3 - El Tres es el número divino y el símbolo de la fuerza vital.
EL Tres es considerado tradicionalmente como un número divino. La Santísima Trinidad no procede únicamente del cristianismo. En el panteón griego son tres los hermanos que se reparten el dominio sobre la tierra y los hombres. Se trata de Zeus, Poseidón y Hades.
En el antiguo Egipto se veneraba la trinidad de la diosa Isis, Osiris y Horus, mientras que los dioses que reconoce la tradición hindú son Brahma, el creador; Vishnú, el receptor, y Shiva, el destructor.
Curiosamente, el ojo de Dios está rodeado por una figura triangular. En su forma más primitiva nos encontrarnos esta simbología en la trinidad de la diosa de la Luna, cuyo culto estaba muy extendido antiguamente y del que se guardan múltiples documentos en Occidente. Ella representa la tres fases de la Luna: creciente, menguante y luna llena, que a su vez simbolizan el futuro, el pasado y el presente, respectivamente, y que en su conjunto son consideradas corno la eterna rueda del tiempo. La diosa blanca (la luna creciente) representaba el nacimiento y el desarrollo. La diosa roja (luna llena) era la diosa del amor y de la lucha, y la diosa negra (luna menguante) simbolizaba la muerte y la magia. Los griegos llamaban a estos tres aspectos Hebe, Hera y Hécate y veneraban con mayor fervor al lado oscuro, seguramente por estar a bien con él. El día de la festividad de Hécate en el 15 de agosto, que más barde se convertiría en el día de la Asunción de los cristianos. La Virgen María unifica estas tres fases: virgen, madre y reina.
Muy populares resultan las tres caras de la Luna, representadas por las figuras de las tres diosas del destino, Parca (romana), Nornas (nórdica) o Moiras (griega). Los griegos llamaban a la primera diosa, Coto, la hilandera, la que hila el hilo de la vida, a la segunda le dieron el nombre de Láquesis, la medidora, encargada de medir la longitud de dicho hilo, y la tercera se llamaría Átropos, «la inevitable», la más temida de las tres, pues es la que termina cortando el hilo.
Incluso cuando los dioses masculinos comenzaron a gobernar el cielo, el poder de estas tres viejas diosas se mantuvo intacto. Zeus, el gran padre de los dioses, siempre acababa sometiéndose a las decisiones de estas diosas.
La figura de los tres Reyes Magos es una prueba más de lo determinante que resulta esta simbología arquetípica. En la Biblia tan solo se menciona la existencia de unos sabios procedentes de Oriente, pero con el tiempo se da por supuesto que se trata de tres reyes, siendo uno de ellos negro en representación de la luna llena.
En los tiempos matriarcales, el año se dividía en tres estaciones, en función de las tres fases lunares que simbolizaban el futuro, el presente y el pasado. Muy probablemente fuera este el origen de ciertas figuras simbólicas que están representadas por tres piernas y que siguen apareciendo todavía hoy en el blasón de la Isla de Man y en la bandera de Sicilia.
La quimera, el ser que estaba compuesto por los tres animales, león, cabra y serpiente, y que a su vez simbolizaban la primavera, el verano y el invierno, era considerada como la representación del transcurso del año que era dividido en tres partes. En el momento en el que se implantó el patriarcado, este animal, que originariamente era considerado sagrado, empezó a simbolizar la maldad y el peligro, y por esta razón terminó siendo vencido por el héroe griego Belerofonte, que a su vez sirvió de ejemplo a san Jorge.
El que era considerado hermano de este ser animal, el perro diabólico de tres cabezas, posiblemente perteneciera al mismo tipo de simbología, y se decía que era el guardián de la puerta de los infiernos.
El Tres se considera ante todo un número sagrado, pues encierra en sí el secreto de la fuerza vital. Mientras que el Uno y el Dos simbolizan la polaridad primitiva masculina y femenina, la fusión de ambos da lugar al Tres. Expresado en otras palabras: todo lo nuevo surge como un tercero a partir de la fusión de los contrastes. Por ejemplo: Padre + Madre = Hijo o Tesis + Antítesis = Síntesis.
Desde el Big Bang no ha vuelto a surgir nada de la nada. Todo aquello que se forma o que es inventado nuevamente procede de algo ya preexistente que termina materializándose en una nueva síntesis. El Uno y el Dos actúan como los dos polos de un imán o de una batería entre los que se origina un campo de tensión en el cual se puede crear algo nuevo. Una cuerda tensada entre dos polos puede dar origen a un bonito sonido. Aunque también es posible que a partir de un campo de tensión negativo (como ocurre, por ejemplo, en una discusión entre dos personas) pueda surgir una tercera persona sonriente.
