Cada oficial alumbra un ámbito de la Logia, y como símbolo vivo de una década arquetípica, desvela una faceta de la joya, un lado de polígono, una nota de la sinfonía, contribuyendo con su sola presencia a la armonía perfecta del cosmos del que el propio templo masónico es un modelo.
En la danza cíclica que tejen los oficiales del Taller cada vez que se instala un nuevo colegio, podemos reconocer, entre muchos otros simbolismos, el del recorrido rítmico, recurrente y acompasado de los planetas en torno al Sol, siendo éste el reflejo resplandeciente de la Luz inmaterial surgida del Uno sin segundo.
En este movimiento aparente de traslación, nos ha tocado ocupar transitoriamente la posición del 2° Vigilante. Por un instante nos detenemos y escuchamos la vibración emitida desde este enclave, en un intento de identificamos con el matiz que toma la luz, con la forma que aquí adopta el Ser para darse a conocer a sí mismo; es decir, operamos una alquimia de disolución y coagulación con la substancia de esta posición, signada por un tiempo, un espacio y una forma, para, conociéndola, conocernos, y trascendiendo sus cualidades identificamos con la esencia, pues conocer es ser y encarnar plenamente la energía-fuerza vehiculada por cada símbolo.
Antes de abrir los trabajos reina el más absoluto silencio y oscuridad, la Posibilidad, sin ninguna determinación ni distinción. El Verbo surgido de la Nada, simbolizado por la voz del Venerable Maestro, pregunta al 2° Vigilante:
¿Cuál es el primer deber de un vigilante en Logia? Y éste responde:
- Venerable Maestro, es asegurarse de que la Logia esté debidamente cubierta.
Entonces se le pide al Hermano Guarda Templo que cumpla con su oficio, y a través del 2° Vigilante llegan los resultados de la cobertura exterior del templo al Venerable Maestro.
Se ha trazado una primera línea invisible. Después, la cuestión dirigida al 1º Vigilante sobre el segundo deber de un Vigilante en Logia, el cual contesta:
- Venerable Maestro, es asegurarse de que todos los asistentes son Aprendices Masones, están en su lugar y en el sitio que les corresponde.
Con la Palabra se ha geometrizado un triángulo invisible entre estos tres puntos, los tres oficiales que dirigen la Logia, llamados también sus "tres luces".
A continuación, con la circunambulación que realizan los dos Vigilantes para comprobar la regularidad interior, se delimita además el marco sagrado donde se desarrolla la labor de edificación, se concibe el encuadre que todo iniciado deberá recorrer y finalmente trascender, se anclan los fundamentos; todo ello en la más absoluta penumbra. Y acto seguido:
"...Es a los pies del Oriente en donde los tres oficiales de la Logia se "unen" para "recibir" la Luz que simbólicamente emana del Delta, lo que es lo mismo que la recepción y transmisión ritual de la influencia espiritual que a través de las respectivas funciones de estos tres oficiales en verdad "dirigirá" los trabajos de la Logia."
Cada uno irá entonces hacia el pilar que le corresponde, y al invocar el arquetipo divino se iluminará gradualmente cada ámbito, desde el más interno y esencial al más exterior y manifestado, empezando por la Sabiduría del G.·.A.·.D.·.U.·. siguiendo por la Fuerza y finalmente por la Belleza, hasta que todo el espacio reluzca esplendorosamente.
Al 2° Vigilante le corresponde el pilar o la estrella de la Belleza. Y aquí nos detendremos unos instantes para evocar al mito.
En la antigüedad greco-romana, Venus o Afrodita es la diosa de la Belleza y del Amor, símbolo también de la Vida en tanto que dadora de todas las formas sutiles, de la fecundidad y la fertilidad, del matrimonio y de la familia. En verdad, preside todas las uniones, esos lazos sutiles que ensamblan los seres de todos los mundos con el Espíritu Universal. Engendrada por las gotas de esperma del castrado Urano que han caído sobre el mar, Afrodita nace entre la espuma. Nos dice el Himno Homérico:
"Las Horas, de diadema de oro, la acogieron con agrado y la vistieron con divinos vestidos (...)
