martes, 9 de enero de 2018

HISTORIA DE LA CÁBALA Y LA FRANCMASONERÍA


Conviene brindar algunas precisiones susceptibles de aclarar una visión de la Cábala que con frecuencia es confusa en sus relaciones con el sincretismo místico-filosófico que, sobre todo a partir del siglo XVIII, constituye una parte importante del "Tesoro" espiritual de la Francmasonería. Me parece que este tema debe abordarse en la perspectiva de la historia de las ideas.

El área que debería cubrir este estudio comprende la historia y la definición de la Cábala misma, su influencia en el Medioevo cristiano, en el Renacimiento, en los siglos XVII y XVIII y, a partir de entonces, la formación de la Cábala cristiana, desde las especulaciones cristológicas de Abner de Burgos, la Academia platónica de los Medici en donde se ilustró Pico della Mirandola, el pensamiento de Reuchlin, el de Cornelius Agrippa y luego los de Jacob Boehme, Khunrath, Robert Fludd, Georges Von Welling, Octinger, Blaise Vigenère; las relaciones e influencias recíprocas con las tradiciones que se basan en el Hermetismo, la gnosis, el neoplatonismo y los vínculos con los sistemas filosóficos enseñados en aquella época.

Habría que mirar cómo, en el siglo XVIII, los francmasones "místicos" retomaron por su cuenta, asimilaron, transformaron y manipularon las enseñanzas de los Cabalistas cristianos e introdujeron nociones Cabalísticas en los rituales a partir de sus propias interpretaciones, lo cual ocurrió particularmente en los casos de los Elegidos Cohen y de los Réaux-Croix, por iniciativa del grupo de Martines de Pasqually, Louis Claude Saint Martin y Willermoz. Habría que estudiar también la manera en que se produjo una influencia recíproca de los rituales de los altos grados y, cómo, a través de esta dinámica de influencias cruzadas, se encuentran elementos cabalísticos en el sistema de Clermont, en el Rito Escocés Antiguo Aceptado, en el Rito Escocés Rectificado y más tarde en el sistema de Menfis y en el de Misraim y en otros más, particularmente en el sistema sueco. Habría que analizar la utilización de elementos de la Cábala cristiana por parte de las tradiciones rosacruz, por parte del pietismo alemán que jugó un papel considerable en las orientaciones de la Francmasonería, y hacer referencias a Leibniz y a Descartes; estudiar las especulaciones cabalísticas de los iluminados, tanto los iluminados de Aviñón, como los alemanes; mirar la Pansofía y la Teosofía, y luego el enfoque del siglo XIX en el cual, dentro del contexto romántico, las confusiones esbozadas en los siglos anteriores entre ocultismo, esoterismo, misticismo, magia y espiritualismo adquieren proporciones delirantes y grandiosas en autores como Stanislas de Guaita y Papus, Bedarride, Marconis de Nègre y Leadbeater, para citar los casos más notables.

Finalmente, habría que observar los rastros de estas enseñanzas en el pensamiento simbólico del siglo XX en comentaristas y exégetas masones como Preuss, Knoop y Jones, Posner y en Francia Wirth, Lepage, Boucher, Bayard y Ambelain, especialmente en lo concerniente a las relaciones entre el sistema sefirótico y la disposición física de la Logia.

Por otra parte, habría que mirar los rastros cabalísticos en las palabras de los diversos grados de los diferentes ritos y en algunos comentarios y catecismos.

Es, entonces, de este modo que habría que tratar el tema y ello sobrepasa claramente el marco del presente escrito. Nos limitaremos, por consiguiente, a un rápido sobrevuelo del área de este tema, en espera de desarrollar ulteriormente algunos de sus aspectos.

La Cábala es un conjunto de escritos redactados por Moisés de León y Salomón Ibn Gabirol en la España de finales del siglo XIV, siguiendo una tradición transmitida en parte de manera oral y en parte de manera escrita y que se remonta al siglo primero y cuyas fuentes iniciales son egipcias y persas. La palabra Cábala viene del término hebreo Kabaláh, que es la substantivación del verbo lekabel, recibir. La traducción más cercana al texto es, por consiguiente, el don, lo que es recibido. La Cábala es un comentario esotérico de la Biblia cuya originalidad consiste en lo siguiente: asocia la vía mística a la vía gnóstica (gnóstica en el sentido etimológico del término: que privilegia al conocimiento).
 
