios, de valor probado y de adhesión sin límites, que trabajaron sin descanso por el bienestar de la humanidad.

Desde el sabio Manes hasta Bacon, y desde éste a D'Alambert, transcurrieron nuevo siglos de tinieblas, producidas por el fanatismo y la superstición. Las tiranías feudales y sacerdotales pulverizadas por el ariete de la razón; las libertades del hombre reconocidas como principios de derecho político, en fin, ese manantial de gloria y de prosperidad abierto a todas las inteligencias por aquellos que aprendieron en sus templos a amar la verdad y a cultivar la virtud, dan a conocer suficientemente el objeto moral y filosófico de las iniciaciones, y la necesidad de conservar religiosamente sus sagradas prácticas.

Sin embargo, no sallemos si por la ceguedad o si por la ignorancia, o porque aun las cosas mas venerandas y mas útiles tienen su periodo de decadencia y de caducidad, es lo cierto, que no se tiene por las iniciaciones aquel respeto y aquella veneración que inspiraba una santa confianza a los neófitos; se desconoce su importancia moral; la severidad de sus prácticas ha caído en desuso, y parece que no se las considera mas que como uno de esos preámbulos que no dicen nada, y que solo sirven de pretexto para empezar alguna cosa. Y es porque se ha olvidado que ellas fueron y serán siempre la clave de la bóveda del Templo, y el fundamento sobre que descansa el porvenir de la Francmasonería.

El bautismo de la iniciación, se da hoy día, como llegó a darse en otros tiempos, cuando los sacerdotes de Ceres las convirtieron en un objeto de especulación. Los neófitos llegan en tropel a las puertas del templo, sin tener ninguna idea del sacrificio que van a imponerse, ni de las formales obligaciones que deben contraer. Algún simulacro pálido y descuidado de las pruebas, y una pequeña lección del catecismo, son lo que se considera en general, lo bastante para iniciar á un profano a los misterios de la Gran Obra. ¡Y habrá todavía quién se admire que haya tantos obreros inhábiles, tantos compañeros ignorantes, y un número tan considerable de Maestros, que abandonan la escuadra y el compás como instrumentos gastados ó inútiles, para volver a entregarse con toda preferencia a sus costumbres profanas!

El hombre que hace abnegación de sí mismo para trabajar por el bienestar de sus semejantes, pasa ya por se un ejemplar tan raro, que es preciso buscarle con empeño durante largo tiempo en el seno de la multitud, entre que casi siempre permanece oscurecido e ignorado para poderlo encontrar.

Si los hipócritas y los avaros se han introducido en el templo; si se ve a tantos renegados violar un juramento sagrado y abandonar una causa santa, se deben tan tristes y perniciosos ejemplos, al poco cuidado que se pone en estudiar a los hombres, y en el olvido de los sabios medios que deberían emplearse para conocerlos bien antes de proceder a su admisión.

Para que la Francmasonería recobre la alta consideración de que es merecedora por los grandes principios sociales que mantiene, es necesario enseñar a los neófitos, que la fraternidad no es solo la simple expresión de algunos sentimientos humanitarios, y la fórmula de algunos actos de simpatía y de mutualidad recíprocas, sino que es la beneficencia puesta en principio como ciencia universal de la humana sociedad; es necesario despertar el sentimiento de la propia dignidad, vigorizar el carácter y excitar los grandes sentimientos que inspiran la virtud y el honor.


jueves, 25 de enero de 2018

PREGUNTAS Y RESPUESTAS DEL APRENDIZ MASÓN



LA CÁMARA OSCURA
 
(1).- La Cámara de Recepción entraña:
 
1.- La causa del nacimiento físico.
 
2.- Los símbolos del conocimiento cósmico.
 
3.- La razón de la Muerte.
 
(2).- La Causa del Nacimiento físico entraña:
 
1.- La oscuridad profunda en el infierno.
 
2.- El olvido de la Luz.
 
3.- El error interpretativo de las sombras.
 
