lunes, 22 de enero de 2018

RECUPERAR LA SABIDURÍA PERDIDA


Las enseñanzas de los Misterios egipcios se guardaban muy celosamente, y sólo con extremada dificultad y bajo especiales condiciones se admitía en ellos a un extranjero. Sin embargo, fueron admitidos algunos, como Moisés, de quien dice el relato bíblico que "fue instruido en toda la sabiduría de los egipcios".
 
Después transmitió su conocimiento a la clase sacerdotal de los israelitas, y así se mantuvo en forma más o menos pura hasta la época de David y Salomón, quien construyó su templo de conformidad con el plan masónico y lo estableció en centro de simbolismo y trabajo masónicos.

 
No cabe duda de que Salomón construyó el templo de su nombre con el intento de señalar y conservar para su pueblo cierto sistema de medidas, de la propia suerte que las dimensiones de la gran pirámide entrañan muchos datos geodésicos y astronómicos. No tuvo éxito en ello, porque se había perdido gran parte de la tradición o quizás sería más exacto decir que si bien se había conservado la tradición de los ornamentos ya no se sabía lo que significaban.
 
Hasta entonces los iniciados en los Misterios judíos habían dirigido su atención hacia la Casa de Luz de Egipto; pero Salomón resolvió que los pensamientos y emociones de los iniciados se enfocaron en el templo que acababa de construir; y por lo tanto, en vez de hablarles de la simbólica muerte y resurrección de Osiris en Egipto, inventó el relato que constituye la actual tradición masónica, y hebraizó todo el ritual, substituyendo las palabras egipcias por otras hebreas, aunque sin alterar en algunos casos el significado original.

Conviene advertir que al obrar de esta suerte no hacía Salomón otra cosa que colocar las prácticas de su pueblo en correspondencia con las de las naciones circundantes. Había muchas tradiciones de Misterios, y aunque los israelitas habían llevado consigo por el desierto de Sinaí, bastante de la tradición egipcia, los sirios y otros pueblos conservaban la tradición del descenso de Tamuz o Adonis en vez de la del desmembramiento de Osiris.

El hermano Ward, en su último libro sobre este asunto, parece inclinado a defender la hipótesis de que los masones debemos relativamente poco a Egipto y mucho a Siria. En este resumen brevísimo de la historia de la Masonería no puedo extender me en el examen de dicho punto.

Por conducto de los judíos llegó principalmente la Masonería a Europa. Parece que la introdujeron en Roma algunos soldados de los ejércitos de Vespasiano y Tito que sitiaron a Jerusalén, y así formó parte de las ceremonias y enseñanzas de los Colegios romanos, de donde pasó a los comacinos y otras sociedades secretas que la conservaron durante la edad media, hasta que al amainar la persecución, se mostró más abiertamente en el Renacimiento.
 
En 1717 se reunieron varios fragmentos de ella para formar la Gran Logia de Inglaterra tal como subsiste en nuestros días.


Sin embargo, conviene tener en cuenta que no hay ninguna modalidad de Masonería con carácter ortodoxo. Una tradición análoga, de fuente caldea, dio origen a la Masonería de los demás países de Europa; y parece que los caballeros del Temple trajeron otra tradición al regresar de las cruzadas.

Gran parte de la antigua sabiduría se dejó caer en el olvido y se perdieron muchos y muy importantes secretos, que no obstante han conservado incólumes los hierofantes de la Gran Fraternidad Blanca, quienes recompensan con su conocimiento las investigaciones del masón realmente fervoroso. Los individuos de las modernas subrazas podemos dar pruebas de ser tan inegoístas y capaces de ayudar al prójimo como fueron los antiguos, pues bien cabe que seamos los mismos egos en nuevos cuerpos con la inclinación a la clase de fe y obras que tan acabadamente conocimos entonces. Procuremos reavivar en las tan diferentes condiciones de nuestra época el invencible espíritu que nos distinguió hace millares de años. Esto supone muy ardua y larga tarea, porque cada oficial masónico ha de desempeñar perfectamente sus funciones, lo cual exige mucha práctica y ejercicio. Sin embargo, creo que muchos responderán al llamamiento del Maestro y se apresurarán a unirse para preparar el camino a quienes han de venir.

Que cada Logia sea un modelo de eficiente trabajo, para que cuando alguien la visite quede impresionado por la bondad de los trabajos y por el vigor de su magnético ambiente; y por lo tanto, pueda inducírsele a que tome parte en esta vasta empresa.

También nuestros miembros han de ser capaces, cuando visiten otras Logias, de explicar nuestro método de trabajo, demostrando cómo se han de practicar las ceremonias desde el oculto punto de vista. Sobre todo, deben llevar consigo el poderoso magnetismo de un centro completamente armónico, con la pujante radiación del amor fraternal.

 
 

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