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lunes, 5 de febrero de 2018

SIGNIFICADO ESOTÉRICO DE LA ÓPERA EL HOLANDÉS ERRANTE (O EL BUQUE FANTASMA)

 
1.- Existe una tendencia general en esta época de extremo materialismo, a negar la realidad de las Fraternidades esotéricas llamadas de Magia Blanca y de Magia Negra. La mayor parte de la sociedad cree que se trata sólo de supersticiones y, entre los que creen en su existencia, sólo unos pocos tiene la suficiente capacidad para distinguir las operaciones de una y de otra. Pero la mayor parte de la gente está sujeta a sus influencias, aunque no lo sepa ni lo comprenda, como estamos sometidos a las influencias solares o atmosféricas.
 
2.- Las Escuelas de las que hablo son instituciones pertenecientes a los planos internos o espirituales y no organizaciones exotéricas en el mundo físico. El gran problema para casi todos consiste en comprender la relación entre los mundos material y espiritual. Ambos, sin embargo, no están separados, sino que el superior compenetra al inferior y se extiende aún más allá de él. Continuamente están reaccionando el uno sobre el otro, ya que la Rueda del Renacimiento gira sin descanso, llevando a los vivos a los niveles espirituales y trayendo a los llamados muertos, de nuevo al mundo de la materia. Y hay grandes Fraternidades Esotéricas Blancas, dedicadas a dar a conocer a los hombres encarnados las verdades de los mundos espirituales. Y su trabajo no cesa cuando morimos. Si nos hemos unido a sus filas, continuaremos a su cuidado aunque hayamos pasado al más allá.

3.- En la línea fronteriza entre la conciencia física y la psíquica, las Fraternidades Esotéricas han construido templos etéricos, como los representados en Lohengrin y en Parsifal. Son templos “casi” físicos. Las personas sensibles, cuando se aproximan a ellos, sienten que se encuentran en una atmósfera extraña y magnética.

El Templo etérico de la Fraternidad Rosacruz interpenetra la vivienda de los Hermanos Mayores y, en su componente físico, es una vivienda corriente. A la visión psíquica, sin embargo, aparece como un edificio magnífico, como un Templo del Arte, y las ceremonias que en él se celebran son formas de arte que encarnan ideas vivientes.

A la cabeza de la Orden, en esos Templos Esotéricos, nunca lo ven los Iniciados que asisten al servicio y toman parte en las ceremonias, pero sí sienten su presencia en el momento en que entra y ésa es la señal para comenzar el acto.

Ésa es la razón por la que los maniqueos, en su festival anual, dejaban un lugar preferente vacío para su Maestro Mani, presente para todos, pero sólo visible para los Perfectos. Del mismo modo, en el castillo del Grial, Titurel, su augusto fundador, permanece invisible en el fondo de la escena mientras su voz, desencarnada, se escucha por todos los presentes.

4.- Hay dos clases de seres humanos: los místicos y los intelectuales. El místico aprende a ir más allá de la razón. Lucha por alcanzar a Dios por medio del Amor, sin pensar en nada más y logra una sabiduría superior a todo conocimiento terrenal. Por su lado, el intelectual, que domina el escenario mundial actual, busca la Verdad. Necesita conocer y no sólo sentir y por eso se ha preparado para él, por los Hierofantes de los Misterios, una vía científica de evolución.

La pretensión de todas las enseñanzas de los Templos es reunir la ciencia, la religión y el arte, de modo que la Verdad, la Bondad y la Belleza trabajen juntas para la salvación de la Humanidad. Muchos artistas creativos de todas las artes han elegido servir a la Humanidad mediante la Belleza, porque saben que ésta es, en verdad, Immanuel, o sea, “Dios con nosotros”. En los Maestros Cantores de Nuremberg, Wagner nos presenta una Hermandad Artística organizada en base a esa idea, ya que él mismo era un emisario del Templo de la Belleza.

5.- Desgraciadamente, existen Hermandades de magos Blancos y Hermandades de magos Negros, ya que el poder espiritual se puede usar para hacer el bien o para obrar el mal. En los países de cultura cristiana a las Fraternidades Blancas se las denomina “del Grial Blanco”, y a las que se dedican al culto del mal, “del Grial Negro”. Es una verdad oculta que nadie puede alcanzar el Castillo del Blanco Grial sin atravesar antes el del Grial Negro con sus muchas tentaciones. Recordemos cómo el Castillo de Montsalvat, en Parsifal, estaba rodeado por el Jardín de las doncellas-flores, de Klingsor.

El Grial Blanco se alimenta, sostiene y robustece con los pensamientos correctos y los sentimientos verdaderos de la Humanidad, junto con su voluntad hacia lo bueno y su servicio al prójimo. El Grial Negro se nutre con las pasiones negativas y destructivas que afligen a la Humanidad caída, y se precipita sobre los que salen de este mundo inmersos en el odio, la crueldad y la sensualidad. Mientras esos desencarnados permanecen en el plano inferior del astral o Mundo del Deseo, -el Purgatorio en términos rosacruces- incrementan enormemente el poder de la Fraternidad Negra. Hoy día incluso vemos esas fuerzas, fuera de sus escondrijos tradicionales, luchando abiertamente contra las fuerzas de la Luz con el fin de conquistar el mundo para sus siniestros fines. A eso obedecen las luchas étnicas y religiosas, la sensualidad, la violencia como distracción o diversión, las drogas de todo tipo, el materialismo de los medios de comunicación, la pérdida de valores, el ateísmo, la desintegración social, etc.

6.- El hábito de pensar sólo en los intereses materiales contribuye muy poderosamente a fortalecer al Grial Negro, debido al efecto de tales pensamientos sobre el doble etérico o cuerpo vital, que interpenetra y vitaliza el cuerpo físico. Este cuerpo etérico es una estructura compuesta de cuatro clases de éteres. Los más tenues se llaman el Éter de Luz y el Éter Reflector y son los canales para las fuerzas espirituales y mentales, aumentando su poder de transmisión en la medida en que se ejercita la mente superior o pensamiento abstracto, y se practican la devoción y las ideas nobles. Como el materialista utiliza principalmente la mente concreta y se preocupa sólo por las cosas que contribuyen a las sensaciones físicas, no absorbe casi nada de tales éteres, raros y bellísimos. Por eso resulta casi imposible que, a su través, le llegue ninguna inspiración proveniente de los mundos espirituales, por lo que es más susceptible a las influencias del Grial Negro. Además, ocurre con frecuencia que la visión etérica, que es una facultad sensorial, puede ser desarrollada hasta convertirse en poder suprafísico, y colocada al servicio del Grial Negro. Entonces los dos éteres inferiores, denominados Éter Químico y Éter de Vida, y que son los que alimentan el cuerpo y se encargan de la reproducción, respectivamente, crecen anormalmente y consiguen una fijación especial con la vida física y con el cuerpo de carne. Este proceso, repetido durante muchas vidas al servicio del Grial Negro, da lugar a una especie de inmortalidad. Como se carece de cualidades anímicas, no existe tendencia hacia los mundos espirituales, en los que los poderes anímicos se amalgaman con el espíritu, y el resultado es un “Ego pegado a la Tierra”, incapacitado para abandonar su entorno inmediato, ni siquiera con la muerte. Este es el fundamento oculto de leyendas como la que Wagner expone en El Holandés Errante y que, en otro aspecto, trata también en el personaje de Kundry, en Parsifal. La vieja leyenda del Judío Errante es del mismo tipo: Un judío, que insultó a Cristo en su subida hasta el Gólgota y fue condenado por ello a la inmortalidad física sobre la tierra, hasta el fin de los tiempos. Los israelitas contaban una historia similar sobre el faraón que oprimió a sus ancestros. Y los cristianos parece ser que contaron lo mismo con relación al emperador Nerón.