(3).- Los símbolos del camino cósmico son:
 
El Gallo: Descubre negaciones.
 
La Guadaña: La cosecha de la Vida.
 
La Clepsidra: Los Tiempos. Las dos Reglas.
 
(4).- La Razón de la muerte está:
 
1 .- En el Agua. El diluvio que bajó del cielo.
 
2.- En la Sal. La fijadora de la Vida.
 
3.- En el azufre. Objeto del Fuego sin llamas.
 
4.- En el Pan. Aquel maná del cielo.
 
(5).- El Testamento filosófico:
 
1 - Mis propias acciones terrestres.
 
2 - Mi pensamiento íntimo.
 
3.- Mi real e imperecedero capital.
 
(6).- Resolución sempiterna:
 
En el camino al Templo lo olvido todo.
 
En Pasos perdidos me hago un filósofo.
 
En el Templo sólo tengo amor y pensamiento.
 
EN LA ESCUELA DE SIMBOLOS DEL TEMPLO
 
(7).- Los Escalones de una Log.·. de Ap.·.
 
1.- FUERZA.-Inquebrantable de voluntad.
 
2.- BELLEZA.- En la mente cuando aquilata.
 
3.- SABIDURIA.- La pureza en las acciones, en las palabras y en los pensamientos.
 
(8).- El Mandil de piel de Cordero, significa:
 
l.- Fuego para la voluntad del Iniciado.
 
2.- Conocimiento de sí mismo ante la Naturaleza.
 
3.- Mi cordón umbilical cósmico.
 
(9).- Decorarse con el mandil de piel:
 
Mí trabajo masónico felizmente empieza.
 
A mi piedra en bruto llega el cincel y el martillo.
 
Su babeta alta, me indica "cierta" altura.
 
(10).- Tres llamadas en la Puerta:
 
1.- TOCAD, y os abrirán. "Aquella" Puerta.
 
2.- BUSCAD, -uniendo extremos- y encontraréis.
 
3.- PEDID, con exactitud, y se os dará.
 
(11).- Marchar entre columnas:
 
Paso 1: NACIMIENTO. NACER. (¿Quién?)
 
Paso 2: VIDA; Vivir. (¿Con qué vivo?)
 
Paso 3: MUERTE: Morir (¿Qué muere?)
 
(12).- Saludos. Deseo de salud espiritual.
 
1.- Tengo fe en mis ideales. (¿Cuáles?)
 
2.- Esperanza en realizarlos. (¿Cómo?)
 
3.- Amor a la Humanidad. (¿Cuándo?)
 
(13).- Dimensiones de la Logia:
 
Largura: Del Oriente a Occidente.
 
Anchura: Del Norte hasta el Sur.
 
Altura: Del Ara al Cenit Infinito.
 
Profundidad: del Ara al centro geométrico.
 
(14).- Columnas del Templo:
 
Una descansa en la Tierra.
 
Otra descansa en el Fuego.
 
A una la corona la Tierra.
 
A la otra la Esfera Celeste.
 
15).- Los Capiteles de las Columnas:
 
Granadas: Plurales llamas Rojas. Corazones.
 
Lirios: Fuerza pura que florece. Luz.
 
Redecillas: Unidad Cósmica de la Dualidad.
 
(16).- Las tres luces del Taller:

Trono del Ven.·. Sabiduría Cósmica.
 
Trono 1º Vig.·. FUERZA Cósmica.

Trono 2º Vig.·. HERMOSURA Cósmica.
 
TRES NÚMEROS SAGRADOS
 
(17).- Las Tres Logias Masónicas:
 
Simple. Justa. Perfecta.
 
Tres. En las Tres Luces.
 
Cinco. Más los dos diáconos.
 
Siete. Con el Maest.·. Cer.·. y Orad.·.
 
Todos juntos: Los 7 planetas, los 7 colores, las 7 notas.
 
(18).- Las Tres Glorias del Oriente:
 
1.- Transparente del Delta Sagrado.
 
2 - Transparente del Sol Interno.
 