Se conocen dos escuelas aparentemente inconciliables y que han hecho la travesía de los siglos ilustrándose una y otra con los aportes de hombres excepcionales. Una de ellas pretende que la santidad puede alcanzarse mediante el estudio y la meditación, en tanto que la otra pretende que sólo el éxtasis provocado por la mortificación y la plegaria permite alcanzar las cumbres en las cuales la verdad, la sabiduría, los secretos y la divinidad aparecen y deslumbran. La Cábala tradicional no privilegia ninguna de estas vías; pero exige de parte del estudiante tanto el trabajo denodado y paciente, como el abandono inmediato y total; exige a la vez el uso de la inteligencia racional y crítica como el impulso místico.

Las primeras expresiones conocidas de la doctrina cabalística se manifestaron en el círculo de Johanán Ben Zakkai (finales del siglo primero de nuestra era) pero las fuentes son más antiguas. Se sabe que existía una enseñanza esotérica entre los fariseos. Al comienzo, la enseñanza de la Cábala se desarrolló alrededor de dos temas: la Merkaváh (el carro, el carro divino descrito en la visión del profeta Ezekiel consignada en la Biblia) y la Maasé Bereshit (la obra en el comienzo) que es un comentario del Génesis. El Séfer Yetsiráh (el libro de la formación) y el Séfer Ha Zoar, el libro del resplandor, constituyen las dos obras esenciales de la Cábala en su expresión más elaborada.

Los deseosos de profundizar en la visión general del mundo cabalístico pueden leer las obras de Serouya y de Gershom Scholem que son los mejores "vulgarizadores" de esta corriente de pensamiento. En el marco de nuestro tema, y para mantener la claridad de la exposición, nos limitaremos a decir que el pensamiento cabalístico es inmanentista, ajustándose en ello a la auténtica Tradición Hermética.

Todo está en todo y todo está interrelacionado. No existe causa trascendental a la creación del mundo. Es una visión panteísta, aunque los cabalistas rechazan el panteísmo porque no quieren confundir a Dios y al Universo. El universo emana de Dios, el cual en los libros cabalísticos es llamado Ein Sof, el infinito, o Ha Macom, el Lugar. La tradición esotérica está atada a esta visión inmanentista del mundo. ¿No es finalmente la Tabla de Esmeralda la Carta Constitutiva, por decirlo así, del inmanentismo con su profesión de fe: "Como es arriba es abajo"?

Si bien en el pensamiento cabalístico se encuentran elementos esenciales del pensamiento gnóstico neoplatónico fundamentados en la teoría del Logos, dicho pensamiento se desarrolló en el medio judaico en forma completamente independiente de las reflexiones que ella provocó en el medio cristiano. Hay que distinguir, por consiguiente la Cábala cristiana de la tradición cabalística judía.

La Cábala cristiana tiene dos fuentes:

1. Las especulaciones cristológicas de un cierto número de judíos convertidos al cristianismo desde finales del siglo XIII hasta el período de la expulsión de España (1492), como Abner de Burgos y Pablo de Heredia.

2. La Academia Platónica creada y animada por los Medici de Florencia. Es en esta academia que se distinguió ese hombre sorprendente y prodigioso que era Giovanni Pico della Mirandola (1463 - 1494).

Es a partir de estas dos fuentes que la Cábala cristiana tomó impulso luego del contacto de los pensadores cristianos con la Cábala judía. Esta última ha evolucionado desde entonces de manera totalmente independiente de los trabajos realizados en el medio cristiano. El soporte de ambas vertientes es totalmente diferente. Los cabalistas judíos trabajan en hebreo, idioma que es considerado sagrado de origen divino. Es necesario conocer a fondo dicha lengua para poder percibir los matices de los escritos cabalísticos fundamentales y para practicar la Gematría, es decir el arte de lograr aproximaciones entre el sentido de las palabras y el valor numérico de las letras que las conforman. Por su parte, los cabalistas cristianos trabajaron en latín, lengua litúrgica de la Iglesia y lengua erudita. Puesto que la Francmasonería mística del siglo XVIII desarrolló la herencia de la Cábala cristiana, no nos extenderemos sobre el tema de la Cábala judía que ha evolucionado hasta nuestros días en un medio cerrado.