Después de haber colocado todos estos adornos en torno a su cuerpo, la condujeron ante los inmortales. Estos al verla la saludaron con cariño y la acogieron con los brazos abiertos:
Cada uno deseaba que fuera su legitima esposa y llevarla a su casa: tal embeleso les producía la hermosura de Citerea coronada de violetas(...). Nadie ha podido escapar de su poder, ni entre los dioses bienaventurados ni entre los mortales hombres".
Sólo hay tres dioses cuyos corazones Afrodita no ha podido seducir: Atenea, asociada a la Sabiduría; Artemisa, a la Luna y Hestia, símbolo de la Virgen incólume. Medítese en ello, pero por ahora, centrémonos en la Belleza.
Pone Platón en boca de Diótima en El Banquete o del Amor:
"Préstame ahora, Sócrates, toda la atención de que seas capaz. Quien, en los misterios del Amor, se eleve hasta el punto en el que estamos, después de haber recorrido convenientemente todos los grados de lo bello, llegado al término de la iniciación, percibirá de golpe una belleza maravillosa. ¡Oh Sócrates!, la que era el fin de todos sus trabajos anteriores, belleza eterna, increada e imperecedera, libre de crecimiento y de disminución, que no es hermosa en tal parte y fea en otra, bella en un concepto y fea en otro, para éstos o para aquellos; belleza que nada tiene sensible como un rostro, unas manos, o algo corporal, que no es tal pensamiento o tal ciencia, que no reside en un ser diferente de sí misma, en un animal, por ejemplo, o en la tierra o en el cielo o en cualquier otra cosa, sino que existe eterna y absolutamente por sí misma y en sí misma, de la que participan todas las demás bellezas, sin que el nacimiento o la destrucción de éstas le cause la menor disminución o el menor crecimiento, ni la modifique en lo más mínimo.
Cuando de las bellezas inferiores se ha sido elevado, por un amor bien entendido de los jóvenes, hasta esta belleza perfecta y se comienza a entreverla, se ha llegado casi al final. Porque el camino derecho del amor, ya lo siga uno mismo, ya sea guiado por otro, es comenzar por las bellezas de aquí abajo y elevarse hasta la belleza suprema, pasando por así decirlo por todos los grados de la escala, de un cuerpo a dos, de dos a todos los demás; de los cuerpos bellos a las ocupaciones hermosas, de éstas a las ciencias hermosas, hasta que, de ciencia en ciencia, se llega a lo que es por excelencia, que es la ciencia de lo bello y se acaba por conocer lo que es bello por sí mismo".
En el Volumen de Arquitectura Introducción a la Ciencia Sagrada Programaa Agartha leemos:
"La belleza de la forma es el ropaje y la atracción de la Belleza del Principio, y por lo tanto lo refleja armónicamente."
Es por ello que el 2° Vigilante proclama una vez consagrado el templo:
"La Belleza de su obra se manifiesta en el Universo entero."
Venus simboliza el poder atractivo, la fuerza unitiva que ejerce el Principio divino en todos los planos del Ser, y al mismo tiempo también ilustra los matices que adopta esa atracción en cada mundo o estado. La propia naturaleza de esta deidad lleva implícita la gradación del camino ascendente, desde lo más material y corpóreo a las formas más sutiles y de éstas a los arquetipos universales, para, finalmente, equilibradas en el centro todas las posibles dualidades, alcanzar la fusión con el Espíritu. Y si no, veamos a la Venum pandémos, la popular, diosa de las sonrisas, los engaños, el dulce placer, la seducción y el deseo, su aspecto más denso e inferior; la Venus presbytéra y amétor que representa el amor más inmaterial a medio camino del Amor Supremo y finalmente la Venus Ourania, la celeste, la que preside la expresión más pura de la fusión o identificación de todo con el Principio.
