Símbolo solar, el gallo es el ave de la mañana, emblema de la vigilancia y de la actividad.
Los constructores de catedrales solían terminar su obra colocando un gallo en lo más alto del campanario. En el lenguaje esotérico el gallo corresponde al mercurio o inteligencia iluminada.
El gallo canta cuando los cielos se encuentran aún oscuros, pero es inminente la llegada de la luz. Es el anunciador de una luz que viene y que inundará la tierra en la que nos encontramos.
Al colocar este símbolo en lo alto de las catedrales, los constructores querían indicar que el fiel que recorre el camino del templo exotérico (el de la fe) hasta su más alta elevación se encuentra en el umbral de una nueva luz, en el camino del conocimiento, representado por los templos esotéricos, como el de la masonería.
Ese mismo gallo, al aparecer en el sótano del templo masónico, indica que el camino del fiel continúa en aquel lugar, que allí encontrará la senda que le conducirá a la luz.
El gallo anuncia al neófito que se encuentra en el umbral de un nuevo mundo, de una nueva forma de ver las cosas y de enfocar su vida y para subrayar esta realidad se le pide que redacte un testamento filosófico, después de haber meditado en profundidad sobre todos los símbolos que se encuentran a su alrededor, en el Gabinete de Reflexión.
Al entrar en aquel gabinete, el candidato muere para un cierto mundo, muere para ciertos valores, ya que a partir de entonces todo lo verá de un modo distinto y nunca más será el que era.
La redacción de su testamento permitirá a sus Maestros tener una idea del nivel de conciencia del candidato y saber el género de instrucción que necesita.
En la antigüedad el gallo se inmolaba a Príapo y a Esculapio para obtener la curación de los enfermos.
Símbolo de la vigilancia y de la resurrección, Davy señala que la primera de tales condiciones debe tomarse en sentido de "tendencia a la eternidad y cuidado en dar primacía al espíritu, de estar despierto y saludar al sol (Cristo), aun antes de su salida por Oriente (iluminación)".
Los constructores de catedrales solían terminar su obra colocando un gallo en lo más alto del campanario. En el lenguaje esotérico el gallo corresponde al mercurio o inteligencia iluminada.
El gallo canta cuando los cielos se encuentran aún oscuros, pero es inminente la llegada de la luz. Es el anunciador de una luz que viene y que inundará la tierra en la que nos encontramos.
Al colocar este símbolo en lo alto de las catedrales, los constructores querían indicar que el fiel que recorre el camino del templo exotérico (el de la fe) hasta su más alta elevación se encuentra en el umbral de una nueva luz, en el camino del conocimiento, representado por los templos esotéricos, como el de la masonería.
Ese mismo gallo, al aparecer en el sótano del templo masónico, indica que el camino del fiel continúa en aquel lugar, que allí encontrará la senda que le conducirá a la luz.
El gallo anuncia al neófito que se encuentra en el umbral de un nuevo mundo, de una nueva forma de ver las cosas y de enfocar su vida y para subrayar esta realidad se le pide que redacte un testamento filosófico, después de haber meditado en profundidad sobre todos los símbolos que se encuentran a su alrededor, en el Gabinete de Reflexión.
Al entrar en aquel gabinete, el candidato muere para un cierto mundo, muere para ciertos valores, ya que a partir de entonces todo lo verá de un modo distinto y nunca más será el que era.
La redacción de su testamento permitirá a sus Maestros tener una idea del nivel de conciencia del candidato y saber el género de instrucción que necesita.
En la antigüedad el gallo se inmolaba a Príapo y a Esculapio para obtener la curación de los enfermos.
Símbolo de la vigilancia y de la resurrección, Davy señala que la primera de tales condiciones debe tomarse en sentido de "tendencia a la eternidad y cuidado en dar primacía al espíritu, de estar despierto y saludar al sol (Cristo), aun antes de su salida por Oriente (iluminación)".
No hay que olvidar otros gallos importantes, como el gallo que los levitas cuidaban en el templo... y que, sin dudas, es el gallo que "anuncia" la traición de Pedro.
ResponderEliminarEn este sentido, el gallo se asimilia al planeta Venus como Lucifer/Prometeo, que pretende adelantarse al sol, primero anunciando su salida inminente, pero también como símbolo de la traición a Dios, queriendo ocupar su lugar.
El gallo en lo alto de los edificios sagrados es expuesto también como el veedor del primero rayo de sol, que se llama "rosicler". Y en su altura, el gallo -también a veces llamado Rosicler- era el encargado de ver el primer rayo de sol... rol parecido al 'epíscopos' egipcio que esperaba la salida del "primer rayo del sol" que no sería otro que Sothis -Sirio-, para precaver a los agricultores acerca de la crecida del Nilo.
Como sea, el gallo es doble símbolo de amor por Dios y de traición a Dios... como las dos serpientes que se enroscan en el caduce de Hermes (Dios de los comerciantes y de los ladrones) o la serpiente en el cetro como atributo de Asclepio -Esculapio-, a quien Sócrates quería que se le diera el gallo que se le debía a Asclepio, tal como le pide a Critias en el texto de Platón... No se sabe si en el sentido de vigilancia como un gallo por la salud que se le regalaba al médico si uno se curaba, o en un sentido irónico, ya que Sócrates sabía que se iba a morir...