Pico della Mirandola, retomando las proposiciones de Abner de Burgos afirma el origen divino de la Cábala. Su sentido podría ser olvidado, pero se puede reencontrar en el estudio de Pitágoras y de Platón, así como de los secretos de la fe católica.

La originalidad de los medios centrados en la Academia Platónica de Florencia consiste en anexar a Pitágoras y a Platón y a rendirles un culto particular. El aporte personal de Pico della Mirandola en la elaboración del pensamiento cristiano sobre la Cábala consiste en asociar el pensamiento platónico y el pensamiento pitagórico en la búsqueda de una "palabra perdida" que brindaría la clave de la Cábala.

Es bajo la influencia de Pico della Mirandola que Reuchlin (1455 - 1522) escribe "De Arte Cabalistica" (1517), en el mismo año en que en el castillo de Wartburg un monje llamado Martín Lutero termina la traducción de la Biblia al Alemán. Es también a la sombra de Pico della Mirandola que trabaja Paul Ricius, el químico privado del emperador Maximiliano. Este último da a conocer el pensamiento de Reuchlin y el de Pico. Reuchlin explica el dogma mediante una serie de especulaciones sobre el nombre de Dios y ve en Jesús la tercera y última Revelación, luego del Shaddai - correspondiente a la época patriarcal - y del tetragrama sagrado (Iod, He, Vav, He) - correspondiente a la época de Moisés. Puesto que la palabra Jesús tiene 5 letras, el tetragrama 4 y Shaddai 3 (en el original hebreo), la progresión 3, 4, 5 traduce el plan divino. El pensamiento pitagórico logra así una entrada notable en el esoterismo cristiano. Sin embargo, otra preocupación se abre camino entre los cabalistas cristianos: la preocupación mágica. Se trata de conocer mejor las leyes de la vida para aumentar los poderes propios del individuo. Esta preocupación da origen a lo que se conoce comúnmente como la "Cábala práctica". El lugar de honor en este campo le corresponde al autor del libro "De occulta Filosofia", Cornelius Agrippa de Nettesheim.

A este respecto, me parece importante afirmar que la preocupación mágica puede considerarse como el primer signo de la "vía substituida". La "vía substituida" es la substitución de la búsqueda del conocimiento por la búsqueda de poderes. Pienso que solamente la vía del conocimiento desinteresada y espiritual puede transfigurar al ser humano o, cuando menos, hacerlo avanzar. La búsqueda de poderes desemboca ineluctablemente en una regresión y un empobrecimiento espiritual, intelectual y moral y, en última instancia, en la neurosis. Sostengo, por el contrario, que quien ya está adelantado en el camino del conocimiento obtiene poderes por añadidura y sin haberlos solicitado. Pero en esta vía solamente los obtiene realmente después de haber comprendido que no debe utilizarlos.

Cornelius Agrippa es el gran responsable de la confusión que se establece en el mundo cristiano entre la Cábala, la numerología, la magia y la hechicería.

Este desarrollo de los estudios sobre la Cábala entre los cristianos coincide con la extensión de la Reforma. Los católicos utilizan la Cábala como arma contra los reformados. Es dentro de esta perspectiva "militante" que se inscriben las obras del Cardenal Eugenio de Viterbo (1465 - 1532) acerca de "la Shejiná" y del franciscano Giorgio de Venecia (1460 - 1540) acerca de "De Harmonia Mundi" (1525).

La primera traducción latina del Zohar y del Séfer Yetsiráh se le debe a Guillaume Postel (1510 - 1581).

En el siglo XVII aparecen los escritos teosóficos de Jacob Boehme. Se desarrolla el interés por la alquimia. La Cábala comienza a concebirse cada vez más como un sistema general del mundo que contendría todas las ciencias secretas. Esta mezcla de elementos diversos aparece en la obra de Heinrich Khunrat titulada "Amphiteatrum Sapientiae Aeternae" (1609), en el Tratado del Fuego (1617) de Blaise de Vigenère y en los escritos de Abraham van Frankenberg, Robert Fludd y Thomas Vaughan. Esta tendencia alquímico-cabalística alcanza su apogeo con el "Opus Mago-Cabbalisticum" (1735) de Georges von Welling y los escritos de F.L. Octinger (1702 - 1782) cuya influencia en filósofos como Schelling y Hegel es evidente.