7.- Hay también, por otra parte, hombres ejemplares como el héroe bíblico Enoch y el profeta Elías, que fueron “arrebatados a la muerte” gracias al poder del Grial Blanco. Estos servidores suyos, quedan tan imbuidos de los poderes del Espíritu Universal -simbolizado en Parsifal por la blanca paloma que desciende sobre el cáliz- que son plenamente conscientes de su unión con la vida en todos los planos. En ellos la conciencia es ininterrumpida, experimentando la vida aquí y allá en una no quebrantada continuidad. No pueden “morir” porque han demostrado la Vida Eterna y el Amor Inmortal. El doble etérico de un ser así está compuesto, casi exclusivamente, de los radiantes azul y dorado éteres superiores, y su cuerpo físico es un “cuerpo de transfiguración” y emana rayos de luz y amor, y sana a quien a él se aproxima.

Teresa Neumann, la célebre monja estigmatizada, es un ejemplo de persona mística sostenida por al Grial Blanco, ya que se ha alimentado, durante más de treinta años, tan sólo con la comunión diaria. Su estómago y su aparato digestivo se han atrofiado. Pero ella ha podido vivir de un modo normal con sólo la Hostia Consagrada de la misa diaria.

8.- Los antiguos Maestros de los Misterios de la cristiandad primitiva ya habían recibido, antes de la venida de Cristo, una técnica perfecta para inducir la conciencia “estigmatizada”. Y uno de los sacramentos gnósticos fue, precisamente, el de la Estigmatización. Esos estigmatizados de las escuelas esotéricas, sin embargo, desarrollaban los estigmas de modo invisible. Todo el dolor y el sufrimiento de las primeras etapas de su desenvolvimiento era soportado estoicamente, en silencio y sin que los más próximos tuviesen conocimiento de lo que estaba ocurriendo. La iglesia, que no conoce esa clase de estigmatización, se negó a reconocer los estigmas de Santa Catalina de Siena porque eran invisibles cuando, en su caso precisamente, y según la Memoria de la Naturaleza, tras un período inicial, esos estigmas invisibles dejaron de ser dolorosos para convertirse en fuente de fortaleza y fuerza espiritual. La estigmatización obedece a la apertura y despegue, en determinados chakras, de los dos éteres superiores de los dos inferiores, paso previo y necesario para los vuelos astrales voluntarios y conscientes.

9.- En el desarrollo esotérico, el Iniciado del Grial se convierte él mismo en el Grial, la “piedra de la tintura” de los alquimistas, cuyo contacto o cuya presencia proporcionan la salud e imparte fortaleza para luchar la batalla de la vida. La Eucaristía de los maniqueos plasmaba ese principio, que se aparta radicalmente de la doctrina ortodoxa de la Transubstanciación.

Durante el siglo doce, cuando se escribieron la mayor parte de las leyendas épicas sobre el Grial, este problema de la Eucaristía ocupó la atención de la iglesia ortodoxa, pero hasta 1.215 no decretó la doctrina de la Transubstanciación como una enseñanza propia. Enseñanza que culminó en el siglo XVI y XVII con los Autos Sacramentales.

El Parsifal de Wolfram von Eschenbach pertenece a ese período, demostrando cuán profundamente interesaban en Europa los problemas Eucarísticos. La materialización posterior del concepto de la Eucaristía en aquel siglo y los inmediatamente posteriores, revelaba cuánto se había alejado ya la iglesia ortodoxa de su fuente esotérica original, y anticipaba la sombra del materialismo que comenzaba a descender sobre el mundo, ya que todo el esfuerzo redentor se dejaba en manos de la Eucaristía que, además, no exigía prácticamente ninguna actuación especial por parte del hombre, salvo la fe, una fe ciega, irracional, fanática, en algo que no se entendía ni estaba claro.

10- Las Fraternidades de la Luz y de las Sombras están empeñadas hoy día en una batalla por el dominio del mundo, tan terrible como sólo muy pocas veces había tenido lugar en toda la evolución del hombre. El propósito de las Fuerzas Negras es, como lo ha sido siempre, el de crear la desconfianza, el egoísmo, la envidia, la disfunción, el conflicto, el pesimismo, etc., y la destrucción del mundo por su medio. La finalidad de la Fraternidad Blanca, por su parte, es la de generar buena voluntad, relaciones correctas y paz sobre la tierra. La nota clave de la bendita Presencia, que es el Supremo Líder de la Fuerzas de la Luz es: “Que os améis los unos a los otros como yo os he amado”.

11.- Las óperas de Wagner, la primera de las cuales con contenido esotérico fue El Holandés Errante, exponen las varias etapas del desarrollo espiritual, tanto del individuo como de la raza en su conjunto.

Al principio, Wagner no fue claramente consciente de su plan de vida. Pero le guiaba una sabiduría superior. Ahora podemos ver, retrospectivamente, el sendero por el que llegó a la culminación de su misión con relación a nuestra época. El Holandés Errante nos muestra que la fórmula mágica para dominar todo mal se basa en la práctica del amor desinteresado.
 
12.- El conocido proverbio esotérico de que “los acontecimientos proyectan su sombra hacia delante”, se ve claro en El Holandés Errante en cuanto a la creación musical de Wagner se refiere.

Esta ópera nos avanza el intimismo de su futura obra. Por primera vez encontramos esos fascinantes motivos musicales, esos tratamientos dramáticos y sinfónicos que son la característica principal de sus obras operísticas. En el fantástico y amenazador motivo del solitario vagabundo de los mares, en el melancólico misticismo de la amable Senta, en el drama de su embelesador encuentro y el de la tragedia de su separación, en la autoinmolación de Senta y en la promesa de la reunión más allá de la muerte, adivinamos la tremenda capacidad dramática del genio en ciernes que, más tarde se manifestará resplandeciente en el épico Anillo del Nibelungo y, sobre todo, en el Parsifal

13.- La utilización por Wagner de los motivos musicales descriptivos iniciaron una fase nueva de la psicología musical. Él vio, con una clarividencia especial, las posibilidades dramáticas de la utilización de los esquemas o motivos musicales para expresar los distintos caracteres y las diversas situaciones que encarnan. Los recientes estudios sobre el sonido y el color y sus efectos sobre el cuerpo y sobre la mente han comprobado la precisión y la exactitud de la clarividencia de Wagner.

14.- Escribiendo a un amigo, muchos años después de su obra de juventud, El Holandés Errante, comentaba:

“He compuesto un nuevo final para la obertura del Holandés Errante, que me gusta mucho más. Curiosamente, fue tras haber compuesto la última transfiguración de Isolda cuando pude dar con el fin apropiado para la obertura del Holandés”.

Continuaba exponiendo su deseo de reescribir sus primeras óperas, empezando por el Holandés, Tannhäuser y Lohengrin. ¡Qué preciosa herencia se ha perdido el mundo! Porque esas primeras obras, inestimables ya en su forma actual, retocadas por la magia del gran maestro vidente de Tristán, de El Anillo y de Parsifal, hubieran supuesto un regalo más allá de toda medida.

15.- El Holandés Errante se lo inspiró a Wagner una experiencia propia vivida en el Mar del Norte. Durante tres semanas, el pequeño navío en el que había tomado pasaje, fue agitado por una tempestad que les obligó, finalmente, a protegerse en un desolado puerto de Noruega, un pueblecito llamado Sandvike. Wagner escribió sobre el particular: “El paso a través de los estrechos me impresionó vivamente. La leyenda del Holandés Errante me fue confirmada por los marinos y las circunstancias le dieron en mi mente un color y unas características distintas”.

La atmósfera del lejano país norteño, envuelto en místico silencio y en una sensación de inminente amenaza, campea a lo largo de toda la obra.

En 1.841 Wagner alquiló una pequeña casita en París y, en siete semanas reescribió el libreto y compuso toda la ópera, excepto la obertura. En su autobiografía dice: ”Con el fin de aclarar mis ideas sobre la composición, alquilé un pianoforte, pues, tras un alejamiento de nueve meses de toda producción musical, necesitaba comprobar si había dejado de ser músico. Empecé con el Coro de los Marineros y el Canto de la Hilandería. Algo revoloteó sobre mí y yo grité de alegría: Había sentido en mi interior que aún era músico”. Y sigue: “Con el Holandés Errante comenzó mi carrera como poeta. Ya no era un escritor de libretos de ópera, era, sobre todo, un poeta y sólo cuando hube terminado el poema, volví a ser un músico. Pero, como poeta, había adivinado la fuerza que la música tenía para reforzar mis palabras”.

