lunes, 15 de enero de 2018

1 - SIGNIFICADO Y SIMBOLISMO DEL NÚMERO 1


1: El Uno es el número de la unidad indivisible, que está contenida en todo.

En la Mística de los Números parece haber una convergencia en lo que se refiere a la simbología del Cero y del Uno, ya que a ambos se los califica de unidad. Por esta razón, el filósofo y místico griego Plotino (205-270 d. de C.) enseñaba a sus discípulos que el Uno no es una de esas dos partes que forman el número Dos. La diferencia esencial entre ambos radica en el hecho de que el Cero es una unidad que no se puede contar y que el Uno sí que se puede contar y da Uno.

 
El Cero puede simbolizar, al igual que el concepto «todos», simultáneamente la plenitud (todo) y el vacío (todo = vacío), y por ello representa tanto la unidad primitiva como aquello que lo abarca todo, más allá del mundo que engloba a todos los contrastes y a todas las polaridades. Por el contrario, el Uno es la mónada, la parte indivisible de cualquier otro número. Forma una unidad con todos los demás números, pues está contenido en todos ellos.

El símbolo del Uno es un punto. Como cada línea está formada en realidad por múltiples puntos, eso quiere decir que todos los números constan de «Unos». Si juntarnos el círculo (Cero) y el punto (Uno), obtenemos la siguiente figura:

 
El círculo vacío simboliza el todo indiferenciado y representa a la vez el todo y la nada. Mientras que el círculo conteniendo al punto ya se diferencia y representa, por así decirlo, todo en uno. Ya existe algo que se manifiesta en forma del punto.
 
A partir del momento en el que aparece el punto surge la fuerza creadora de la nada, y desde entonces está contenida en forma de Uno en cada número y, por lo tanto, en todo. Pero debernos tener en cuenta que, al mismo tiempo, también es creado todo lo demás que no es el punto. Así es corno obtenemos una alegoría del momento creativo, en el que se origina nuestro mundo polar, y un símbolo de nuestra conciencia (polar) que se va despertando al mundo.
 
Para algunos, en el principio lo que hubo fue el Uno incontable del que surgiría el Uno contable. Por tanto, anterior al Uno tan solo estaba el vado, el potencial, el secreto, lo absoluto inalcanzable. Se cree que por esta razón resulta más significativo el paso de Cero a Uno (de la nada al ser) que del Uno a 1.000.000, que se cree además que simboliza el Big Bang, que se produjo hace 16.000 millones de años y que creó la totalidad del universo en fracciones de segundo. Desde entonces no ha aparecido ningún átomo nuevo y es en ese momento en el que surge a partir del Cero la mónada, el Uno indivisible, que está contenido en todo.

El mit0 egipcio relata cómo en el principio de la creación surgió el dios creador Atum en forma de colina primitiva desde las oscuras y perezosas aguas primitivas. Esta imagen es comparable a la aparición del punto en el interior del círculo y al resurgimiento del Yo desde la oscuridad de la inconsciencia. El «Yo» es el centro de la personalidad consciente que despierta en cada uno de nosotros en nuestros primeros años de vida, al igual que surgiría por primera vez en la historia del origen de la humanidad haciendo posible el reconocimiento consciente de las personas.
 
Este milagro de recobrar la conciencia lo vivimos a diario, a pequeña escala, cuando nos despertamos. Dando este paso hacia la conciencia abandonarnos el mundo de la unidad todopoderosa y nos adentramos en el mundo polar. Para ser más exactos, es como si nuestra conciencia nos permitiera percibir el mundo tal y como es. Desde el momento en el que el Yo toma conciencia de sí mismo, lo hace también de todo aquello que no es el Yo. En el momento en el que se enciende una luz aparece una sombra. En el momento en el que somos conscientes de que vivimos, descubrimos que somos igualmente mortales. No somos capaces de reconocer nada, ni de imaginarnos nada, si no somos capaces de pensar en el polo opuesto de cada cosa. No percibiríamos el día si no hubiera noche, y nadie se describiría como masculino si no existiera lo femenino. Esta dualidad aparece con el Uno o con el punto, ya que a partir de ese momento tenemos el Uno y lo que no es Uno, el punto y lo que no es punto.

El místico británico William Blake representa en su cuadro sobre la creación este pensamiento. El creador está sentado en el círculo y con su brazo, que simboliza el Uno, lo rompe, mientras que el círculo representa el Dos. 

En la mística de los números, el Uno es considerado como el impulso creativo. Representa al número Yang, que simboliza la energía masculina en forma de impulso, de iniciativa, actividad y fortaleza mental.

La percepción única de creer que el Uno es una parte indivisible de todos los demás números, de considerarlo como el impulso creativo de toda la creación es una bella forma de expresar esta idea. Además, el Uno es el símbolo del hombre recto, erguido. El momento en el que el hombre se irguió por primera vez y reconoció por encima de él la existencia del cielo, simboliza en la historia evolutiva el momento en el que adquirirnos conciencia de lo que acontece a nuestro alrededor.

En el Tarot, la conciencia solar y también la fuerza creativa del número Uno está representada en la carta del MAGO, que con su postura simboliza la armonía entre lo superior y lo inferior, a la vez que la iniciativa, los impulsos, la actitud activa y la profesionalidad.

 

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