viernes, 27 de julio de 2018

PRELIMINARES A LA INICIACION


El conocimiento de si mismo resulta inútil, a menos que pueda ser usado.

CLIFFORD D. SIMAK

En su libro Manual del aprendiz, Aldo Lavagnini nos cuenta que «iniciación» es una palabra que deriva del latin, initiare, que tiene la misma etimologia que initium, «inicio o comienzo», derivando ambos términos de intere, «ir dentro» o «ingresar». Así, encontramos en ella un doble sentido del "ingreso en" y del "comienzo o principio de" una nueva cosa.
 
Diríamos, pues, que iniciación es la puerta de ingreso a una nueva realidad que representa un inicio de una manera diferente de vivir y de relacionarse.

 
En épocas pasadas, los candidatos a penetrar en los misterios de la masonería se preparaban antes de la ceremonia. Los días previos a la iniciación se esperaba que el candidato guardara una perfecta castidad para evitar que se produjeran interferencias en su campo energético y para que sus depósitos de energía creativa estuvieran llenos.
 
Se le sugería que se mantuviera dentro de una dieta ligera, de la cual todo alimento animal quedaba excluido, ya que se entendía que la carne era portadora de los restos pasionales del animal y que al ingerirla transmitía una parte de su carga. Se le pedía también al candidato que se purificara por medio de ceremonias, quemando incienso, llevando a cabo acciones y meditaciones o realizando plegarias.

Cuando llegaba la hora, era conducido, a medianoche, a la boca de una galería de poca altura (cuando alguien penetra en una nueva realidad, en un edificio, lo hace por los bajos), por donde tenia que arrastrarse ayudándose con sus manos y rodillas (estar agachado es un símbolo de humildad).
 
Se acercaba a la boca de un pozo por el que el guía le indicaba que debía descender (el proceso de involución siempre precede al de evolución).
 
Si el candidato mostraba la mas pequeña duda, era conducido de regreso al mundo externo y tardaría muchos años en volver a ser admitido como candidato a la iniciación (en el proceso inicial, cuando se pone a prueba la voluntad, la duda es un poderoso enemigo).
 
Si a pesar de todo intentaba descender, el conductor le señalaba una escalera escondida que le permitiría bajar con seguridad (cuando alguien pone en marcha su voluntad, en seguida aparecen las circunstancias propicias para poder desarrollarla).
 
Después penetraban en una angosta y serpenteante galería en cuya entrada podía leerse esta inscripción:
 
«El mortal que viajare por este camino sin vacilar ni volver la cara será purificado por el Fuego, el Agua y el Aire; puede sobreponerse al temor a la muerte; emergerá de las entrañas de la Tierra; volverá a la luz, y reclamará su derecho de preparar su alma para la recepción de los misterios de la masonería».
 
Antes de entrar se le vendaban los ojos. Con el tiempo los métodos se han ido modificando. Ahora los templos se encuentran en medio de grandes ciudades y los rituales deben adaptarse a ellas. Al candidato a la iniciación a los misterios de la masonería, al presentarse en la puerta del templo, se le vendaran los ojos y de esta forma será conducido por su introductor al Gabinete de Reflexión.
 
Con este acto ritual se pretende imprimir en la conciencia del candidato el hecho de que penetra en un mundo hasta ahora invisible para el, que escapa a la visión de sus ojos y a su comprensión en aquel momento.
 
Realmente, quien se inicia en nuestros misterios los desconoce y se acerca a la orden para que le sean revelados. Se encuentra, pues, como un ciego y la venda en los ojos representa esa oscura realidad.
 
Lo mismo sucede cuando iniciamos cualquier actividad en el mundo profano, todo nos resulta nuevo y, por tanto, desconocido; llevamos una venda virtual en los ojos hasta que somos iniciados en aquella realidad.
 
El Gabinete de Reflexión es una cámara oscura, iluminada tan solo por la luz de una vela, amueblada con una mesa cubierta con un manto negro y con una silla. Esta adornado con elementos simbólicos. Está situado en un sótano (real o simbólico), sus paredes están pintadas de color terroso, como en roca viva, para que se asemeje lo mas posible a una gruta.
 
Este Gabinete de Reflexión simboliza el interior del ser humano, el fuero interno, donde mora la conciencia, en la que esta inscrita la ley y la senda que debemos seguir para alcanzarla.
 