Con demasiada frecuencia la historia de la Humanidad se ha escrito con sangre. En El Holandés Errante hay una silenciosa e incruenta revolución, aunque no falta de dolor.

La plasmación, en su obra, de la tempestad en el salvaje Mar del Norte, fue la objetivización de su propia tormenta interior. Relatando la historia del Holandés Errante, Wagner alcanzó las profundidades de su ser y encontró allí una perla de gran valor.

16.- La leyenda del Holandés Errante, reelaboración de otra anterior, de tiempos inmemoriales, contiene elementos ilustrativos de las leyes cósmicas de la vida y el ser.

Narra que un capitán de barco holandés, al ver entorpecido por los vientos adversos el paso de su barco por el Cabo de Buena Esperanza, puso su propia voluntad por encima de la voluntad divina y juró terminar su viaje aunque todas las potencias del infierno intentasen detenerlo. Este atrevimiento se inscribió en los registros cósmicos y el Demonio, personificación de todas las fuerzas adversas de la naturaleza, aceptó el desafío. Como el bíblico adversario de Job, actuó como agente de la ley cósmica y descargó el castigo sobre el presuntuoso marino, condenándolo a navegar eternamente a través de los mares. Todos los puertos permanecerían cerrados e inaccesibles para él, salvo uno cada siete años, en el que podría desembarcar, durante un solo día, en busca de una mujer que lo amase, confiase en él y fuese tan constante en su amor como inconstantes eran los océanos. Sólo así alcanzaría su redención.

17.- Wagner que, como Goethe antes que él, se había interesado en los estudios ocultos y místicos, transformó esta fascinante historia en una alegoría mística del alma: El incesante ir y venir del Holandés, representa el viajar constante del Ego en ciclos de vida y muerte, que sólo terminarán cuando haya aprendido todas las lecciones. El mar representa las pulsantes y rítmicas corrientes de vida que, a veces, se convierten en tempestuosas y producen dolor y sufrimiento. El sonido del inquieto océano de la vida, hacia el que el alma es empujada de aquí para allá, en busca del puerto del Amor Eterno, constituye el tema dominante de la obra toda.

18.- Al terminar cada séptima encarnación, la Ley Cósmica garantiza una vida de tranquilidad y descanso. Es siempre una vida de relativo reposo y bienestar, en la que el alma puede contemplar pasadas pérdidas y ganancias y prepararse para el próximo ciclo. Es una encarnación en que el Ego está libre de pagar deudas kármicas, y no se ve compelido a aprender nuevas lecciones. Es sólo una vida de retrospección, recapitulación y asimilación por el espíritu, en forma de poder anímico, de las experiencias del pasado. Es un período sabático y libre, por tanto, de pruebas y de dolor.

Esto representa la manera normal de evolución. Sin embargo, la insistencia en perseguir el mal durante varias vidas, puede torcer el destino normal y colocar al Ego bajo el poder de los Hermanos de las Sombras, representados en esta leyenda por el demonio. En esa lamentable situación, como antes hemos dicho, el Ego se aleja cada vez más de las normas generales de la reencarnación. Y, si no es rescatado por la poderosa fuerza del amor, pierde gradualmente el contacto con su propia oleada de vida y es dirigido al Caos, donde esperará un nuevo impulso evolutivo al cual pueda incorporarse, e iniciar de nuevo otro ciclo de peregrinaciones entre la vida y la muerte.

Afortunadamente, no es corriente que todo esto suceda. La posibilidad de su existencia, sin embargo, la ratifica una serie de leyendas como Los Viajes de Ulises, El Judío y El Holandés Errantes, etc.

Pero “Dios es Amor… y Dios es Ley”. De acuerdo con el plan divino, para cada emergencia humana existe una vía de salvación, que reside en la Luz del verdadero Amor.

19.- Es curioso que Wagner no adopte nunca para sus obras leyendas en base sólo a su belleza o fantasía. Ello se debe a que la verdadera belleza siempre tiene sentido, mientras que la belleza externa, la que pertenece sólo a la vida física, pero está vacía, si no sintoniza con Dios, no vale la pena. Sólo la belleza que se exterioriza, proveniente del interior del alma, es verdadera porque es la encarnación, la revelación de la Inteligencia Divina. Y sólo podemos percibir la belleza de cada una de sus manifestaciones por medio de esa comprensión interna.

Wagner escogió, pues, como base de sus obras, temas que ilustran profundas verdades. Tocan todas las fases del progreso evolutivo y del desarrollo de la Humanidad. Tomadas en conjunto, las óperas de Wagner constituyen el más completo bosquejo de la evolución mediante la música, jamás revelado a nuestra raza.

20.- Sin duda, este método de desarrollo hubiera sido introducido en la Escuela de Música modelo que intentó establecer en Munich, y hubiera sido una adición posterior al trabajo ya realizado en Bayreuth. Con frecuencia dijo que Bayreuth estaba destinado a convertirse en el centro mundial del arte. Su muerte, casi tras el estreno de Parsifal, dio al traste con la esperanza de llevar a cabo su sueño de un Templo del Arte.

Su cumplimiento, sin embargo, sólo fue aplazado, no desechado. Una generación futura apreciará el verdadero valor de este vidente musical y su obra, y un mundo futuro verá el establecimiento de una escuela como Wagner la soñó y en la que, utilizando su música, se desarrollarán procesos definidos de desarrollo espiritual. Esto se hará paso a paso, como él hizo con sus sobras, con la música de cada situación, que contenía la nota clave del aspecto particular del alma a que se refería cada historia.

21.- La obertura del Holandés Errante es un sumario musical de toda la obra. Sombría en el tono, expresa tempestuosas emociones y anuncia una extraña y siniestra influencia. Dos principales motivos musicales subyacen a toda la partitura: La ansiosa y temeraria búsqueda del Holandés -tema del Océano- y el trascendentalmente hermoso de la Redención, que ilumina toda la obra. Al primero, interpretado por los cuernos, le sigue, generalmente, el tema de la Maldición, que persigue al marino, y expresa una curiosa disonancia con los instrumentos de madera. A medida que el barco avanza, se manifiestan las tormentas que lo combaten. De repente, los tonos menores cambian en mayores. El desgraciado marino ha percibido la visión de la mujer. Y esa visión indica el punto de giro de su vida y marca el principio de su ascenso, introduciendo el tema de la Redención. Cuando la obertura termina, el motivo del Holandés, hasta entonces cansado y lleno de tristeza, adopta el aspecto de alegre triunfo.

22.- La ópera está dividida en tres actos. En el primero, llamado La llegada del Buque Fantasma, y cuya música está dominada por la furia del mar, la acción es la siguiente: En una pequeña ensenada, próxima al pueblo noruego de Sandvike, atraca en espera de viento favorable el velero del capitán Daland, nativo de dicho pueblecito, en el cual le espera su hija Senta, a la que desea ardientemente reencontrar. A poco de descender Daland de su barco para observar su pueblo y su casa con el catalejo, se refugia en la misma ensenada un barco de mástiles negros y velas color rojo sangre, que es, precisamente, el buque fantasma, el del Holandés Errante, que desciende también y entabla conversación con Daland. El Holandés, vestido a la española, completamente de negro, tras maldecir su destino, recordar que ha buscado la muerte en todos los martes pero la maldición que le persigue le impide morir, y clamar por la destrucción de la Tierra, le ruega a Daland que lo acoja por una noche en su casa y, a cambio, lo llenará de tesoros, de los que le muestra una parte. Le pregunta, además, si tiene una hija soltera, pues desea casarse y necesita una mujer que lo quiera y le sea fiel hasta la muerte, único medio de librarse de la maldición de que es víctima, a lo que Daland contesta que sí, que su hija es hermosa y honesta y obediente y fiel, y le promete que la casará con él.

Esa destrucción de la Tierra por la que el Holandés clama es lógica, sabiendo que se trata de un espíritu “pegado a la Tierra” y, por tanto, inmortal en su permanencia en ella y que sólo morirá cuando la Tierra misma muera. No se trata de la muerte del espíritu, que es inmortal, sino del alma, del extracto de las experiencias terrenas, que son las que le dan al espíritu la conciencia de su identidad.