El Tres como símbolo del todo vivo aparece también en el tradicional libro sobre la sabiduría china Tao Te Kíng, en el que se dice: el Tao dio origen al Uno, el Uno dio lugar al Dos y del Dos surgieron las mil y una cosas restantes. Desde entonces se considera sagrada la fuerza que crea vida nueva y plenitud, y por ello la tercera carta del Tarot de los Arcanos Mayores nos muestra a la madre naturaleza rodeada por símbolos que significan fertilidad y opulencia.
El Tres como número sagrado también juega un papel muy importante en la magia, sobre todo en los rituales. Al legendario fundador de la alquimia y escritor de las tablas de esmeralda en las que se encuentran grabadas las leyes de Hermes, se le llamó Hernies Trismegisto, que quiere decir Hermes el tres veces grande.
Se cuenta que la gran sacerdotisa del Oráculo, Pitia, tomó asiento en una banqueta que constaba de tres patas, en Delfos, el oráculo más importante de la historia. Allí mismo cayó en trance para que el dios Apolo pudiera hablar a través de ella.
En el caso de juramentos y exorcismos es costumbre hacerlos tres veces para que verdaderamente tengan efecto, aunque se hagan tres veces en el nombre del diablo. Tres fueron las veces que Fausto invitó a entrar a Mefistófeles. Tres son los deseos que puede expresar el protagonista de muchos cuentos, tres son las oportunidades que le dan a uno para adivinar algo, también se alza la copa brindando por el homenajeado tres veces, en una subasta se adjudica el objeto subastado «a la de tres». Es decir, que quien no sepa contar hasta tres, no ha comprendido nada.
Si observamos el efecto que se produce cuando interactúan el Uno, que sería el principio activo masculino, con el Dos, que representa al principio femenino receptor y transformador, y lo trasladarnos a la imagen de una escalera, por ejemplo, el Uno simbolizaría el impulso que se acerca (masculino), que toma contacto con el peldaño inicial, el Dos sería la recepción y la fuerza elevadora (femenina) y el Tres sería esa nueva base, que sirve de plataforma para alcanzar de nuevo el siguiente peldaño que volvería a ser el Uno.
La ecuación mística que de se derivaría de ahí, 3 = 1, simboliza la Santísima Trinidad y la creencia de que tres pasos conforman un todo. Por esta razón se dice también que todas las cosas buenas son tres.
La idea de que tres son los aspectos que conforman un todo viene representada en símbolos tan ampliamente difundidos como el tridente o la flor de Lis o en agrupaciones de tres elementos como, por ejemplo, las liebres que aparecen en una de las ventanas de la catedral de Padernborn, cuyas orejas forman un triángulo perfecto, o los tres peces que están representados en la ventana de una iglesia de Nordiumberland, que están rodeados por las letras griegas Ιχθύς (ichthys).
Esta palabra significa pez y era considerada la abreviatura de la palabra Iesus (Ιησούς ), Christus (Χριστός ), Theou/Dios (Θέου ), Hyos/Hijo (γιος ) y Soter/Salvador (Σωτήρ ).
En el caso de que no se produjera la unión, los números 1 y 2 se quedarían aislados, uno al lado del otro, sin unión entre ellos. Así ocurre, por ejemplo, con la carta número 12 del Tarot, que representa al COLGADO, que simboliza la inmovilidad, el desmayo, el verse atrapado en un dilema, en un callejón sin salida. Únicamente si los dos polos se frotan entre sí con la suficiente fuerza o si nos hemos implicado a conciencia en un determinado conflicto aparentemente insoluble, se puede crear de repente un campo de tensión del que surja como tercer componente una nueva e inesperada solución.
En imágenes arquetípicas en las que se nos describe el camino de la vida, se considera determinante el tercer paso que se da, pues es el que nos conduce al todo, a la unidad absoluta. Al principio el hombre pierde el estado de la unidad primitiva y pasa al mundo de la polaridad, en el cual se encuentra desesperado, desvalido y crucificado, hasta el momento en que da el tercer paso que lo conducirá a lo nuevo, a un estado que se asemeja a lo que sería la resolución de sus problemas, de sus dudas sin identificarse, sin embargo, del todo con él. De esta manera es como el desarrollo de lo simple y naif pasa por una fase compleja y difícil, desembocando en un estado sencillo pero genial.
El triángulo corno símbolo del Tres nos muestra que nosotros dependernos aún de algo y que no somos capaces de continuar el camino, hasta que no decidamos entre la alternativa 1 ó 2. Tan solo el tercer punto nos lleva a una base nueva e independiente. Todo en esta vida tiene dos caras, y únicamente si reconocernos que en realidad no son dos, sino tres, comprenderemos la totalidad. El Tres es el concepto que aúna a la pareja.
La famosa frase de Inunanuel Kant hace alusión al sagrado número Tres:
«El cielo le ha brindado al hombre tres cosas para afrontar las dificultades de la vida: la esperanza, el sueño y la risa».