"Lo de arriba es como lo de abajo". Y arriba, en el cielo del 2º Vigilante resplandece la nítida luz del planeta Venus, llamado también lucero del alba o vespertino, según que aparezca en el firmamento al amanecer, o bien una vez que los últimos rayos del Sol se han escondido tras el horizonte. Venus lo precede de cerca, y al igual que el gallo, canta la que será su carrera diurna, o bien evoca la estela del astro Rey recién desaparecido tras el horizonte para realizar su viaje nocturno.
Por su gran cercanía y al mismo tiempo suficiente lejanía del Sol se lo divisa en el cielo todavía azul, como si antes de correr el tupido velo negro de la noche, o justo después de descorrerlo, se abriera una ventana en el ínterin que anunciara el tránsito de un tiempo a otro, de un estado a otro, de un mundo a otro, y así, marcando graciosamente el compás del tiempo cíclico, insinuara otra posibilidad entre el devenir y el no tiempo o tiempo mítico de los orígenes, antesala de la eternidad.
La simbólica de este planeta está, pues, íntimamente ligada al Sol, centro del mundo, corazón del ser, punto al cual tiende el iniciado que se deja guiar por el sutil hilo de Ariadna que finalmente le señalará la salida del laberinto y lo instalará en la conciencia de la plenitud del estado humano, iniciándose entonces el tránsito por los estados superiores del Ser.
Venus anuncia al corazón y por eso en la iconografía alquímica se lo representa a veces como una bella mujer con un corazón llameante en la mano, o también con un espejo. El 2° Vigilante colabora tanto en la delimitación del espacio como del tiempo sagrado; su sitio en Logia es a Mediodía, para observar el Sol en su meridiano y llamar a los hermanos del trabajo al ocio y del ocio al trabajo a fin de que obtengan provecho y alegría.
En el punto cenital del Sol, momento en que su luz cae en perpendicular o en plomada sobre el mundo y cuyo fenómeno diurno es análogo al del solsticio de verano en el año o al del punto de la plenitud del aspir en el ciclo respiratorio, aquel se detiene, y justo entonces es cuando el 2° Vigilante llama a los obreros al trabajo. Simbólicamente los despierta y durante las doce horas siguientes de declive del ciclo, las cuales son especialmente aptas para la recepción de los efluvios que descienden del cielo, los pone manos a la obra, insinuándoles un aspecto de la materia sobre el que deben empezar a laborar, el correspondiente a la esfera séptima del Arbol de la Vida, Netsah, la Victoria, perteneciente al plano de Yetsirah, el llamado "Mundo de las Formaciones". La energía que se irradia en este punto es misericordiosa, acuática, positiva, activa, expansiva, pródiga en producciones, dúctil, incluso hasta voluptuosa y bien apta para conformar las pasiones, emociones, sentimientos, deseos, flujo y reflujo, ascenso y descenso, aguas permanentemente en movimiento.
Con suma destreza, el artesano debe identificar y nombrar todos estos aspectos, pero sólo los podrá domar y amansar gracias a la acción de la influencia espiritual venida de lo alto, o del centro, la cual hará posible el remanso de las aguas y su conversión en un espejo donde se reflejen y refracten los mundos superiores.
La plomada que figura sobre el sitial del 2° Vigilante indica que este delicado arte sólo es posible si uno está totalmente a plomo, ajustado al eje, al hilo sutil que pende desde la sumidad del templo hasta su nadir, atravesando y religando todos los mundos entre sí, armonizándolos, dándoles su razón de ser, e indicando la vertical que debe remontarse para salir del límite del cosmos.