El encuentro entre Daland y el Holandés era inevitable. Las riquezas de éste, que no disfruta y desprecia, el afán de dinero de aquél, la necesidad de redención de éste y la existencia de un alma, llena de amor, de verdadero amor, dispuesta a ofrecerse, son elementos que, necesariamente tenían que interactuar.

En su aplicación a la vida humana, pues, este acto trata sobre los trabajos de la Ley de Retribución, tal como opera en alguien que ha puesto su voluntad por encima del al Voluntad Divina.

23.- El segundo acto, denominado del Reconocimiento, presenta la casa de Daland, donde su hija Senta y unas compañeras hilan y cantan. Senta, sin embargo, está absorta contemplando un cuadro colgado en la pared y que representa al Holandés Errante, historia conocida de la gente de mar. Siente por el pobre condenado una compasión que nada puede mitigar y se promete a sí mismas y a sus compañeras que, si tuviera ocasión, ella lo redimiría de su condena eterna. Existe, sin embargo, un enamorado de Senta, el cazador Erik, al que su padre rechaza porque es pobre, pero que la quiere y al que ella no se ha mostrado indiferente, aunque su obsesión por el Holandés ha sobrenadado siempre en sus sentimientos -caso típico de la proyección hacia delante de la sombra de un acontecimiento futuro- y continúa obsesionándola, con una seguridad extraña en que ella es la predestinada para esa misión redentora.

Erik llega de un viaje, va a casa de Senta a verla y le narra que ha tenido un sueño según el cual ella le abandonaba. Ella insiste, una vez más en su obsesión y él se va con la casi certeza de haberla perdido.

Los momentos mágicos de la obra se encuentran, precisamente, en este segundo acto y son: el canto de las doncellas hilando, que simboliza la trama de la vida, que nos une con personas y cosas inesperadas, y el éxtasis de Senta, cuando siente que ella será la elegida para redimir al Holandés. El propio Wagner escribió sobre este pasaje:

“Contiene el principal valor psicológico de la obra. Fue como la expresión de todo el drama, tal y como yo lo sentía en mi alma”.
 
En la última escena de este acto, entran en la habitación Daland y el Holandés, quedando, tanto éste como Senta, en silencio, observándose. Daland expone a su hija la promesa de matrimonio que ha hecho al primero y ella acepta. Cantan un dúo que significa que ha comenzado la transmutación de la naturaleza inferior en espíritu y, tomados de la mano, se juran eterna fidelidad.
 
En su aplicación a la vida humana, este segundo acto revela cómo, mediante sufrimientos y remordimientos, la naturaleza superior -la mujer- es descubierta y reconocida a primera vista.

24.- El tercer acto describe la probación de Senta, la joven doncella, fiel a su promesa hasta la muerte y más allá. Esta parte de la obra se llama El Pacto Inmortal. En su aspecto humano, este tercer acto muestra la indisoluble unión entre la vida humana y la vida divina. Y que la consecución de esa unión es el objetivo de todas las encarnaciones terrestres. Una vez conseguida, resiste el tiempo, el espacio y cualesquiera circunstancias. Y la muerte no tiene poder sobre ella, porque pertenece a lo eterno.

 La acción se desarrolla a la orilla del muelle en el que están los dos barcos. La tripulación de Daland festeja la llegada y la próxima boda, mientras que el barco y la tripulación del Holandés permanecen con las luces apagadas y en completo silencio.

Erik intenta recuperar a Senta y, durante esa conversación, Senta le dice: “No puedo seguir pensando en ti, pues siento una llamada superior”, e insiste en que ella será fiel hasta la muerte a su prometido. Éste aparece y, al verla con Erik, se cree burlado y, subiendo a su barco, zarpa rápidamente. Senta intenta impedirlo, retenida por Daland y Erik, pero ella se libra de sus brazos y, dirigiéndose al acantilado, se arroja al mar en busca de su amor exclamando: “La vida no tiene sentido para mí si tú no eres redimido”. El barco fantasma se hunde lentamente y, en el cielo del fondo, aparece el Holandés abrazando a Senta, ambos rodeados de un halo de luz


domingo, 3 de diciembre de 2017

WOLFGANG AMADEUS MOZART, MASÓN, BIOGRAFIA Y OBRAS


Salzburg, 27 de enero de 1756
Viena, 5 de diciembre de 1791

Como niño prodigio, Mozart asombró ya a los seis años a expertos y profanos y cautivó a los salones aristocráticos de toda Europa con su arte en el teclado. A los dieciséis años era ya un compositor en la madurez de su talento, un talento que la muerte truncó cuando, sin duda, la música podía esperar aún mucho de él. Mozart estuvo siempre abierto a todas las influencias para transfigurarlas con su genio. En rigor, no puede ser considerado como un gran innovador o como el creador de una escuela, pero su genio supo lograr la más bella síntesis de los más dispares e incluso contradictorios lenguajes musicales. Quizá por ello Rossini reservó para él la categoría de «único».
 
Hijo de Leopold Mozart (compositor, violinista y teórico de la música) y de Anna Maria Pertl, Wolfgang Amadeus dio ya desde los tres años (si hemos de creer a su padre) muestras inequívocas de poseer un desusado instinto musical y una prodigiosa memoria acústica. A los cuatro años (siempre según el testimonio de su progenitor) el pequeño Mozart tocaba ya de memoria en el clavicémbalo algunas composiciones, y a comienzos de 1761 había compuesto su primera obra.
 
Aunque es perfectamente verosímil su precocidad como intérprete del clavicémbalo, cabe, por el contrario, dudar de tan temprana pericia como compositor, sobre todo si tenemos en cuenta que su padre no dudó en rebajar la edad del niño prodigio con motivo de las primeras presentaciones públicas, y que la obra aludida (un Minueto y trío) sólo se conserva en copia del propio Leopold, lo que dificulta determinar cuánto hay en ella del hijo y cuánto del padre. Sea como fuere, Leopold Mozart, hombre profundamente religioso e imbuido de un exacerbado sentido de la autoridad y de la responsabilidad paterna, se entregó a la obligación desarrollar el talento de sus hijos -también su hija Maria Anna (Nannerl), cinco años mayor que Wolfgang mostraba buenas disposiciones musicales— y se creyó llamado a la mesiánica misión de darles a conocer al mundo.
 
Convertido en su profesor exclusivo, hasta tal punto que Wolfgang no tuvo de hecho otro maestro, sus enseñanzas debieron de producir muy pronto buenos frutos; en septiembre de 1761 llegó el momento de presentar a su hijo en un concierto en la Universidad de Salzburg, donde las habilidades del niño prodigio, la asombrosa precisión de su oído, sus pasmosas dotes de improvisación y su no menos increíble facilidad para la lectura de la música a primera vista dejaron sobrecogidos de admiración incluso a los propios músicos de la orquesta de la corte.
 
La admiración de Europa
 
Desde que en 1762 presentó a sus hijos en Munich, Viena y otras ciudades centroeuropeas, las ambiciones de Leopold fueron en aumento, sin que su esposa, mujer de carácter dulce pero poco instruida, supiera ponerles freno. Durante los años siguientes los Mozart recorrieron casi toda Europa. Monarcas, altos dignatarios, intelectuales, escritores y artistas rindiereron tributo de admiración al pequeño genio.
 
Mozart actuó varias veces en Versalles ante Luis XV, y en el palacio de Buckingham ante el rey de Inglaterra, Jorge III. En Frankfurt maravilló a Goethe, mientras que en París contó con la protección de Melchior von Grimm, poeta y filósofo alemán, librepensador y colaborador de la Encyclopedie, además de amigo de los grandes enciclopedistas, entre ellos Diderot y Voltaire. Se sabe que éste también era un admirador de Mozart. En Londres gozó del afecto y de la atención de Johann Christian Bach, hijo menor del inmortal Kantor de Leipz y cuyo influjo sobre Mozart fue profundo y duradero.
 
También en Italia fue acogido por renombrados músicos y disfrutó incluso de las enseñanzas ocasionales del venerable padre franciscano Giovanni Battista Martini, el más famoso teórico musical de la época, quien comunicó a Mozart un profundo amor por la polifonía clásica. En 1771, cuando Leopold Mozart decidió dar por concluida la larga tournée por Italia, Wolfgang, todavía un adolescente, era conocido y alabado en toda Europa.
 