EL Tres es considerado tradicionalmente como un número divino. La Santísima Trinidad no procede únicamente del cristianismo. En el panteón griego son tres los hermanos que se reparten el dominio sobre la tierra y los hombres. Se trata de Zeus, Poseidón y Hades.
En el antiguo Egipto se veneraba la trinidad de la diosa Isis, Osiris y Horus, mientras que los dioses que reconoce la tradición hindú son Brahma, el creador; Vishnú, el receptor, y Shiva, el destructor.
Curiosamente, el ojo de Dios está rodeado por una figura triangular. En su forma más primitiva nos encontrarnos esta simbología en la trinidad de la diosa de la Luna, cuyo culto estaba muy extendido antiguamente y del que se guardan múltiples documentos en Occidente. Ella representa la tres fases de la Luna: creciente, menguante y luna llena, que a su vez simbolizan el futuro, el pasado y el presente, respectivamente, y que en su conjunto son consideradas corno la eterna rueda del tiempo. La diosa blanca (la luna creciente) representaba el nacimiento y el desarrollo. La diosa roja (luna llena) era la diosa del amor y de la lucha, y la diosa negra (luna menguante) simbolizaba la muerte y la magia. Los griegos llamaban a estos tres aspectos Hebe, Hera y Hécate y veneraban con mayor fervor al lado oscuro, seguramente por estar a bien con él. El día de la festividad de Hécate en el 15 de agosto, que más barde se convertiría en el día de la Asunción de los cristianos. La Virgen María unifica estas tres fases: virgen, madre y reina.
Muy populares resultan las tres caras de la Luna, representadas por las figuras de las tres diosas del destino, Parca (romana), Nornas (nórdica) o Moiras (griega). Los griegos llamaban a la primera diosa, Coto, la hilandera, la que hila el hilo de la vida, a la segunda le dieron el nombre de Láquesis, la medidora, encargada de medir la longitud de dicho hilo, y la tercera se llamaría Átropos, «la inevitable», la más temida de las tres, pues es la que termina cortando el hilo.
Incluso cuando los dioses masculinos comenzaron a gobernar el cielo, el poder de estas tres viejas diosas se mantuvo intacto. Zeus, el gran padre de los dioses, siempre acababa sometiéndose a las decisiones de estas diosas.
La figura de los tres Reyes Magos es una prueba más de lo determinante que resulta esta simbología arquetípica. En la Biblia tan solo se menciona la existencia de unos sabios procedentes de Oriente, pero con el tiempo se da por supuesto que se trata de tres reyes, siendo uno de ellos negro en representación de la luna llena.
En los tiempos matriarcales, el año se dividía en tres estaciones, en función de las tres fases lunares que simbolizaban el futuro, el presente y el pasado. Muy probablemente fuera este el origen de ciertas figuras simbólicas que están representadas por tres piernas y que siguen apareciendo todavía hoy en el blasón de la Isla de Man y en la bandera de Sicilia.
La quimera, el ser que estaba compuesto por los tres animales, león, cabra y serpiente, y que a su vez simbolizaban la primavera, el verano y el invierno, era considerada como la representación del transcurso del año que era dividido en tres partes. En el momento en el que se implantó el patriarcado, este animal, que originariamente era considerado sagrado, empezó a simbolizar la maldad y el peligro, y por esta razón terminó siendo vencido por el héroe griego Belerofonte, que a su vez sirvió de ejemplo a san Jorge.
El que era considerado hermano de este ser animal, el perro diabólico de tres cabezas, posiblemente perteneciera al mismo tipo de simbología, y se decía que era el guardián de la puerta de los infiernos.
El Tres se considera ante todo un número sagrado, pues encierra en sí el secreto de la fuerza vital. Mientras que el Uno y el Dos simbolizan la polaridad primitiva masculina y femenina, la fusión de ambos da lugar al Tres. Expresado en otras palabras: todo lo nuevo surge como un tercero a partir de la fusión de los contrastes. Por ejemplo: Padre + Madre = Hijo o Tesis + Antítesis = Síntesis.
Desde el Big Bang no ha vuelto a surgir nada de la nada. Todo aquello que se forma o que es inventado nuevamente procede de algo ya preexistente que termina materializándose en una nueva síntesis. El Uno y el Dos actúan como los dos polos de un imán o de una batería entre los que se origina un campo de tensión en el cual se puede crear algo nuevo. Una cuerda tensada entre dos polos puede dar origen a un bonito sonido. Aunque también es posible que a partir de un campo de tensión negativo (como ocurre, por ejemplo, en una discusión entre dos personas) pueda surgir una tercera persona sonriente.
