El mandil es la vestimenta masónica por excelencia. Es, sin duda, herencia de la Masonería Operativa, ya que en determinados oficios el uso del mandil, como el de los guantes, es fundamental por criterios de comodidad y seguridad. A menudo es de cuero. Constituye, como la piel, una barrera entre el hombre y la materia. Sobre él recaerán los golpes fallidos o los resbalones de los instrumentos que trabajan la Piedra, y protege de sus esquirlas durante el desbastado o la talla. También de la suciedad.
El aprendiz necesita el peto levantado por la especial rudeza del trabajo de desbastado. Antiguamente su mandil cubría los muslos, los costados y el tórax.
Es la primera decoración que el Ven.·. Maestro pone al nuevo Aprendiz, gesto de transmisión por el cual se le da esta insignia distintiva del masón, que tan rotundamente ensalza el valor del trabajo. Así, tras el primer abrazo fraternal que el aprendiz recibe imediatamente después de su recepción, el Venerable M.·. le ciñe el mandil diciendo:
"Recibid este mandil, distintivo del Masón, más honroso que todas las condecoraciones humanas, porque simboliza el trabajo, primer deber del hombre y fuente de todos los bienes, que os dará el derecho de sentaros entre nosotros y sin el cual nunca debéis estar en la Logia"
Dice el Génesis que Dios vistió de piel a Adán y a su mujer y los envió fuera del Jardín del Edén "para que trabajaran la tierra". Puede entenderse de esto que Dios dotó al hombre de cuerpo físico para que ejercitase, trabajase, sus cualidades divinas en la tierra. Podemos deducir de esto que cuando nos ponemos el mandil, estamos recordando la naturaleza y la finalidad mismas del hombre tal como ahora lo conocemos: espíritu revestido de materia que trabaja la tierra para plasmar en ella sus capacidades, que a través de este trabajo puede conocerse a sí mismo, pues ese mundo exterior puesto a su disposición refleja a su vez de forma simbólica su propia esencia.
Así que el mandil es al masón como el cuerpo físico es al hombre. El mandil representa al masón mismo. Nos recuerda que aquí todo el trabajo se hace a través del plano físico, que visto así no resulta un nivel inferior, sino el plano substancial en el que la esencia se encarna para poder de ese modo tomar parte en la gran Construcción Universal. Como el propio cuerpo físico, porta las huellas de la vida vivida y del trabajo realizado. Como todos los símbolos tiene diferentes planos de lectura y en él, todo es significativo: la forma, el color, el tejido, el lugar que ocupa sobre el cuerpo.
"Recibid este mandil, distintivo del Masón, más honroso que todas las condecoraciones humanas, porque simboliza el trabajo, primer deber del hombre y fuente de todos los bienes, que os dará el derecho de sentaros entre nosotros y sin el cual nunca debéis estar en la Logia"
Dice el Génesis que Dios vistió de piel a Adán y a su mujer y los envió fuera del Jardín del Edén "para que trabajaran la tierra". Puede entenderse de esto que Dios dotó al hombre de cuerpo físico para que ejercitase, trabajase, sus cualidades divinas en la tierra. Podemos deducir de esto que cuando nos ponemos el mandil, estamos recordando la naturaleza y la finalidad mismas del hombre tal como ahora lo conocemos: espíritu revestido de materia que trabaja la tierra para plasmar en ella sus capacidades, que a través de este trabajo puede conocerse a sí mismo, pues ese mundo exterior puesto a su disposición refleja a su vez de forma simbólica su propia esencia.
Así que el mandil es al masón como el cuerpo físico es al hombre. El mandil representa al masón mismo. Nos recuerda que aquí todo el trabajo se hace a través del plano físico, que visto así no resulta un nivel inferior, sino el plano substancial en el que la esencia se encarna para poder de ese modo tomar parte en la gran Construcción Universal. Como el propio cuerpo físico, porta las huellas de la vida vivida y del trabajo realizado. Como todos los símbolos tiene diferentes planos de lectura y en él, todo es significativo: la forma, el color, el tejido, el lugar que ocupa sobre el cuerpo.
El mandil del aprendiz es blanco. Refleja así su buena voluntad y su pureza de intención: ha pedido la Luz, ha buscado la Verdad y ha llamado a las puertas del Templo y ése, su trabajo hasta ahora, es lo que acredita su blanco mandil. En los restantes grados sigue teniendo un fondo blanco, recordando esta rectitud de intención que debe acompañar siempre el trabajo del Masón. En los grados de aprendiz y compañero es de cuero, y en los demás grados puede ser de seda o satén: la densidad del cuerpo físico se va sutilizando en la medida en que el trabajo implícito en la iniciación se va realizando produciéndose así una vuelta hacia el origen, hacia el hombre primordial.
La costumbre de cubrir o proteger simbólicamente la región hipogástrica es común entre distintas civilizaciones y culturas: ceñidor de los israelitas, delantales blancos persas, fajas sagradas de los brahmanes, mantos blancos de los esenios, mandiles blancos japoneses, han sido usados en ceremonias iniciáticas y rituales. Dado que el objeto de trabajo, la Piedra bruta, somos nosotros mismos, se deduce de ello que es nuestro propio plano inferior del que nos tenemos que proteger y a la vez sobre el que tenemos que trabajar a fin de lograr el máximo progreso moral y espiritual, cumpliendo así con el mandato de "dominar la tierra sabiamente".
Puede decirse que el mandil tiene tres partes: una triangular, una cuadrada y unas cintas que lo rodean y sostienen. Como el propio cuerpo humano parece tener cabeza, tronco y extremidades: el plano interior, el plano exterior y la trama universal que todo lo relaciona. Como en la propia Logia, el Delta preside el trabajo en el Templo, recorrido por la Cadena de Unión. Visto así, se establece una superposición de planos: Mandil, Hombre, Templo, Universo.
El mandil se asocia igualmente con LIBERACIÓN: este simbolismo se basa en la hazaña realizada por el herrero Kaveh, en la Persia del s. VII d. C, en la que enarbolando su mandil de herrero sobre una lanza, atacó y venció al tirano Zohac. Sin profundizar mucho en este simbolismo, aprecio que a pesar de todas las diferencias de forma, coincide plenamente con el del trabajo: con nuestro esfuerzo y perseverancia (enarbolando el mandil como bandera) podemos vencer las pasiones que nos tiranizan, estableciendo un gobierno de libertad y progreso en nosotros mismos. Así pues, TRABAJO y LIBERACIÓN son la misma cosa.
El mandil pone también de manifiesto que el hermanamiento y la jerarquía constituyen la base de la trama con la que el Gran Arquitecto ha realizado su obra: todos los masones llevamos mandil (todos los masones hacemos de nuestra vida un trabajo tras la iniciación) y sin mandil, sin trabajo, no hay un masón auténtico.
Pero cada mandil es distinto en función del trabajo realizado, siendo este el único que establece distinciones, no reconociéndose otras diferencias que las marcadas por el trabajo que cada uno realiza o ha realizado. Esta consideración puede hacerse extensiva a todas Ian criaturas con las que en esencia estamos hermanados y en relación a las cuales estamos jerarquizados, en función del trabajo que hemos realizado o que realizamos.
El símbolo es algo vivo. Símbolo y simbolizado parecen interpenetrarse y se puede establecer una comunión con él mediante la cual se va revelando y se va mostrando, dejándose ver y comprender, y respondiendo a las preguntas hasta que su profundidad agota mi capacidad de preguntarle y me rindo, sabiendo que tengo ante mí todas las respuestas... a preguntas que aún no sé formular.
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