Queremos en esta plancha reflexionar sobre un tema de primer orden en nuestro trabajo anual. La costumbre es terminar el ciclo, lo que se suele llamar curso masónico, alrededor de la festividad de San Juan Bautista, en el Solsticio de Verano, con la elección de los oficiales para el nuevo curso que comenzará en septiembre / octubre. Así el curso masónico termina con el anuncio de que será posible reanudar los trabajos, al contar con un nuevo colegio de oficiales (sean sus miembros nuevos o los del anterior colegio confirmados en sus puestos) que tomará el relevo.
En esta elección participan los maestros de la Logia dispuestos, en libertad, a elegir los nuevos oficiales y a la orden para aceptar la función que les sea asignada.
Podemos establecer una analogía entre las partes del cuerpo y los oficiales de la Logia, pequeño cosmos en el que éstos, como unos símbolos más dentro del mismo, desempeñan su función; haciendo así posible la vivificación del mundo; sumándose al gesto prototípico y ordenador del G.·. A.·. D.·. U.·., Principio que anima la Orden Masónica, como todos sabemos.
Importa la función y no la persona que la desempeña, que hoy será un hermano y mañana otro. Decimos hoy y mañana refiriéndonos a cursos distintos pues no en vano al instalarse el colegio los nuevos oficiales juran sus cargos. Lo hace el Ven.·. M.·., los dos Vig.·., y el Orador lo efectúa en nombre del resto. Así pues cada oficial jura desempeñar su función por el tiempo para el que ha sido designado comprometiéndose a una labor podríamos decir en profundidad, extensión y elevación, en un tiempo otro que se concreta en un aquí y ahora a lo largo del curso masónico.
Por lo que llevamos dicho vemos la importancia de la continuidad en un cargo, fuere el que fuere, para encarnar la función misma, comprenderla y conocerla como aspecto del Uno que se despliega en esta pluralidad.
Son diez los oficiales de la Logia como diez son los números y las Sefiroth del Arbol de la Vida. El diez, es la suma de la circunferencia más el centro que la genera. Los nueve oficiales desempeñan su función dirigidos por el Venerable M.·. de la Logia situado en el Oriente lugar al que todos dirigen su mirada.
El trabajo masónico cuenta con un soporte que es el rito:
Así como el sol se levanta por el Oriente para abrir la carrera del día, así el Ven.·. M.·. está en el Oriente para abrir la Logia y dirigir los trabajos.
Nos dice el ritual de Apertura, y el Primer Vigilante se sitúa en Occidente porque.
Así como el sol tiene su ocaso en Occidente para cerrar la carrera del día, el Primer Vig.·. está ahí para ayudar al Venerable M.·. a cerrar la Logia, pagar a los obreros y asegurarse de que estén satisfechos.
Tal como el día transcurre entre la salida y la puesta del sol, los trabajos masónicos lo hacen entre el rito de Apertura y el de Cierre de la Logia, entre el Mediodía y la Medianoche y así como cada amanecer y cada atardecer es distinto y nuevo, lo es cada apertura y cierre aun cuando el ritual sea el mismo pues sin rutinas, y como hombres libres, los oficiales, y todos los hermanos en general, vivifican un rito en el que están incluidos hasta los posibles "despistes" o "equivocaciones" de los participantes.
Uno ha de estar libre, y dispuesto a asumir cualquier función, fuere la que fuere, perseverando en ella hasta que la Orden, a través de la Cámara del Medio de la Logia, así lo disponga; salvo, desde luego, que uno se vea impedido a hacerlo.
Por lo que llevamos dicho vemos la importancia de la continuidad en un cargo, fuere el que fuere, para encarnar la función misma, comprenderla y conocerla como aspecto del Uno que se despliega en esta pluralidad.
Son diez los oficiales de la Logia como diez son los números y las Sefiroth del Arbol de la Vida. El diez, es la suma de la circunferencia más el centro que la genera. Los nueve oficiales desempeñan su función dirigidos por el Venerable M.·. de la Logia situado en el Oriente lugar al que todos dirigen su mirada.
El trabajo masónico cuenta con un soporte que es el rito:
Así como el sol se levanta por el Oriente para abrir la carrera del día, así el Ven.·. M.·. está en el Oriente para abrir la Logia y dirigir los trabajos.
Nos dice el ritual de Apertura, y el Primer Vigilante se sitúa en Occidente porque.
Así como el sol tiene su ocaso en Occidente para cerrar la carrera del día, el Primer Vig.·. está ahí para ayudar al Venerable M.·. a cerrar la Logia, pagar a los obreros y asegurarse de que estén satisfechos.
Tal como el día transcurre entre la salida y la puesta del sol, los trabajos masónicos lo hacen entre el rito de Apertura y el de Cierre de la Logia, entre el Mediodía y la Medianoche y así como cada amanecer y cada atardecer es distinto y nuevo, lo es cada apertura y cierre aun cuando el ritual sea el mismo pues sin rutinas, y como hombres libres, los oficiales, y todos los hermanos en general, vivifican un rito en el que están incluidos hasta los posibles "despistes" o "equivocaciones" de los participantes.
Uno ha de estar libre, y dispuesto a asumir cualquier función, fuere la que fuere, perseverando en ella hasta que la Orden, a través de la Cámara del Medio de la Logia, así lo disponga; salvo, desde luego, que uno se vea impedido a hacerlo.
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