La Palabra de Paso introduce al Maestro en el espacio sagrado de la alquimia, entendida ésta como trabajo interior.
El trabajo alquímico está presente desde la Iniciación; al candidato se le insta a "abandonar los metales", y una vez purificado por los viajes rituales y proclamado aprendiz de la Masonería se le enseña que su trabajo como tal, consiste en desbastar la Piedra Bruta. Piedra que no es exterior a él, por lo que la operación de desbastar no significa sino abandonar todo aquello que constituye las densidades de su individualidad, que mantienen aprisionada a la verdadera Personalidad.
"Separa la Tierra del Fuego, y lo sutil de lo grueso, suavemente y con todo cuidado" dice La Tabla de Esmeralda hermética, y ese es en definitiva el trabajo que compete al iniciado. Un continuo trabajo de "disolver y coagular"
Hasta ahora el iniciado, en su calidad de aprendiz y luego de compañero, ha sido guiado por los maestros y su responsabilidad se limitaba a obedecer e imitar, y sus errores se consideraban incluidos en el proceso mismo de aprendizaje. Se le indicaba el modo el método masónico para alcanzar el objetivo de la maestría y en consecuencia alcanzar el término de la iniciación masónica; pero una vez esto realizado, las cosas cambian; el compañero ha debido morir y resucitar, ha visitado los infiernos y ha vuelto a la vida como un hombre nuevo, y además como un hombre libre.
"Separa la Tierra del Fuego, y lo sutil de lo grueso, suavemente y con todo cuidado" dice La Tabla de Esmeralda hermética, y ese es en definitiva el trabajo que compete al iniciado. Un continuo trabajo de "disolver y coagular"
Hasta ahora el iniciado, en su calidad de aprendiz y luego de compañero, ha sido guiado por los maestros y su responsabilidad se limitaba a obedecer e imitar, y sus errores se consideraban incluidos en el proceso mismo de aprendizaje. Se le indicaba el modo el método masónico para alcanzar el objetivo de la maestría y en consecuencia alcanzar el término de la iniciación masónica; pero una vez esto realizado, las cosas cambian; el compañero ha debido morir y resucitar, ha visitado los infiernos y ha vuelto a la vida como un hombre nuevo, y además como un hombre libre.
Por última vez, en su cambio de estado de compañero a maestro, ha sido conducido de la mano; de aquí en adelante caminará sólo por sus propios medios y con sus propias fuerzas, que la influencia espiritual conferida en la Iniciación duplicará y aún triplicará en la medida que él sepa "estar a la orden".
Guía y ayuda no le van a faltar, sin embargo desde ahora él es el único responsable de sí mismo y de su destino.
El encuentro con el personaje designado por la Palabra de Paso, como nos enseña la Leyenda del grado, supone un viaje a las profundidades de la tierra (V.I.T.R.I.O.L.) y el correspondiente aprendizaje del manejo del Fuego interior.
Si la construcción del Templo es tarea colectiva y corresponde a la Arquitectura Sagrada, la preparación y purificación del obrero, necesarias para que su disposición sea la correcta en la obra colectiva, es tarea personal y corresponde a la alquimia.
Decíamos que entendemos la alquimia como el proceso del trabajo interior individual, ya utilice el simbolismo metálico, vegetal, planetario o constructivo, pero este trabajo supone necesariamente una ascesis, de la que Guénon dice que "se trata esencialmente de un conjunto metódico de esfuerzos tendente a un desarrollo espiritual".
Reproducimos a continuación la siguiente cita que corresponde también al cap. XIX de Initiation et Réalisation Spirituelle, del mismo autor, traducido al castellano en el N° 2 de la revista SYMBOLOS:
"El término "ascesis", tal como lo entendemos aquí, es aquel que, en las lenguas occidentales, corresponde lo más exactamente al sánscrito tapas; es verdad que éste contiene una idea que no es directamente expresada por el otro, pero esta idea no entra menos estrictamente en la noción que puede uno hacerse de la "ascesis". El sentido primero de "tapas" es en efecto el de "calor"; en el caso de que se trata, este calor es evidentemente el de un fuego interior que debe quemar lo que los cabalistas llamarían "las cortezas", es decir, en suma, destruir todo lo que, en el ser, es obstáculo para una realización espiritual; es esto claramente entonces algo que caracteriza, del modo más general, a todo método preparatorio para esta realización, método que, desde este punto de vista puede ser considerado como constituyendo una "purificación" previa a la obtención de todo estado espiritual efectivo".
Al hablar del "calor que procede del fuego interno", el hermano René Guénon lo identifica con el azufre de los herméticos y nos remite al cap. XII de su La Gran Tríada, obra de la que reproducimos lo sigue:
... el Azufre, cuyo carácter activo hace que se le asimile a un principio ígneo, es esencialmente un principio de actividad interior, que se considera que se irradia a partir del centro mismo del ser. En el hombre, o por semejanza con éste, tal fuerza interna suele identificarse en cierta forma con el poder de la voluntad...
Si como decíamos al principio la Palabra de Paso permite al Maestro acceder/descender al interior de la tierra y ser instruido ni el manejo del fuego, no es menos cierto que aquí está también el método a seguir, método o ascesis basada en el fuego que ha de derretir los metales densos en cuyo interior se encuentra el Ser.
Otro aspecto del simbolismo de la Palabra de Paso es el que conecta al iniciado a través de la Tradición Masónica con la Tradición Antediluviana y por tanto Primordial, transformándolo en un eslabón de la cadena áurea que cruza los tiempos; el Maestro que ha finalizado el recorrido iniciático (virtualmente al menos), ha llegado a lo más profundo de la caverna, y recordemos que inició su viaje visitando el interior de la tierra simbolizado por el Gabinete de Reflexión y lo ha concluido muriendo y descendiendo a los infiernos, encontrándose ahora frente a dos opciones entre las que debe elegir ineludiblemente: puede optar por quedarse cómodamente instalado en aquellas profundidades con el peligro de solidificación que ello conllevaría, o, por el contrario, puede optar por iniciar el ascenso hacia la cima de la montaña, que es lo que corresponde al iniciado que realmente aspira a la efectivización de la iniciación recibida, poniéndose al servicio de la Tradición y lo que ésta vehicula, y en definitiva, devenir obrero consciente de la Obra rindiendo su voluntad a la Voluntad del Gran Arquitecto.
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