Los aprendices masones reciben su salario en la Columna B.·. al filo de la medianoche. Ese salario es la recompensa del trabajo producido por el Obrero, y se traduce en el perfeccionamiento gradual de sí mismo, según podemos leer en el Ritual de Instrucción del Primer Grado del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
En la Edad Media se denominaba salarium a la suma que se daba a los soldados para que compraran sal. Esa sal servía para condimentar y conservar el alimento con el que los guerreros saciaban su hambre. Análogamente, el salario recibido junto a la columna que recuerda al aprendiz masón que "en él está la Fuerza" hace posible su plena satisfacción.
En la Edad Media se denominaba salarium a la suma que se daba a los soldados para que compraran sal. Esa sal servía para condimentar y conservar el alimento con el que los guerreros saciaban su hambre. Análogamente, el salario recibido junto a la columna que recuerda al aprendiz masón que "en él está la Fuerza" hace posible su plena satisfacción.
En efecto, esa satisfacción es completa, y así lo testimonian las columnas de Mediodía y Septentrión al cierre de los trabajos de la Logia. El salario del aprendiz masón es tal que ningún esfuerzo queda sin recompensa. Y si ello es así es porque existe una identidad entre el salario y la obra de desbaste de la Piedra Bruta que el aprendiz realiza con sus herramientas simbólicas. En la obra está la paga, así como la recompensa de Ruth, la moabita que trabaja y se cobija junto a Booz (o Boaz), es lo que ella espiga.
No hay en el pago al aprendiz negocio, ni toma ni daca, ni trueque, sino gracia. Booz no sólo ordena a sus criados que permitan recolectar a Ruth, sino que además les pide que saquen espigas de las gavillas y las dejen caer para que la recompensa de la nuera de la viuda se acreciente.
Una gracia: esta es la naturaleza del aumento de salario que el aprendiz masón recibe al cabo de su vacilante recorrido por Septentrión.
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