El obrero que se entrega de corazón al trabajo, esto es, que se vacía de todo lo individual, obtendrá como provecho sucesivas transmutaciones que culminarán en la transformación y de ahí al infinito sólo silencio. Lo dicho no tiene en absoluto nada que ver con transacciones indefinidas en los mundos del alma, ni con identificaciones con las formas, negocios con el símbolo, ni con aventuras duales con el mito. No, el provecho es reconocerlo todo en uno y simultáneamente, trascendiendo cualquier apariencia y vehículo, fusionarse con lo único real, lo inasible, lo inefable, lo inmutable, lo eterno. Nos dice Fousard:
"La vida espiritual debe estar en movimiento incesante entre la aparición y Aquel que no aparece jamás."
Y también:
"Dios es nada, Dios es todo, es negándose que establece la criatura, es negando la criatura que se le afirma. La teofanía afirma y niega, es idéntica a lo divino y se distingue de ello, manifiesta que es, pero no lo que es, a modo de un vestido que revela el cuerpo escondiéndolo.
Y la intuición de esta Realidad en la copa del corazón es el origen de la alegría del masón,
...pues no hay nada que procure más dicha que el deseo de identificación con el Infinito mismo. Es una alegría nacida al tomar conciencia de la universalidad y liberación final que nos aguarda tras la obra.
Es por ello también que cuando se clausuran los trabajos el 2° Vigilante hace referencia nuevamente a la alegría e invoca:
¡Que la alegría esté en los corazones!
"Y lo de abajo es como lo de arriba". Los antiguos alquimistas y filósofos decían de Venus que era el Tema o la Tierra, de cuyas entrañas se extrae el cobre, el metal análogo a la energía celeste, cálido, rojizo, maleable, conductor de luz y de calor. Cuando se humedece, reverdece, al igual que hace un campo fértil cuando es convenientemente labrado, abonado, sembrado, regado por la lluvia y el rocío; entonces brota, crece, florece, fructifica, se multiplica, impregnando todo de aromas, colores, sabores y susurros.
En numerosos grabados se representa también a esta energía como una mujer que sostiene una rama con siete flores.
"Su poder es perfecto cuando se convierte en tierra"
Versa la Tabla Esmeralda. El siete es el número de Netsaht, módulo cuya reducción retorna al Uno. Las cartas del Tarot que se corresponden con esta sefirah son la siete y la catorce, El Carro y La Templanza, en ambas aparece una tierra áurea con brotes verdes. En la séptima, sobre este piso resplandeciente hay un carro y dos caballos conducido por un auriga que es guiado por el ímpetu del Espíritu. En la de La Templanza, aparece sobre el dorado suelo una mujer alada practicando el arte de la mixtura, preparada para emprender el vuelo, la vida nueva presentida al final del laberinto de las aguas. Esta tierra, que uno debe penetrar y visitar hasta su misma entraña es el anuncio de la Tierra de los Vivos, habitada por los iniciados que han pasado por la muerte y la han vencido, la Tierra Santa o Pura, residencia de la Inmortalidad.
"Para que se obren los milagros de una sola cosa". Cuando el artesano labora A L.·.G.·.D.·.G.·.A.·.D.·.U.·., sus obras salen a la luz y resplandecen. El Arte es el vehículo para esa construcción cósmica, un hacer sagrado, la recreación que actualiza el gesto original del Principio, el Supremo Arte de conocerse a sí mismo. La música que surge de la columna de armonía pulsada por el 2º Vigilante insinúa la proporción, medida, ritmo, afinación que preside y fundamenta esta real labor a la que todos estamos libremente convocados. ¡Invocamos a Hermes, a Venus y a las Musas para que por su Intermedio:
"...subyuguemos cualquier discordante pasión que haya dentro de nosotros, y se armonicen y enriquezcan nuestros corazones con el Amor y la Bondad del Santísimo y Gloriosísimo Señor, Gran Arquitecto del Universo!"
Finalizado el canto a las formas, reflejo o eco de las ideas, todo se repliega en el seno del Sí mismo. La ilusión se desvanece. Misterio.