3.- Transparente de la Luna Virginal.
 
(19).- Las tres joyas móviles:
 
1.- La escuadra. En el Venerable.
 
2.- El Nivel. Con el 1º Vig.·.
 
3.- La Regla. Con el 2º Vig.·.
 
(20).- Los Sostenes de la bóveda del cielo:
 
12 Columnas astronómicas

(21)- Las "Grandes Luces" del Ara:
 
1.- El Libro de la Ley Cósmica (Koran, Biblia, Talmud... Zend Avesta)
 
2.- El Compás. El Espirítu, oposición a 3.- La Escuadra. Materia ponderable.
 
(22).- El Ara. Altar o Tabernáculo:
 
En su base Cuadriforme:
 
1.- Saber.
 
2.- Querer.
 
3.- Osar.
 
4.- Callar.
 
En su realidad filosófica:
 
Muerte. Renacimiento. Iluminación.
 
(23).- Estrellas del Ara:
 
1.- Fe. Ciencia. Fraternidad.
 
2.- Esperanza. Conciencia. Justicia.
 
3.- Caridad. Virtud. Tolerancia.
 
(24).- La Sabiduría de la Logia se Guarda:
 
En el Sol.- El Oculto que todo anima.
 
En la Luna.- Que moldea a la Naturaleza.
 
En el Ven.·. Maestro. Que te espera.
 
(25).- Tocamiento de reconocimiento:
 
La Proclamación en la Logia:
 
ADMITO: Un conocimiento iniciático.
 
PROCLAMO: La Fraternidad masónica.
 
RECONOZCO: A los HH.·. donde estén.
 
PRINCIPIOS DE LA INICIACION
 
(26).- Viajes iniciáticos.
 
1.- TIERRA: El alma en la relatividad.
 
2.- AGUA: La Substancia indispensable.
 
3.- FUEGO: La transubstanciación alquímica.
 
(27).- Líquidos probados:
 
1.- Amargo: La presión del instinto.
 
2.- Dulce: La fugacidad del goce.
 
3.- Agua: El uso. No el abuso.
 
(28).- Cualidades del Aprendiz de Masón:
 
Prudencia, para investigar.
 
Perseverancia, para meditar.
 
Concentración, para comprender.
 
(29).- Estudios del Aprendiz de Masón:
 
EL HOMBRE. El aparente y el Real.
 
LA NATURALEZA. Geocéntrica y Cósmica.
 
Del G.·. A.·. D.·. U.·.
 
(30).- Filosofía del Aprendiz de Masón:
 
Observo, Dudo, Concluyo.
 
Concluyo, Observo, Dudo.
 
Dudo, Medito, Descubro.
 
(31).- Moral del Aprendiz de Masón:
 
Poner en orden las enseñanzas.
 
Exponer las ideas con sencillez.
 
Hablar justo, oportuno y con tino.
 
(32).- Síntesis filosófica del Grado.

Saber pensar. Saber Dudar. Saber Callar.
 
Aceptar después de razonar.
 
Comprender la Generación. No creación.
 
(33).- Tradición Universal de la Masonería:
 
Amor Fraternal. Por convicción.
 
Socorro, (o auxilio) (A los HH.·.)
 
Verdad. (Su gradual comprensión)
 
(34).- Lema de Acción Masónica:
 
Libertad: Para los oprimidos.
 
Igualdad: Del Hombre ante la Ley Natural.
 
Fraternidad: Actividades de amor entre los humanos.
 
(35).- Los Tropiezos del Masón:
 
El Sectario empedernido: Fanático.
 
El tonto intelectualizado: Sabihondo.
 
E1 Inteligente amoral: Pervertido.
 
(36).- El lastre del infierno: (Inferior).
 
¿Te trajo el estómago? Llegarás a reza-liturgias.
 
¿Viniste por ambición? Serás Porta-mandil.
 
¿Te trajeron de relleno? Mereces compasión.
 
 
Autor: Ricardo F: Miranda.
 
 
 

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