martes, 27 de noviembre de 2018

LA MUJER Y LA MASONERÍA


¿Cómo comienza nuestra historia? ¿Quiénes somos?.

Un día unos seres humanos curiosearon escarbando la tierra y se sorprendieron. Para algunos podría haber sido un descubrimiento macabro. Para ellos fue un hallazgo maravilloso.

Supimos entonces sobre el Homo Erectus, luego llegaron otros homos, hasta que un día apareció Lucy. ¡Caramba! ¡También en la tierra yacían seres humanos de género femenino!

Lucy se convirtió en la madre primigenia, una especie de Eva arqueológica. No le duró mucho ese trono porque otro buen día para la historia de los investigadores apareció Ramidus, nuestro último descubierto ancestro, mucho más antiguo que Lucy.


El calendario gregoriano nos informa que estamos viviendo en la era cristiana. El calendario hebreo nos remite a la segunda mitad del 5700, acaba comenzar el 5763. El calendario de la Luz, muy utilizado en las Obediencias Masónicas nos dice que nos encontramos a comienzos del 6003 y el calendario que incluye a estos choznos de todos nosotros liderados por Ramidus, nos remonta a 4.000.000 de años en el planeta Tierra.

Cuatro millones de años regocijándonos con la luz del sol y alimentándonos con lo que la generosidad de la naturaleza nos brinda.

Esos antiquísimos seres no tenían algunos de los problemas que padecemos los humanos actuales: ir a los bancos, cambiar de monedas circulantes nacionales por extranacionales, preparar nerviosamente los bolsos para salir por un fin de semana de la urbe contaminada por el smog y encontrarnos en la autopista abarrotada de otros ingenuos como nosotros que tuvieron igual idea, tal vez por un mandato de nuestra conciencia colectiva, de salir a la misma hora hacia los mismos rumbos para disfrutar de bucólicos bosques desolados hasta entonces o de la huerta de plantas aromáticas, o del día de playa junto al mar, si es que estaremos en condiciones de acercarnos a él pisando pocas cabezas.

Somos animales de costumbres y las costumbres son maneras continuadas de hacer determinadas cosas. A veces, esas costumbres, trascienden lo inmediato y se vuelven importantes para nuestros pensamientos y sentimientos. Entonces, de ser costumbres pasan a transformarse en tradiciones y al repetir estos eventos tradicionales los transformamos en ritos. Elegimos entre las palabras conocidas algunas que nos suenan especiales, las referimos a objetos e imágenes que nos aparecen como importantes y las unimos dentro de un relato que despierta nuestros sentidos y nuestro interés...

Y ¿qué significa interés?: es la pequeña ganancia que uno obtiene cuando presta u otorga un capital. En este caso, nuestra conciencia. representa ese capital y el interés será lo que ganemos al abrirla al mercado del entendimiento y a la búsqueda de la verdad.


Somos parte del Homo Erectus, de Ramidus y de Lucy. Hemos transitado la Tierra buscando la luz de la Sabiduría en montañas y valles, en arenas y planicies, en desierto y mares, en cascadas y ríos, luchando contra la naturaleza y queriendo cambiarla, apropiándonos de sus riquezas, transformándolas, destruyéndolas o enriqueciéndolas. Somos aprendices de dioses y no sabemos cómo ni cuando traspasaremos el umbral del Templo para comenzar a ser algo más que aprendices.

La pregunta que surge es ¿Cuál es el Templo y dónde está situado?

En la Masonería decimos que cada uno de los seres humanos es en sí mismo un Templo y que todos juntos constituimos el Templo Universal.

El misterio de la vida no se desentraña descubriendo el código del ADN, pero tal vez ese sea uno de los caminos posibles para llegar hasta la puerta cerrada detrás de la cual se guarda el secreto mayor, el punto de partida.

El juego comenzó hace tanto tiempo que hemos olvidado las reglas que se habían impuesto para poder jugarlo y hoy, con las cartas en la mano y el mazo distribuido, inventamos cada día una nueva regla.

El problema es que los vecinos no entienden por qué jugamos de esta manera y se enojan y se pelean con nosotros. Nos defendemos y como tampoco entendemos el por qué ellos juegan diferente, también los atacamos. Discriminamos a los diferentes y resulta que ahora nos dicen que todos hemos sido en el pasado diferentes. ¿Cómo haremos para discriminarnos a nosotros mismos?

