Al considerar la historia de la humanidad en su
conjunto, parece evidente que los grandes cabalistas encargados de una misión
fueron siempre por adelantado, cualquiera que haya sido su época, de una idea o
descubrimiento importante, y también de una guerra.
- En su caverna de la Alta Galilea , el
ilustre redactor del Sefer Ha-Zohar precedió en quince siglos a
Copérnico y al mismo Galileo ...
- El Golem de Rabí Loew deambuló por las calles de Praga cuatro siglos antes de que el escritor —checo, por coincidencia— Kareal Capek inventara la palabra robot (del checo robota: «trabajo»), quien haría fortuna justo en al albor de la automatización.
- La obra Clefs Secrètes d’Israël (Las Claves secretas de Israel), impresa en Francia en julio de 1973, informa sobre la «fabricación», realizada por el cabalista israelí Rahamim Tibika, de un «bastón mágico», puesto a disposición del presidente del Estado de Israel el 25 de octubre de 1968. Señalábamos entonces que durante la ceremonia de consagración de tal invento, realizada en el sitio que ocupó el Templo de Jerusalén, el día 5 de enero de 1968, un chorro de petróleo brotó de dicho bastón mágico (Op. Cit., pp. 114-115). Hemos subrayado este acontecimiento para observar que la guerra del Kipur —como las palabras mismas lo indican, ¿se ha visto alguna vez una guerra del Perdón?— tardaría poco tiempo en estallar, y vendría a significar luego, para todo el planeta, la guerra del petróleo.
- El Golem de Rabí Loew deambuló por las calles de Praga cuatro siglos antes de que el escritor —checo, por coincidencia— Kareal Capek inventara la palabra robot (del checo robota: «trabajo»), quien haría fortuna justo en al albor de la automatización.
- La obra Clefs Secrètes d’Israël (Las Claves secretas de Israel), impresa en Francia en julio de 1973, informa sobre la «fabricación», realizada por el cabalista israelí Rahamim Tibika, de un «bastón mágico», puesto a disposición del presidente del Estado de Israel el 25 de octubre de 1968. Señalábamos entonces que durante la ceremonia de consagración de tal invento, realizada en el sitio que ocupó el Templo de Jerusalén, el día 5 de enero de 1968, un chorro de petróleo brotó de dicho bastón mágico (Op. Cit., pp. 114-115). Hemos subrayado este acontecimiento para observar que la guerra del Kipur —como las palabras mismas lo indican, ¿se ha visto alguna vez una guerra del Perdón?— tardaría poco tiempo en estallar, y vendría a significar luego, para todo el planeta, la guerra del petróleo.
- Hace ya mucho tiempo que la guerra cabalística viene
demostrando su profundidad y eficacia. El genial Arquímedes, que resistió
tantos días en Siracusa los ataques romanos gracias a su invento de los espejos
«ardientes», propuso como valor aproximado de relación constante entre la
longitud de la circunferencia y su diámetro el cociente de 22/7, es decir, 3,14...
Para lograrlo, tomó la medida de polígonos regulares inscritos en un círculo de
diámetro unido o circunscrito al mismo.
- Ya en el siglo xviii,
el matemático francés Jean-Henri Lambert demuestra que pi (3,1416 ...)
es inconmensurable, y más
adelante, en 1882, el matemático alemán Ferdinand von Lindemann prueba que pi
es un número trascendente. Por
tanto, se deduce que la construcción de pi mediante la regla y el compás
era imposible, algo parecido a lo que ocurriría con la cuadratura del círculo.
Pero desde siglos, la
Sabiduría secreta de los hebreos ha precisado la naturaleza
y el número del Todopoderoso, YH,
Señor de los ejércitos, Dios Vivo y Rey del Mundo. El que ha sido llamado SHADDAÏ,
bajo su aspecto de Todopoderoso, y la suma aritmética de las letras de la
palabra Shaddaï es: Sin (3,00) + Dalet (4) + Yôd
(10) = 3,14.
Saber, por procedimientos de Cábala, que la Geometría Divina
ha creado su universo a partir de 3,14, es poseer la clave que cierra y abre,
según expresión del Zohar al referirse a la primera palabra del primer
libro de la Biblia
(Beréchit)
No es, pues, muy sorprendente que la geometría
corriente, sea o no euclidiana, pero siempre construida sobre postulados, esté
a veces lejos de fundamentarse en la verdad. La geometría corriente no nos
enseña, por ejemplo, cómo es posible establecer una relación geométrica entre
el eneágono y el infinito metafísico, o como la correspondencia entre la circunferencia
y su diámetro se presenta análoga a la que existe entre nuestro conocimiento y
la naturaleza del espacio desconocido.