Para iniciar el camino que lo conducirá al mundo espiritual, es preciso que la persona descienda a sus «sótanos» y tome conciencia de sus poderes internos, ya que en su fondo humano se encuentra todo lo que ha de permitirle acceder al conocimiento.
 
El candidato toma asiento en la silla, se le quita la venda de los ojos, dejándolo solo y pidiéndole que observe los símbolos que se encuentran allí y que reflexione sobre su significado.
 
En la pared situada frente a la puerta, aparecerá la imagen de un gallo cantando, que corresponderá al signo de Aries. En la pared donde se encuentra la puerta de entrada, una espiga de trigo, correspondiente al signo de Libra. Estas dos paredes simbolizan respectivamente el Este y el Oeste. En la pared Norte figurara la palabra «Vitriol», relacionada con el signo de Cáncer, y en la pared Sur un esqueleto, una hoz y un reloj de arena, en representación del signo de Capricornio. Encima de la mesa encontrará tres recipientes, conteniendo azufre, mercurio y sal, dispuestos en forma de triangulo; el azufre en la cúspide, el mercurio a la derecha del candidato y la sal a la izquierda. En la pared un espejo en el que el candidato podrá contemplarse.
 
Antes de dejarlo solo, el hermano Experto (que permanecerá a su lado durante toda la iniciación), en cuyas manos lo habrá dejado su presentador, le entregara una hoja de papel y un bolígrafo y le pedirá que escriba su testamento filosófico.
 
Estos trabajos tendrán lugar mientras en el templo todos sus miembros han abierto el ritual. Al final de los trabajos de apertura, el Experto ira a buscar el testamento y, cuando el Venerable Maestro se lo pida, volverá al Gabinete de Reflexión para preparar al candidato en vistas a su introducción en el templo.
 
En la antigüedad se despojaba al candidato de su vestido y se le endosaba una túnica harapienta, que se le prestaba para la ceremonia. Se le quitaban los zapatos y calcetines o medias y en su lugar se le daban unas sandalias abiertas por detrás. El vestido es el emblema de la personalidad profana y, al pasar a vivir en la personalidad sagrada, deberá elaborarse un nuevo vestido, de modo que, en un estricto simbolismo, el candidato debería presentarse en el templo desnudo.

La túnica harapienta representaba el impulso primordial hacia la vida sagrada, un impulso que esta aún en su fase inicial. Por ello ese vestido estaba deshilachado, descosido, aguantándose por hilos embastados que aparecían visiblemente por todas partes. El cambio de zapatos por sandalias indicaba que el candidato iba a pisar una nueva tierra. Se trataba aquí de abandonar su realidad, de dejar de pisar esa tierra profana, de modo que los zapatos habían dejado de ser útiles para andar por un mundo distinto al material. Los pies, regidos por el signo de Piscis, representan el alma humana que se esta «elaborando» en nosotros, y las sandalias simbolizan el cambio que se ha operado en el alma.
 
También aquí se han modificado los rituales, y ahora esta preparación consistirá en despojarlo de todos sus objetos de valor: reloj, joyas, dinero, llaves...
 
Después, al candidato se le descubre el pie izquierdo, la rodilla derecha y la parte izquierda del pecho y se le vendan los ojos.
 
Al salir del Gabinete de Reflexión el Experto coloca una cuerda alrededor del cuello del candidato. Esa cuerda simboliza su atadura a los condicionamientos del mundo material. El cuello está, regido por Tauro, que representa el estadio de máximo encadenamiento a la materia.
 
Al llegar a la puerta del templo, el Experto guiará la mano del candidato para que llame con fuerza una sola vez. Cuando le abran se vera obligado a agacharse para entrar en el templo en cuclillas, expresando con ello que la puerta a esa nueva realidad en la que esta a punto de penetrar es estrecha y difícil de franquear y que la humildad será una de las claves imprescindibles para conseguirlo.

Desde la iniciación se nos moviliza para ser portadores de Luz. Ojalá que todo lo que veamos en el taller podamos interiorizarlo y, en su momento, proyectarlo al exterior. Ojalá que los viajes rituales realizados trasciendan y nos transporten a una tierra humana, a esa mítica tierra prometida en la cual vivir será el orden divino.

 

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