Servidumbre y grandeza
 
Sólo la innegable devoción de Leopold por sus hijos y el encomiable propósito de buscar para ellos un futuro sin privaciones le redimen del régimen de explotación a que, en realidad, les sometió. Durante muchos años la vida de Nannerl y de Wolfgang se convirtió en una sucesión interminable de giras que les arrebataron la infancia y la adolescencia, sobre todo a este último, en quien recaía la mayor responsabilidad dada su condición de niño prodigio. Los constantes viajes y la tensión que desde tan temprana edad sufrió Mozart le sumieron a veces en peligrosas depresiones y en el agotamiento; en esos años padeció, además, diversas enfermedades, cuyas secuelas parece que tuvieron mucho que ver con su temprana muerte.
 
Convertido para sus propios hijos en lo que hoy consideraríamos su promotor o productor artístico, Leopold Mozart no dudó en mentir acerca de la edad del niño ni en exhibirlo a veces como algo parecido a un «fenómeno de feria», demostrando, cuando menos, una falta pavorosa del sentido del ridículo. Como prometía el anuncio publicitario que hizo imprimir en la prensa londinense, los dos niños tocaban a cuatro manos en el mismo clavicémbalo poniendo encima del teclado un paño para tocar sin ver las teclas. Fue tal el sensacionalismo de este tipo de «números» que Wolfgang llegó a ser tomado por un «animalillo, amaestrado». Los músicos más expertos de Londres le sometieron, por ejemplo, a las más refinadas pruebas técnicas; como todas las salvó con éxito, el filósofo Daines Barringtorm hizo al niño un examen científico para aclarar el misterio de un genio tan inconcebiblemente precoz. A pesar de todo, el talento superior de Mozart salió milagrosamente indemne del peligro del amaneramiento y diletantismo.
 
De carácter sociable, extravertido y risueño, Wolfgang pudo, sobrellevar sin amargura tantas responsabilidades gracias a la alegría vital que nunca le abandonó e incluso le permitió estar siempre agradecido a su padre. Todo hace creer, así mismo, que el «maestro Wolfgang», como le presentaba Leopold, era feliz con música y su prodigioso instinto para este arte se sintió poderosamente estimulado en contacto con los músicos y los lenguajes musicales que pudo conocer durante sus viajes. Cuando Mozart regresó de su gira por Italia en 1772 sólo tenía dieciséis años, pero era ya dueño de un acervo musical amplísimo, merced a su acercamiento a la música vocal italiana, a la ópera seria y a la ópera bufa, a la música sinfónica de Sanmartini, a la influencia italianizante de Johann Christian Bach, a la polifonía clásica, del padre Martini...
 
La camaleónica disposición musical de Mozart se pone claramente de manifiesto incluso en sus composiciones sacras, en las que. utiliza una variedad de formas impresionante: la polifonía italiana, el aria napolitana, las composiciones tradicionales de los coros austríacos, el contrapunto barroco, el coral luterano, la salmodia litúrgica, etc.
 
Gloria y pobreza
 
Si las alabanzas dirigidas a Mozart fueron muchas (en Italia se le "había recibido" con más honores que a ningún otro músico), según sus propias palabras, el provecho económico fue mucho más escaso de lo que su padre esperaba. Es cierto que el rey Jorge III y algunos miembros de la nobleza europea se mostraron en ocasiones espléndidos y que Wolfgang recibió algunos encargos, como el que le permitió estrenar en Milán, en 1770, su ópera "Mitridate re di Ponto", pero, a decir verdad, los salones cortesanos se mostraron más inclinados al elogio que a la recompensa. En su primer viaje a la corte de Viena todo lo que los Mozart consiguieron de la emperatriz María Teresa fueron unos trajes de gala. En Aquisgrán, donde actuaron para la princesa Anna Amalia de Prusia, sólo besos recibieron de ella, como lo cuenta Leopold irritado: «Si los besos que dio a mis hijos, sobre todo al maestro Wolfgang, fueran luises de oro, seríamos ricos.»

También fueron vanos los esfuerzos de Leopold por lograr un cargo o prebenda para su hijo. En 1771, en Italia, fracasó en su propósito de colocarle al servicio del archiduque Fernando, hijo de la emperatriz de Austria, aprovechando el éxito de la serenata Ascanio in Alba, escrita por wolfgang para la boda del archiduque y la cual era en realidad una ópera en dos actos. Pero a pesar de que el príncipe cumplimentó al pequeño llamándole «bravissimo maestro» y concedió a su padre una audiencia, no quiso comprometerse y consultó sobre ello a su madre, la emperatriz María Teresa, quien le aconsejó que no adquiriese a su servicio a ninguno de los Mozart, «que andan rodando por el mundo como pordioseros».

En 1769, el príncipe-arzobispo de Salzburg, Sigismund Christoph, a cuyo servicio estaba Leopold, había nombrado a Wolfgang konzertmeister de la corte después de que estrenara la ópera "La finta semplice" con motivo de la onomástica del príncipe; pero la distinción era puramente honorífica y no reportaba remuneración alguna. En este sentido, la suerte cambió en 1772, cuando a la muerte del obispo fue elegido como sucesor Hieronymus Colloredo, para cuya entronización compuso Mozart la serenata dramática "Il sogno di Scipione", con texto de Metastasio. Colloredo agregó a su nombramiento un salario de 150 florines, cantidad nada despreciable para un músico tan joven.

Los Mozart, sin embargo, empezaron muy pronto a sentirse «esclavizados» en Salzburg. A diferencia de su antecesor, Colloredo era un hombre autoritario que no permitía transgresiones a las normas de la corte. Limitadas sus posibilidades artísticas, Wolfgang comenzó a manifestar uno de los rasgos que mejor manifiestan la grandeza de su personalidad: el deseo de independencia humana y creativa. La rebelión de Mozart contra los designios de Colloredo culminó en 1781 tras sufrir algunas humillaciones por parte del príncipe.

Un pequeño gran compositor
 
Estando aún en plena adolescencia, Mozart podía ya ser considerado realmente como un gran compositor. Entre otras obras, a los doce años había escrito la partitura escénica Bastien und Bastienne, K. 50; a los trece, las Misas K. 65 y K. 66 y la Serenata, K. 100; a los catorce, el admirable Cuarteto en sol mayor, K. 80 (1770), y antes de los dieciséis años había compuesto numerosas sinfonías, como la Sinfonía n.° 18 en fa mayor, K. 130 (1772), en las que había ido tamizando la influencia italianizante que le transmitiera Johann Christian Bach para evolucionar hacia un lenguaje más acentuadamente vienés.

Sin haber cumplido los diecisiete años, Mozart estrenó una nueva ópera en Milán, Lucio Silla. A partir de ese momento entró en su madurez expresiva, manifestada con la superación definitiva del «estilo italiano», como lo atestiguan sus Sinfonías K. 183, K 200, K 201 y K. 202, o los seis Cuartetos K. 168-173, escritos en 1773 durante una nueva estancia en Viena, donde los intentos de su padre de lograr el favor de la emperatriz volvieron a fracasar. Sin embargo, ese viaje tuvo resultados artísticos trascendentales para el futuro de Wolfgang como compositor, pues entró en contacto con los métodos compositivos de Haydn, creador de un nuevo estilo musical. Mucho deben los cuartetos mencionados a Haydn, cuya influencia conectó así mismo a Mozart con la turbulencia sentimental del Sturm und Drang, sin que por ello quepa considerar a Wolfgang un romántico, como algunas veces se ha hecho de forma inconsciente. Resultaría un contrasentido hablar de «romanticismo» mozartiano, cuando ni siquiera en los más aciagos momentos de su vida es fácil encontrar en la obra de Mozart páginas atormentadas como sería de esperar en un auténtico romántico, mientras abundan, en cambio, las obras radiantes y llenas de gracia.
 
