Dedicándoos al bien ajeno, no debéis olvidar vuestra propia perfección ni descuidaros en satisfacer las necesidades de vuestra alma inmortal, recogeos frecuentemente en vuestro corazón para sondar sus mas recónditos arcanos.
El conocimiento de sí mismo es el gran fundamento de los preceptos Masónicos. Vuestra alma es la piedra bruta que es menester tallar; ofreced a la Divinidad el homenaje de vuestras acciones arregladas, como la victoria sobre vuestras pasiones dominantes.
Que unas costumbres castas y severas os acompañen inseparablemente, y os hagan respetable a la vista de los profanos. Que vuestra alma sea pura, recta y humilde.
Que unas costumbres castas y severas os acompañen inseparablemente, y os hagan respetable a la vista de los profanos. Que vuestra alma sea pura, recta y humilde.
El orgullo es el mas peligroso enemigo de la humanidad, y el que sostiene al hombre en una confianza ilusoria: no miréis hasta, donde habéis de llegar, porque detendríais vuestra carrera, fijaos en aquel punto a que debéis aspirar a llegar un día.
La corta duración de vuestro pasaje os deja apenas la esperanza de llegar a él; quitadle a vuestro amor propio el alimento peligroso de la comparación con los que están detrás de vos, mejor seria sentir el aguijón de una virtuosa emulación, viendo unos modelos mas perfectos.
Estudiad en fin los jeroglíficos y emblemas que el orden os presenta. La naturaleza que encubre la mayor parte de sus secretos debe ser observada, comparada y atacada a menudo en sus efectos.
De todas las ciencias, cuyos vastos campos presentan los resultados mas felices a la industria del hombre, y la ventaja de la sociedad, ésta es la que os ensenará las relaciones entre Dios el universo y vos; colmará los deseos de vuestra alma inmortal, y os ensenará a cumplir mejor con vuestras obligaciones.
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