Estamos intentando aprender a jugar, como lo hacen los niños. Los elementos que nos han tocado en suerte son Herramientas que nos servirán para ir construyendo poco a poco el camino por el cual arribar a la meta buscada, hay tres luces, tres cartas de triunfo, que nos guiarán en la búsqueda del movimiento ganador de esta partida. Esas tres luces son el Pensamiento, la Palabra y la Acción. Si una de estas tres luces no se enciende quedaremos a la deriva, extraviados en un mundo que ni siquiera alcanzaremos a visualizar. Nuestra conciencia permanecerá en el desierto de la incertidumbre.

Para ingresar a la Masonería debemos, antes de sentarnos a jugar este complicado juego, comprometernos con nosotras mismas, con quienes nos rodean y con la posteridad.
 
Llegamos a la puerta de la Orden despojadas de lo mundano y un día partiremos casi de la misma manera como llegamos. La pequeña diferencia es el haber incorporado los intereses ganados en nuestra mayor caja de caudales nuestra conciencia...

Desde esta situación de Pensamiento, la Masonería ha construido una escuela.

Para ello ha utilizado un lenguaje y su acción se basa en un ejercicio de docencia que ya perdura varios siglos.

Aunque la Masonería como la conocemos hoy tiene un origen fijado en el año 1717, las logias masónicas habían comenzado a funcionar muchos años antes.

Nada sale de la nada y la Masonería manifestada como escuela ecléctica tomó de distintas escuelas religiosas y filosóficas formas, pensamientos, principios que incorporó a su ideario y a sus rituales.

Las costumbres tradicionales de algunos pueblos fueron también parte del bagaje que hoy cuenta.

Podemos indagar en la prehistoria y en la historia y encontraremos que las mujeres, como hoy, en este periodo del calendario gregoriano que vivimos, no tuvieron cabida en la mayoría de las escuelas filosóficas o religiosas. Sí participaron de las que funcionaron en el Egipto y Grecia antiguos. Muchos de los ritos de esos pueblos fueron dirigidos por las sacerdotisas.


También tuvieron participación, aunque más restringida en lo que se llamó Masonería Operativa, ayudando en la construcción de Palacios, Iglesias y Catedrales.

Todo esto es parte de una larga historia que tiene que ser estudiada nuevamente desde una visión andrógina, sin discriminación de género para que su interpretación no tenga sólo la visión desde lo masculino o desde lo femenino sino desde el aquí y ahora de cada periodo con la connotación que el rol de la mujer y el varón desarrollaron en esas sociedades.

Las Lucys de hoy están recuperando derechos y asumiendo obligaciones que las de antaño alguna vez tuvieron y que con el correr del tiempo se perdieron. Es un proceso lento que no se da en todos los países de igual manera ni coincidentemente.

Cuenta Joseph Campbell en su libro Las Máscaras de Dios un resumen de una leyenda del pueblo Ona, de nuestra Tierra del Fuego, relatada por Lucas Bridges:

En los días en que todo el bosque era de hoja perenne, antes de que Kerrhprrh el periquito pintara de rojo las hojas de otoño con el color de su pecho, antes de que los gigantes, kwonype y chashkilchesh vagabundearan por los bosque con sus cabezas por encima de las copas de los árboles. En los día en que krren ( el sol) y Kreeh ( la luna) andaban por la tierra como hombre y mujer y muchas de las grandes montañas durmientes eran seres humanos: en aquellos días lejanos, sólo las mujeres de la tierra ona conocían la brujería. Ellas tenían su propia logia a la que ningún hombre se atrevía a acercarse.

Las jóvenes, a medida que se acercaban a la madurez, eran instruidas en las artes mágicas, aprendiendo cómo llevar la enfermedad e incluso la muerte a aquellos que las disgustaban...

La leyenda culmina cuando los hombres en venganza matan a todas las mujeres, aún a las muy jóvenes.

Explica Campbell: Sin duda, en las primeras edades de la historia humana, el milagro y la fuerza mágica de la mujer fue una maravilla no menor que el universo mismo y esto dio a la mujer un poder prodigioso y una de las preocupaciones principales de la parte masculina de la población ha sido destruirlo, controlarlo y emplearlo para su propios fines. No hay confirmación alguna que esta historia haya ocurrido, se supone que los hombres la contaron como leyenda y crearon el mito para asustar a las mujeres...