El Tres como símbolo del todo vivo aparece también en el tradicional libro sobre la sabiduría china Tao Te Kíng, en el que se dice: el Tao dio origen al Uno, el Uno dio lugar al Dos y del Dos surgieron las mil y una cosas restantes. Desde entonces se considera sagrada la fuerza que crea vida nueva y plenitud, y por ello la tercera carta del Tarot de los Arcanos Mayores nos muestra a la madre naturaleza rodeada por símbolos que significan fertilidad y opulencia.
El Tres como número sagrado también juega un papel muy importante en la magia, sobre todo en los rituales. Al legendario fundador de la alquimia y escritor de las tablas de esmeralda en las que se encuentran grabadas las leyes de Hermes, se le llamó Hernies Trismegisto, que quiere decir Hermes el tres veces grande.
Se cuenta que la gran sacerdotisa del Oráculo, Pitia, tomó asiento en una banqueta que constaba de tres patas, en Delfos, el oráculo más importante de la historia. Allí mismo cayó en trance para que el dios Apolo pudiera hablar a través de ella.
En el caso de juramentos y exorcismos es costumbre hacerlos tres veces para que verdaderamente tengan efecto, aunque se hagan tres veces en el nombre del diablo. Tres fueron las veces que Fausto invitó a entrar a Mefistófeles. Tres son los deseos que puede expresar el protagonista de muchos cuentos, tres son las oportunidades que le dan a uno para adivinar algo, también se alza la copa brindando por el homenajeado tres veces, en una subasta se adjudica el objeto subastado «a la de tres». Es decir, que quien no sepa contar hasta tres, no ha comprendido nada.
Si observamos el efecto que se produce cuando interactúan el Uno, que sería el principio activo masculino, con el Dos, que representa al principio femenino receptor y transformador, y lo trasladarnos a la imagen de una escalera, por ejemplo, el Uno simbolizaría el impulso que se acerca (masculino), que toma contacto con el peldaño inicial, el Dos sería la recepción y la fuerza elevadora (femenina) y el Tres sería esa nueva base, que sirve de plataforma para alcanzar de nuevo el siguiente peldaño que volvería a ser el Uno.
La ecuación mística que de se derivaría de ahí, 3 = 1, simboliza la Santísima Trinidad y la creencia de que tres pasos conforman un todo. Por esta razón se dice también que todas las cosas buenas son tres.
La idea de que tres son los aspectos que conforman un todo viene representada en símbolos tan ampliamente difundidos como el tridente o la flor de Lis o en agrupaciones de tres elementos como, por ejemplo, las liebres que aparecen en una de las ventanas de la catedral de Padernborn, cuyas orejas forman un triángulo perfecto, o los tres peces que están representados en la ventana de una iglesia de Nordiumberland, que están rodeados por las letras griegas Ιχθύς (ichthys).
Esta palabra significa pez y era considerada la abreviatura de la palabra Iesus (Ιησούς ), Christus (Χριστός ), Theou/Dios (Θέου ), Hyos/Hijo (γιος ) y Soter/Salvador (Σωτήρ ).
En el caso de que no se produjera la unión, los números 1 y 2 se quedarían aislados, uno al lado del otro, sin unión entre ellos. Así ocurre, por ejemplo, con la carta número 12 del Tarot, que representa al COLGADO, que simboliza la inmovilidad, el desmayo, el verse atrapado en un dilema, en un callejón sin salida. Únicamente si los dos polos se frotan entre sí con la suficiente fuerza o si nos hemos implicado a conciencia en un determinado conflicto aparentemente insoluble, se puede crear de repente un campo de tensión del que surja como tercer componente una nueva e inesperada solución.
En imágenes arquetípicas en las que se nos describe el camino de la vida, se considera determinante el tercer paso que se da, pues es el que nos conduce al todo, a la unidad absoluta. Al principio el hombre pierde el estado de la unidad primitiva y pasa al mundo de la polaridad, en el cual se encuentra desesperado, desvalido y crucificado, hasta el momento en que da el tercer paso que lo conducirá a lo nuevo, a un estado que se asemeja a lo que sería la resolución de sus problemas, de sus dudas sin identificarse, sin embargo, del todo con él. De esta manera es como el desarrollo de lo simple y naif pasa por una fase compleja y difícil, desembocando en un estado sencillo pero genial.
El triángulo corno símbolo del Tres nos muestra que nosotros dependernos aún de algo y que no somos capaces de continuar el camino, hasta que no decidamos entre la alternativa 1 ó 2. Tan solo el tercer punto nos lleva a una base nueva e independiente. Todo en esta vida tiene dos caras, y únicamente si reconocernos que en realidad no son dos, sino tres, comprenderemos la totalidad. El Tres es el concepto que aúna a la pareja.
La famosa frase de Inunanuel Kant hace alusión al sagrado número Tres:
«El cielo le ha brindado al hombre tres cosas para afrontar las dificultades de la vida: la esperanza, el sueño y la risa».
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