Esa es la base bibliográfica sobre la Cábala de que dispondrán los masones místicos del siglo XVIII cuando traten de darle substancia a su enseñanza y de justificar el florecimiento de los altos grados. Sin entrar en detalles que sobrepasarían el marco de este libro y para los cuales hay que referirse a las historias y especialmente a los excelentes historiadores del rito escocés rectificado, el difunto Le Forestier y en la actualidad Antoine Faivre, digamos que en la época en que la Francmasonería desarrolló sistemas de altos grados en Francia y en Alemania, la Cábala era citada frecuentemente en las Logias. Los Hermanos se referían a ella con frecuencia; pero hay que reconocer que, también con frecuencia, era con el propósito de aparentar que estaban al tanto de las "ciencias secretas", de brillar, e inclusive de explotar la credulidad de los demás miembros. Se la confundía mucho con magia y con teurgia.

Sin embargo no hay que detenerse en esta observación. La Cábala también es abundantemente citada como referencia para integrar en el sistema masónico un pensamiento tradicional que, sin el apoyo de las Logias, correría el riesgo de perderse en el olvido. Muchos Francmasones piensan que, mediante el estudio de la Cábala, podrán encontrar la palabra perdida. Lamentablemente se remiten demasiado a textos que no son más que compilaciones de compilaciones, a comentarios obtenidos mediante extrapolaciones dudosas, o bien a textos supuestamente "inspirados" en los cuales se encuentran reminiscencias mal digeridas de una enseñanza tradicional en medio de un revuelto oscuro e indigesto de ineptitudes.

Sin embargo, algunos textos se deslindan de este conjunto y adquieren una merecida importancia en masonería. Así ocurre con el "Tratado de Reintegración" de Martines de Pasqually, obra que lamentablemente está mal escrita y es muy difícil de leer debido a su estilo pesado y torpe; pero que le plantea a los iniciados un verdadero programa de regeneración, de "reintegración" en el mundo espiritual que los seres humanos abandonaron desde Adán. El programa de reintegración de los seres es una reminiscencia cabalística que se asocia a toda visión auténticamente espiritualista y a toda iniciativa que se dé por tarea separar lo sutil de lo espeso.

La influencia de este texto que se halla en la bibliografía de base del rito escocés rectificado y del martinismo es muy importante. El espíritu de la Cábala hace entonces su ingreso en la masonería por intermedio de escritores nutridos en la Cábala cristiana. El martinismo, fundado por Papus, que quiso asociar las doctrinas de Martines de Pasqually y de su discípulo Louis Claude de Saint-Martin, reviste, por ello, un matiz de Cábala cristiana. Sin embargo, cabe plantear muchas reservas sobre los textos de Papus acerca de la Cábala a la cual consagró un volumen muy extenso. Stanislas de Guaita, que ejerció una gran influencia sobre Papus, también confundió la magia y la Cábala, la búsqueda de poderes y la del conocimiento. En sus escritos comete a veces errores burdos, especialmente cuando practica la Gematría. Así, por ejemplo, hace un comentario sobre la palabra Adán (Adam, con sonido m final en el original) y la asocia con diversos símbolos en función de su valor numérico. ¡Sin embargo, olvida simplemente que la M tiene un valor numérico completamente diferente cuando se encuentra al final y cuando se encuentra al principio o en el medio de una palabra!

Vemos entonces que la Cábala le sirve mucho a los masones llamados "místicos" que se distinguen de los masones llamados "racionalistas". Estas dos corrientes, que en mi opinión deberían complementarse, en los hechos se oponen y eso es lamentable pues su hostilidad recíproca las hace degenerar, tanto a la una como a la otra. El racionalismo degenera en un positivismo estrecho, limitado y sectario. Por su parte, el impulso místico mal dirigido conduce a un esoterismo de pacotilla.

 
 

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