La rebeldía de Mozart
 
Sometido al estricto régimen impuesto por Colloredo, Mozart pasó cinco años en Salzburg viendo restringida su libertad a ocasionales viajes a Viena, como el que hemos mencionado, y a Munich, donde estrenó en 1775 con gran éxito su nueva ópera, La finta giardiniera. Fueron años ricos en producciones artísticas, pero llenos de crisis internas y de luchas por tratar de ser lo que quería ser. Su genio estaba puramente constreñido a producir obras para la orquesta de la corte, para la catedral y para ciertas ocasiones especiales.

No es extraño que en la extensa producción instrumental de esta época dedique poca atención a la sinfonía (ninguna en 1775 y 1776) y en cambio abunden los divertimentos, las serenatas, las marchas y las sonatas da chiesa. Sin embargo, escribió cinco conciertos para violín y orquesta, de los cuales el N.° 3 en sol mayor, K. 216, el N.° 4 en re mayor, K 218, y el N.° 5 en la mayor, K. 219, son obras maestras que nos hablan de un Mozart en posesión de todos sus recursos. Para corroborarlo están también los cuatro importantes conciertos para piano (N.° 6 en si bemol mayor, K. 238, N.° 7 en fa mayor, K. 242, N.° 8 en do mayor, K. 246, y N.° 9 en mi bemol mayor, K. 271), escritos por esta época, como la ópera en dos actos II re pastore.

El descontento y la antipatía que se profesaban el arzobispo Colloredo y Mozart llegó a hacerse insoportable para el músico a principios de 1777. El joven Mozart había cumplido ya veintiún años y tenía en su haber más de trescientas composiciones, muchas de las cuales habían tenido gran éxito; sin embargo, las ataduras que le ligaban a la corte de Salzburg seguían siendo un freno para su genio. Por ello decidió romperlas, para afirmar su libertad como artista. Una primera petición de libertad hecha por su padre recibió una colérica negativa del arzobispo, pero no impidió que unos meses más tarde Mozart escribiera una nueva petición, redactada en términos tan reverenciales que llegan a sugerir sarcasmo e ironía, pero que al final surtió el efecto deseado.
 
Años de incertidumbre
 
Liberado de Salzburg, los años siguientes fueron años de incertidumbre y de búsqueda, muchas veces frustrada. En Munich fracasó en su intento de ser admitido como compositor de la corte y lo mismo sucedió en Mannheim. Durante esta época comenzaron a ponerse tirantes las relaciones con su padre, alarmado, al parecer no sin motivo, por la incapacidad de Wolfgang para adecuarse a las conveniencias sociales y labrar su propia fortuna. Los temores de que su hijo llevara una vida disoluta se hicieron alarmantes para Leopold cuando en 1778 el joven se enamoró de Aloysia Weber, hija del organista de la catedral (que era a su vez tío de Carl Maria von Weber) y joven cantante que aspiraba a ser una prima donna. Wolfgang decidió incluso desistir de un previsto viaje a París con objeto de dedicarse por entero a la formación y promoción de la joven; pero presionado por Leopold, que se oponía a tales relaciones, partió ese mismo año hacia la capital francesa, acompañado por su madre, para tentar de nuevo a la fortuna. Este segundo viaje a París no le aportó más que infortunios y decepciones.

Mozart no sólo sufrió la indiferencia de los salones que en otro tiempo le aplaudieran, sino que tuvo que hacer frente a la muerte de su madre, de la que se sintió en parte culpable por haberla dejado demasiado sola durante días enteros para atender sus compromisos sociales. Era evidente que el genio de la música no tenía dotes para abrirse camino en sociedad, como así lo escribió certeramente Grimm a Leopold: «Le iría mejor si tuviera la mitad de talento y el doble de sagacidad y astucia.»

Dispuesto a resolver el futuro de su hijo de forma más realista, Leopold logró que Colloredo le admitiera de nuevo como konzertmeister. De regreso a Salzburg, sufrió aún una nueva decepción a su paso por Munich: la frialdad de Aloysia, convertida ya en prima donna triunfante en la Ópera de la corte. Profundamente decepcionado, Mozart volvió a la vida tranquila de Salzburg para dedicarse intensamente a la composición durante los años 1779 y 1780. La sola enumeración de algunas obras de esta época asombra:

Misa de la Coronación, K. 317, Missa solemnis en do mayor, K. 337; las dos series de vísperas (Vesperae de Dominica, K. 321, y Vesperae solennes de confessore, K. 339); dos sinfonías, la N.° 33, K. 319 y la N.° 34, K. 338; el Concierto para dos pianos y orquesta, K. 365 y la Sonata en si bemol mayor, K. 378. A ello hay que añadir la composición de Idomeneo, re di Creta, ópera estrenada en 1781 en Munich con gran éxito.

Pero las diferencias entre Mozart y Colloredo seguían siendo demasiado profundas y el trato humillante que el arzobispo le dispensó durante un viaje a Viena para asistir a la coronación del emperador José II acabó por abocar al músico a la rebelión abierta. Una violenta discusión en la que Colloredo insultó a Mozart llamándole harapiento, haragán, imbécil y díscolo significó la ruptura definitiva.

Años de gloria
 
Sin perder el incurable optimismo que a tantos errores le impulsó a lo largo de su vida, lleno de confianza en sus posibilidades artísticas, Mozart decidió permanecer en Viena en busca de la suerte tantas veces esquiva. «Le ruego que esté contento, porque ahora comienza verdaderamente mi fortuna, que espero sea también la suya», escribió Wolfgang a su padre. Instalado en casa de los Weber, que se habían mudado a Viena debido al fabuloso contrato que la Ópera había ofrecido a Aloysia, Mozart se casó en 1782 con una hermana menor de ésta, Konstanze, al parecer sin el consentimiento de Leopold, cuyo permiso llegó un día después de la boda. Seis hijos nacieron de esta unión, pero sólo dos de ellos llegaron a la adolescencia. Se ha acusado a Konstanze de no haber sabido comprender a Mozart y de ser causante de todas sus angustias económicas con sus excesivos gastos en lujos personales, pero la verdad es que, al decir de la propia Nannerl, tampoco Wolfgang era capaz de administrarse, y las continuas estrecheces materiales no favorecieron, sin duda, la felicidad del matrimonio.

Las clases fueron el principal medio de subsistencia de la familia hasta que el inconmensurable éxito de la ópera Die Entführung aus dem Serail (El rapto del serrallo), estrenada en 1782, hizo que menudearan los conciertos y encargos. Alabada por Gluck, esta obra señala el inicio del «gran Mozart» y su confirmación como autor dramático. Como sería prolijo enumerar todas las obras compuestas en los años vieneses, baste citar la impresionante sucesión de Conciertos para piano que escribió entre 1782 y 1784, la Sinfonía en re mayor «Haffner», los Conciertos para trompa, K. 412, K. 417 y K. 447, o los Seis cuartetos, Op. 10, dedicados a Haydn, con quien mantuvo una excelente amistad. Ambos músicos ingresaron por esa época en la masonería y Mozart compuso bastantes obras para su logia, la Zur Wohltátigkeit (La Beneficencia), en la que fue admitido el 5 de diciembre de 1784.

En 1786, el apoteósico triunfo de la ópera Le nozze di Figaro (Las bodas de Fígaro) convirtió a Mozart en el gran maestro de la ópera, aunque las veleidades del público vienés hicieron que la obra quedara pronto en un segundo plano al estrenarse Una cosa rara, del español Vicente Martín y Soler. Sin embargo, Fígaro volvió a triunfar en Praga, donde Mozart había sido invitado. Frutos de este viaje fueron la Sinfonía n.° 38 «Praga» (1787) y el encargo de una nueva ópera, del cual nacería Don Giovanni, obra que Mozart aprovechó para ridiculizar a Una cosa rara. Con ello volvió a imponer su genio en la escena dramática. Eran días de gloria para Mozart, que además, tras el fallecimiento de Gluck, sustituyó a éste en Viena como compositor de la corte. Sin embargo, su situación económiza siguió siendo incomprensiblemente desastrosa.