Pero esto es prehistoria. Acerquémonos a nuestra historia más reciente para ver qué nos pasó. Partamos para ello de la Masonería Operativa.

En la Edad Media las grandes construcciones las realizaban maestros arquitectos que formaban a sus operarios en agrupaciones llamadas guildas. De allí surgirán los modernos gremios. Hay pruebas documentales que indican que en esas agrupaciones se daba ingreso a hermanos y a hermanas...

Estamos hablando de mediados del siglo XIV. La Masonería toma como antecedentes de su creación a algunos documentos de esa época.

Uno de los documentos masónicos más antiguos encontrados es El Manuscrito Regio o Manuscrito de Halliwell, descubierto en el Museo Británico de Duoder y conocido en 1840, supuestamente escrito en 1390, redactado en versos en número de 794, tal vez escrito por un sacerdote católico, muy enterado sobre lo que ocurría en la Masonería Operativa. Este poema, traducido en verso libre al español por Aurelio Almeida, masón cubano, fue publicado en El Consultor Masónico...

En sus versos desde el 97 hasta el 794, de estricto contenido legal masónico, no aparece la exclusividad del varón para pertenecer a la Fraternidad Masónica. En cambio en el art. 4 y en el verso 129 aparece la prohibición absoluta de admitir como Aprendices a los Siervos. y en el art. 5º y en el verso 154 a los .inválidos. En el art. 10º en los versos 203 y 204 se dice:

"Que ningún Maestro ha de suplantar a otro, sino proceder entre sí, como hermana y hermano".

En el punto 9º, versos 351 y 352 se añade:

"Amablemente sirviéndonos a todos, como si fuésemos hermana y hermano..."

Y más adelante en el mismo punto entre los versos 361 y 362 se ordena, como retribución inexcusable del trabajo la fórmula siguiente:

"A hombre o mujer sean quienes fueren, pagaréis bien y lealmente, pues tal es nuestra voluntad..."

Se considera hoy, en tanto no se descubra un documento más antiguo, que el Manuscrito Regio es la compilación fundamental de los antiguos preceptos masónicos transmitidos verbalmente por comunicación secreta y reservada a los miembros de la fraternidad de la Masonería Operativa y aceptado como fundamento legal de la Masonería Especulativa. Tampoco aparece prohibición alguna para la mujer en el Manuscrito Cooke, datado en 1450. De la misma manera, no hay indicación de prohibición para la mujer en la Constitución de York, considerada por algunos como falsa, del siglo X, ni en el Manuscrito de Watson, fechado en 1440 que coincide en bastantes puntos con los antes mencionados, ni en el Manuscrito de Rawlison, descubierto en 1796 pero redactado en 1436. Ningún dato que prohíba a la mujer pertenecer a la Masonería aparece en las Constituciones de la Gran Logia de Hamburgo y en los Estatutos de la Gran Logia y de la Dieta Alemana, aprobadas en 1872 siendo entonces el Gran Maestre y Gran Protector de la Orden Federico Guillermo, Príncipe de Prusia y que fueran promulgadas cien años después que se habían puesto en vigor las Constituciones de Anderson.

Tampoco hay referencias de prohibición genérica en la Masonería Primitiva Universal, en cuyos Principios Básicos, aprobados en París en 1523 se especifica la prohibición de ser francmasones a esclavos, menores de edad, inválidos física y mentalmente, más a los clérigos de todas las religiones, los poseedores de títulos y privilegios de las castas y de la nobleza. Nada en concreto contra nosotras.

En la Historia de la Masonería de Findel aparece el siguiente texto en lo relacionado con la pertenencia a la Orden:

"... en las guildas de construcción, gozaban de este privilegio solamente las viudas o huérfanas de los hermanos y podían continuárseles cuando se casaban con miembros de la guilda; de modo que era lícito a determinadas mujeres contratar y ejecutar bajo su dirección o por su cuenta obras de arquitectura y en tal concepto disfrutar de las franquicias y llenar las obligaciones correspondientes a los demás obreros afiliados..." (Toulmin Smith - English Gilds).





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