lunes, 29 de octubre de 2018

INTERPRETACION ASTROLOGICA DE LA LEYENDA DE HIRAM


 
Doce, corresponde a la división más antigua y más natural del círculo, dado por dos diámetros que se cortan a ángulos rectos, y por cuatro arcos del mismo radio que la circunferencia, trazados, tomando como centros, las extremidades de la cruz.

Esta división ha sido aplicada al cielo, es decir, y hablando más exactamente, al zodiaco, determinando en él, doce espacios iguales que el Sol recorre con regularidad en su curso anual aparente alrededor de la Tierra. A las constelaciones que coincidían con estos espacios, les han dado sus nombres, tomados de los animales o de seres animados. Así se formó el duodenario zodiacal, cuyo simbolismo es de extrema importancia; porque el año viene a ser así, el prototipo de todos los ciclos, alegorizando tanto las fases de la vida humana, como las de la iniciación.
 
En los misterios de Ceres, el iniciado compartía, en efecto, los destinos del grano confiado al suelo. Como este grano, debía sufrir la influencia solar para desarrollarse y fructificar, y pasar por esa concatenación de metamorfosis, de la que resulta la revolución circular de la vida; cada signo del zodiaco, toma, desde este punto de vista, una significación particular, que nos esforzaremos en fijar, después de haber dado algunas indicaciones generales sobre el simbolismo de los doce signos.

Cada signo queda caracterizado por un planeta y por un elemento. Veamos qué resulta de ahí, respecto a la iniciación.


ARIES. Fuego. Marte. Es el Azufre de los alquimistas. Fuego constructor interno, estimulante de todo crecimiento y de todo desarrollo. Aletargado durante el invierno, despierta en la primavera, hace germinar el grano y provoca la eclosión de las yemas. Representa la iniciativa individual, que se desprende bajo el impulso de una influencia exterior general, como la energía aprisionada en el germen, entra en obra a la señal del Sol. El ardor iniciático conduce a buscar la iniciación.

TAURO. Tierra. Venus. La Sal, materia receptiva en la cual la fecundación se efectúa. La elaboración interior. Cuidadosamente preparado, el recipiendario es admitido a las pruebas iniciáticas.

GEMINIS. Aire. Mercurio. Los hijos de la tierra fecundada por el Fuego. El doble mercurio de los alquimistas simbolizado por dos serpientes o por una serpiente de dos cabezas. La vitalidad constructiva y organizante. La sublimación de la materia en la flor que se abre. El neófito recibe la Luz.

CANCER. Agua. Luna. La savia llena las formas que alcanzan su plenitud. La vegetación es lujuriosa. Es la estación de las hojas, de la hierba y de las legumbres; pero los granos y los frutos aún están verdes. Los días son largos y la luz abunda. El iniciado se instruye asimilándose la enseñanza iniciática.

LEO. Fuego. Sol. Habiéndose terminado la obra constructiva del ardor sulfuroso e interno de Aries, el fuego externo interviene para sacar y matar todo cuanto sea construcción acuosa, para cocer y madurar la cubierta de los granos maduros. La razón implacable, ejerce su crítica rigurosa sobre todas las nociones recibidas. El iniciado, controla por sí mismo, con severidad, las ideas que han podido seducirle.

VIRGO. Tierra. Mercurio. La sustancia fecunda, esposa virginal del fuego fecunda, después del parto vuelve a ser virgen. La cosecha está madura y el calor menos tórrido. Habiendo ya elegido sus materias de construcción, el iniciado, los reúne para desbastarlos y tallarlos, según el destino que piensa darles.

LIBRA. Aire. Venus. Equilibrio de las fuerzas constructoras y destructoras. Madurez: el fruto en todo su sabor. El compañero en condición de desplegar su máximo de actividad últimamente aplicada.

ESCORPIO. Agua. Marte. La masa acuosa fermenta. Los elementos de la construcción vital se disocian, atraídos por nuevas combinaciones. Desorganización revolucionaria. El sol precipita su caída hacia el hemisferio austral. Complot de los malos compañeros. Hiram es herido de muerte.


SAGITARIO. Fuego. Júpiter. El espíritu animador se desprende del cadáver y se eleva en las alturas. La naturaleza toma un aspecto desolador. Los obreros abandonados, sin dirección, se lamentan y se dispersan para buscar el cuerpo del maestro asesinado.

CAPRICORNIO. Tierra. Saturno. Nada vive ya: sustancia terrestre está inerte, pasiva; pero fecundable. La tumba de Hiram es descubierta, gracias a la rama de acacia, único vestigio de la vida desaparecida.

ACUARIO. Aire. Saturno. Los elementos constructores se reconstituyen en la tierra reposada, que se prepara a nuevos esfuerzos generadores. Se satura de dinamismo vitalizante. Se exhuma el cadáver del arquitecto y se forma la cadena para resucitarlo.

PISCIS. Agua. Júpiter. El hielo se rompe; las nieves se funden, y el suelo abreva los fluidos propios para ser vitalizados. Se alargan los días rápidamente y el reino de la luz se afirma. Hiram ha resucitado y vuelve a tener conciencia: Se ha encontrado la palabra perdida.



 

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