El principio del fin
 
Los tres postreros años de la vida de Mozart estuvieron llenos de desdichas y de problemas económicos, aunque en el terreno musical fueron esplendorosos. En 1788, en sólo seis semanas compuso sus tres últimas sinfonías. la N.° 39 en mi bemol, la N.° 40 en sol menor y la N.° 41 en do mayor "Júpiter". En 1790 estrenó en Viena "Cosi fan tutte" y al año siguiente sus dos últimas óperas: "Die Zauberflóte" (La flauta mágica), en Viena, y "La clemenza di Tito", en Praga.

En el estreno La flauta mágica, el público vienés tras una primera reacción de sorpresa al oír el primer acto, quedó totalmente arrebatado por la extraordinaria belleza de la obra. En octubre 1791 escribió Mozart su última composición completa, la cantata masónica "Lasst uns mit geschlungen Händen (Anunciad alto nuestra alegría) K. 623, que se estrenó en su logia.
 
Requiem y muerte
 
A continuación emprendió Mozart elaboración de su última obra, el Requiem, K. 626, cuya composición fue interrumpida por la muerte. Las circunstancias un tanto misteriosas que rodearon el nacimiento de esta obra dieron origen a una leyenda romántica, pero hoy sabemos que el enigmático personaje que encargó secretamente la composición a Mozart era un enviado del conde Franz von Walsegg Stuppach, quien quería honrar la memoria de su joven esposa fallecida recientemente con una misa de Requiem excepcional.

Buena parte de la obra la escribió Mozart estando ya en su lecho de muerte; algunas veces afirmó que con esa obra estaba escribiendo la música de sus propios funerales, consciente como era de la gravedad de su estado. Dos días antes de su muerte, acaecida en la madrugada del 5 de diciembre de 1791, aún recibió a un grupo de amigos que interpretaron junto a su lecho los fragmentos del Requiem que había compuesto.

También la leyenda se ha enseñoreado con las circunstancias que rodearon la muerte de Mozart, pues aunque el dictamen médico estableció que había fallecido de «fiebre reumática», corrió la voz de que había sido envenenado por Antonio Salieri, compositor de la corte y uno de sus grandes rivales en Viena. Esta versión dio lugar a un bello drama escrito por Alexandr Pushkin, Mozart y Salieri (1832), que trata sobre el problema de la envidia, y ha inspirado un film de gran éxito comercial, Amadeus, de Milos Formann (1984).
 
A pesar de su breve existencia, Mozart vivió una plenitud comparable a la de los artistas más longevos. Las adversidades no hicieron mella en su espíritu alegre y creador, siempre ávido de esperanza, incluso ante la certeza de la prematura muerte.

 

EL CANTO DEL APRENDIZ INICIADO


Por nuestro Hermano el señor Matthieu Birkhead
Para ser entonado cuando todos los asuntos graves
han sido solventados, con permiso del Maestro.

Preparémonos, nosotros, Hermanos
que estamos reunidos en ocasión alegre;
bebamos, riamos y cantemos
pues nuestro vino tiene un resorte
aquí está la salud de los Masones aceptados.

II

El mundo se esfuerza en conocer nuestros secretos
pero dejémosles admirar y contemplar
porque jamás podrán adivinar la Palabra
ni el Signo de un Masón libre y aceptado.

III

Es esto y es aquello no pueden decir qué;
por qué tantos grandes hombres de la nación
revisten sus mandiles para hacerse unos
con el libre y aceptado Masón.

IV

Grandes reyes, duques y señores
han depuesto sus espadas
para honrar nuestros misterios
y nunca se avergüenzan de oír cómo se les llama
con el Masón libre y aceptado.

V

El orgullo de antigüedad tenemos de nuestro lado;
y esto sitúa a los hombres en su lugar
Nada hay sino lo que es bueno para que lo entienda
un Masón libre y aceptado.

VI

Unámonos mano sobre mano
Afirmémonos unos sobre los otros,
Alegrémonos y mostremos rostros brillantes
porque ¿qué mortal puede jactarse
de tan noble brindis
como un libre y aceptado Masón?.
 
 

EL CANTO DEL COMPAÑERO


Por nuestro Hermano Charles Delafaye.
Para cantarse y representarse en la Gran Fiesta

¡Salve, Masonería, tú, Arte divina!
Gloria de la Tierra, revelada por el Cielo;
que brillas con piedras preciosas
oculta a todo fuera de los ojos masones.

CORO

¿Quién puede repetir debidamente tus alabanzas e
n prosa inquieta o verso flúido?

II

Como los hombres se distinguen de los brutos
Un Masón sobrepasa a los demás hombres
Porque ¿qué conocimiento escogido y raro
habita si no es en su pecho?

CORO

Su pecho silencioso y gran corazón
preserva el secreto del Arte.

III

Contra el calor ardiente y el frío penetrante
contra las fieras que rugen desde el bosque
contra los asaltos de feroces guerreros
el Arte del Masón defiende a la Humanidad
 
CORO

Ríndase el honor debido al Arte
del que la Humanidad recibe tal ayuda.

IV

Insignias de Estado que nutren nuestro orgullo
Distinciones turbadoras y vanas
Son apartadas por los Masones;
Los hijos del Arte, nacidos libres,
desprecian tales juguetes.

CORO

Ennoblecidos por el nombre que llevan
distinguidos por el emblema que portan.

V

Dulce Compañía, libre de la envidia;
Amical intercambio de la Hermandad;
Sea la logia un cemento perdurable que se ha mantenido firmemente a través de las edades.

CORO

Una logia, construida así en las edades pasadas
Ha perdurado y siempre perdurará.

VI

Hágase justicia en nuestras canciones
a quienes han enriquecido al Arte,
desde Jabal a Burlington
y lleve una parte cada Hermano.

CORO

Que perviva la salud de los nobles Masones
y resuene su alabanza en la elevada logia.
 
 
 

LA MÚSICA MASÓNICA


Muchos han sido los hombres que, al amparo de sociedades creadas con el objeto de impulsar y proteger ciertos ideales más o menos ortodoxos, han logrado desarrollar una labor artística, sea gracias a su apoyo social y económico, sea por un apoyo de tipo ideológico. El caso de la masonería es una excepción dentro de la evolución de tales órdenes, dado que su inmensa repercusión y aceptación no es parangonable a las persecuciones y en muchas ocasiones discriminaciones recibidas por otras sociedades, como las de los templarios o los rosacruces.

La logia masónica, cuyo origen data de la Edad Media, adquirió una enorme importancia a partir del siglo XVII, incrementándose su difusión durante las dos siguientes centurias y culminando en los inicios del siglo xx. En todo este período, los distintos poderes políticos y religiosos pusieron numerosas dificultades e impedimentos para frenar la proliferación de simpatizantes, con el implícito aumento de poder de dicha sociedad que albergaba tal situación.
 
El atractivo que podía ofrecer a un músico o a cualquier otro artista la adhesión a una logia era, al margen de la fraternidad procurada por unas ideas comunes (como lo era grosso modo el unánime deseo de construir una sociedad sustentada por tres pilares humanitarios: la sabiduría, la razón y la naturaleza), la protección y solidaridad que le era otorgada siempre que sus obras se enmarcaran dentro de los objetivos de la logia.
 
Aunque no plenamente integrados en los rituales masónicos, los himnos y las antífonas fueron quizá las dos formas musicales que más se adecuaban a tales actos, puesto que hasta el siglo XIX, en el que se hizo uso por vez primera de instrumentos como el órgano, la música masónica era esencialmente vocal. Algunas de estas piezas derivaron de canciones populares, a las cuales se les adaptaba un texto perteneciente a la logia.
 
Así mismo se crearon composiciones de mayor envergadura, como la cantata Carmen saeculare, de Francois-André Philidor, o la ópera Osiride, de Johann Gottlieb Naumann.
 
Entre los principales compositores que pertenecieron a la orden masónica destaca en primer lugar Wolfgang Amadeus Mozart, quien ya en 1773, a los diecisiete años, escribió la música incidental para la obra teatral masónica Tamos, rey de Egipto, de Gebler.
 
Adherido a la logia Zur Wohlthátigkeit, compuso numerosas obras de contenido masón, todas ellas vocales, culminando su producción masónica con la creación de una de sus óperas más lúcidas y maduras, La flauta mágica, ideada como una exposición de los distintos ritos iniciáticos.
 