La resolución del problema de la trisección de un
ángulo usando sólo la regla y el compás se revela como imposible a los matemáticos
profanos. Contra lo que afirman los cabalistas, ellos pretenden desde siempre
que este problema es insoluble. Realizar la trisección del ángulo de 120º
significa, por fuerza, la construcción geométrica del eneágono regular, que
conducirá necesariamente a reconocer la prueba matemática de la existencia del Shaddaï,
Todopoderoso, Inconmensurable y Trascendente de acuerdo a la naturaleza de su
Número, que es su Nombre. El cabalista podría decir que ha construido
geométricamente el ángulo de un grado, o bien que ha construido en la
misma forma el enéagono, con la regla y el compás, pues el Dios de Abraham, de
Isaac y Jacob existe.
Para el lector advertido, que no olvidará cómo, ante
todo, los cabalistas son los matemáticos de lo sagrado, se habrán insinuado ya
bajo la curiosa fachada de los tratados de cábala, los enunciados de verdaderos
teoremas de geometría hebrea, que no dependen particularmente de la geometría
corriente. Así pues, es bueno dejar claro que no convendría acudir a Euclides o
a sus seguidores en este género de especulaciones.
Las 22
letras del alfabeto sagrado están relacionadas con los 22 polígonos regulares
inscritos en el círculo mediante la regla y el compás, y también a las 22
divisiones enteras de 360º. Existe, pues, una relación entre el círculo y el
número 22.
Cuando el cabalista lee, en el Tratado de la Formación , a propósito
de las tres letras «madres»: «siete
divide», interpreta inmediatamente: siete
divide a veintidós, con lo cual se obtiene, como hemos visto, la
relación entre el círculo y su diámetro. Él invoca así a su SHADDAÏ, su
cociente, que es 3,14. Y el Tratado de la Formación prosigue así: siete divide, tres frente a tres, y la ley decisiva entre
los dos.
La proposición es la siguiente:
A. Siete divide a veintidós.
O sea, el círculo indicado por la relación del valor pi
(3,14)
B. Tres frente a tres.
Este será el enunciado de la inscripción:
a) de tres cuadrados en el círculo, de 30º en 30º,
como es evidente;
b) de tres triángulos equiláteros.
C) Ley decisiva entre los dos.
Esta es la clave última, oculta desde milenios a los
ojos de los geómetras profanos.
Esta clave constituye un verdadero «signo de palabras»
o «prueba de la cosa» (râyâh ledâvar, como ha dicho Abraham el Hebreo),
que conduce finalmente al descubrimiento. ¿Cómo, pues, a partir de la
inscripción de tres cuadrados y tres triángulos equiláteros en un círculo, por
el uso de regla y compás, su relación es tal que los nueve vértices permiten la
construcción del eneágono?
Puesto que las proposiciones A y B no
ofrecen mayor interés, siendo C la verdaderamente «decisoria» (ma’khria,
según el Yetsirah), se podrá comprender ahora mejor por qué esta palabra
nunca ha podido ser traducida totalmente por las lenguas distintas al hebreo, y
también por qué suele escaparse de las palabras del contexto.
Mas no sería suficiente esto para revelarnos la
existencia de un teorema, aun si éste es cabalístico, si su enunciado no
pudiera estar seguido de una demostración. Y también es cierto que no
hubiéramos logrado mayor cosa con toda esta meditación, si algún hermano en la Ciencia Sagrada no
estuviera decidido por su parte a realizar nada menos que la construcción
geométrica del eneágono. Así ha sido como Rahamim Tibika, el hombre del «bastón
mágico» de Jerusalén, ha propuesto a
nuestros ojos la figura, inimaginable hasta ahora para los matemáticos profanos
(ver al final figura del eneágono), y ella se nos presenta como la viva
ilustración de nuestra traducción (inédita) del Tratado de la Formación. Es ella
absolutamente acorde al espíritu —¡y a la letra!— del texto de Abraham el
Hebreo. Al mismo tiempo, parece evidente que la trisección general es, finalmente,
posible, aun para el geómetra ciego a la Ciencia del Ser.
Y ¿cuál sería la «Prueba de la cosa» que tendríamos
antes nuestros ojos?
Sencillamente ésta:
— dos círculos concéntricos;
— tres cuadrados inscritos en el gran círculo;
— tres triángulos equiláteros inscritos en el
círculo interior.
Círculos, cuadrados, triángulos equiláteros. Todo lo
demás no pasa de ser literatura geométrica en rojo y negro que actúa sobre una
modesta sección de realidad folletinesca. La figura regular de nueve ángulos
que se ha obtenido deja estupefacto al matemático profano y llena de alegría el
corazón del cabalista.
Con 3,14 y dos juegos de figuras-matrices, los
cabalistas invitan a todos los buscadores de la Verdad a participan la
creación del mundo y a exaltar el Nombre del Maestro del Todo.
Nadie sabe el numero del todo asi le fue a sthpen hawking cpn su teoria
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