Amigo de Mozart, Joseph Haydn también perteneció a una orden masónica, aunque su filiación fue mucho menos duradera que la de aquél; no escribió ninguna obra musical en este sentido, si bien se especula la posible factura masónica de La Creación.
 
Entre los músicos del siglo XIX pertenecientes a una logia figuran Beethoven (aunque hay alguna incertidumbre sobre esto), Liszt (primero miembro de la logia Zur Einigkeit, y más tarde de la gran orden berlinesa Zur Eintracht), Spohr, Puccini, Boito, Elsner, Ole Bull, John Philip Sousa, el musicólogo alemán Hugo Riemann, etc..

La masonería reunió entre sus miembros o simpatizantes de las logias un sinfín de personalidades activas en los campos literario y musical, desde Swift, Haydn o Mozart, hasta Goethe, Stendhal, Liszt o Puccini.



 

sábado, 2 de diciembre de 2017

LA CANCION DEL VIGILANTE MASÓN


Otra Historia de la Masonería.
 
Compuesta desde que el muy noble príncipe Felipe, duque de Wharton, fue elegido Gran Maestre. Por el Autor (Anderson). Para ser cantada y representada en la asamblea trimestral.

I

Dondequiera estemos solos
y todo extranjero se haya ido
En verano, otoño, invierno y primavera
empecemos a actuar,
empecemos a cantar.
El poderoso Genio de la alta logia
en cada época invitará e inspirará al príncipe,
al sacerdote, al juez al noble y al sabio
para unirse y alimentar el gran proyecto masónico

II

Alimentar el gran proyecto
fue siempre el cuidado de los Masones
desde Adán antes del Diluvio
cuyo arte entendió el viejo Noé
y lo comunicó a Jafet, Sem y Cam
que enseñaron a su raza
a construir rápidamente la orgullosa Babel,
ciudad y torre hasta que fue admirada demasiado
y entonces los hijos del hombre se dispersaron.

III

Pero aunque sus lenguas se confundieron,
en regiones distantes usaron su Arte
Trajeron de Shinar buenas instrucciones
para alimentar el Arte que entendían;
Por eso cantemos primero a los príncipes de las islas
luego al gran Bellus que fijó su trono
en la antigua Asiria, donde construyó
majestuosos edificios y a las pirámides de Mizraim,
entre los otros temas de nuestra canción.

IV

Y Sem, que instiló la útil y admirable habilidad
en las mentes de las grandes naciones
Y luego Abram, que transmitió
las lecciones de Asiria a sus hjos,
que cuando se hallaban en tierra egipcia,
por mano del Faraón fueron duramente instruidos
para ser hombres hábiles
Hasta que se levantó su gran maestro Moisés
que les liberó de sus enemigos.

V

Pero ¿quién cantará las alabanzas
de quienes alzaron la Tienda?.
Cantemos a los obreros fieles como el acero,
Aholiab y Bezaleel; cantemos a Tiro y Sidón,
y a los viejos fenicios.
Pero la hazaña de Sansón no se ha olvidado jamás;
Reveló sus secretos a su mujer,
que vendió a su marido,
quien por fin derribó el templo
sobre todos en la ciudad de Gaza.

VI

Pero al rey Salomón cantaremos
con notas solemnes;
que realizó por fin el gran proyecto por riqueza,
poder y arte divino ayudado por Hiram,
príncipe de Tiro por artesanos excelentes
que entendieron a la encantadora influencia
del sabio Hiram Abif;
Ayudó a los brillantes Masones judíos
cuyas estupendas obras nadie será capaz de recitar.

VII

A estos gloriosos reyes masones
cada agradecido Hermano canta
que elevaron al Arte hasta su cenit
e impartieron a todas las naciones la útil habilidad;
porque desde el hermoso Templo
a cada nación y playa extranjera
marcharon los artesanos
y enseñaron el Gran Proyecto del cual los reyes,
con los poderosos pares y hombres sabios
fueron observadores.

VIII

A continuación el templo de Diana
alzado en Asia Menor
y las orgullosas murallas de Babilonia,
sede de Nabucodonosor el Grande
la tumba de Mausolo, el rey cario;
con muchos edificios de elevado estilo en Africa
y la gran Asia, cantemos;
en Grecia, en Sicilia y en Roma
que venció a esas naciones.

IX

Cantemos también a Augusto
el verdadero General Maestro
que mediante Vitruvio refinó y extendió
el gran proyecto masónico al norte y al oeste,
hasta que los antiguos bretones
escogieron al Arte Real en todas partes,
y pudieron revelar la arquitectura romana
hasta que la furia guerrera de los sajones
destruyó la habilidad de muchas épocas.

X

Al fin el estilo gótico prevaleció en la isla británica
cuando los masones resucitaron su gran proyecto
y se esforzaron en sus bien formadas logias
aunque no como antes en los días de Roma
cantad sin embargo los templos de los sajones,
daneses, de los escoceses, galeses, irlandeses;
pero cantad primero a Athelstan y el príncipe Edwin
nuestro Maestro de gran influencia..

XI

Y también a los reyes normandos
canta el Masón británico;
hasta que el estilo romano revivió allí
y cuando las coronas británicas se reunieron
bajo el sabio Jacobo, un rey Masón,
que alzó grandes masas de piedra
mediante Iñigo Jones que emuló al sabio Paladio,
justamente alabado en Italia
y en Gran Bretaña también
Por su arquitectura firme y auténtica.

XII

Y después en cada reinado
obtuvieron los Masones con el rey,
los nobles y los sabios
cuya fama resuena hasta los cielos,
excita la época presente a reunirse en logia
y revestir los mandiles con habilidad y cuidado
para elevar el antiguo gran proyecto masónico
y revivir el proyecto de Augusto
en muchos y artísticos edificios.

XIII

Desde entonces todo el mundo canta
al Artesano y al Rey con poesía
y dulce música resonando en completa armonía;
y con geometría en manos hábiles
tributan el merecido homenaje sin demora
al noble duque de Wharton,
nuestro Gran Maestre que rige a los hijos del Arte,
nacidos libres por amor y amistad, mano y corazón.

CORO

¿Quién podrá repetir la alabanza
en dulces cantos poéticos o sólida prosa,
de los verdaderos Masones
cuyo Arte trasciende la visión común?.
Sus secretos no han sido hasta ahora
jamás expuestos a los extraños
y serán preservados por los Masones libres
y solamente revelados en la antigua logia;
porque se guardan en el corazón del Masón
por los Hermanos del Arte Real.

Para completar esta página se ha pensado que no será inconveniente insertar aquí un párrafo de un antiguo archivo masónico, es decir «La Compañia de los Masones», llamados de otra forma Francmasones, de antigua fundación y buena reputación, y de reuniones afables y benevolentes mantenidas en diversas épocas y como una Fraternidad en la que se cultiva el mutuo amor, que ha frecuentado esta asamblea mutua desde el tiempo del rey Enrique V, el duodécimo año de su muy gracioso reinado.
 
El dicho documento describe el escudo de armas que se asemejan mucho a las de la Compañía londinense de los Masones libres; se cree generalmente que esa Compañía desciende de la antigua Fraternidad y que en tiempos antiguos ningún hombre se convertía en miembro libre de esa Compañía antes de haberse iniciado en alguna logia de Masones francos y aceptados, lo que era una cualificación necesaria.
 
Pero esta loable práctica parece haber caído en desuso desde hace mucho tiempo. Los Hermanos en los países extranjeros han descubierto también que algunas nobles y antiguas sociedades y órdenes han derivado sus Obligaciones y sus Reglamentos de los Francmasones (que constituyen actualmente la más antigua Orden de la Tierra) y quizás todos los miembros eran originalmente miembros de la dicha antigua y poderosa cofradía. Pero esto será completamente puesto en evidencia en tiempo conveniente.

Con esta documentación intercalada al fin del Canto del Vigilante, Anderson pretende recalcar la continuidad entre la Masonería operativa y la especulativa y establece una relación entre la Masonería y las Ordenes —sin duda se refiere a las militares— que anticipa la tesis del famoso discurso de Ramsay.
 
 
 

LOS ALTOS GRADOS EN LA MASONERÍA

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