Penetrar en el mundo de los símbolos es en verdad penetrar en el mundo, porque el símbolo, en su acepción más amplia, o la simbólica, que es justamente la ciencia que investiga los símbolos de todas las culturas y civilizaciones que se han sucedido a lo largo de la historia, es una ciencia multidisciplinar que busca interpretar la realidad del cosmos y del hombre de acuerdo a los principios y leyes universales.
Hablamos del estudio de las Artes Liberales, de las tradiciones y religiones comparadas, de la antropología, de la historia y la geografía sagradas, de la ciclología, etc. En realidad toda investigación, toda ciencia y todo arte que estudia finalmente la razón de ser de las culturas, y en definitiva del hombre, de nosotros mismos, está integrada en esa Ciencia Simbólica o Ciencia de Ciencias.
Naturalmente los símbolos masónicos pertenecen a dicha Ciencia, como es el caso de los que decoran la Logia, empezando por las dos columnas J y B, que como se relata en los antiguos documentos de la Orden fueron descubiertas (o descifrados los signos en ellas grabados) por Hermes la una y por Pitágoras la otra, los cuales son también los dos grandes patrones de la Masonería. Es decir, y como nos recuerda Federico González en Hermetismo y Masonería, Hermes, el dios Hermes, dona a la Masonería su sabiduría, o sea la Sabiduría, y Pitágoras la gnosis, es decir el Conocimiento, expresado a través de la Geometría y la Aritmética, que son las ciencias propias de la Tradición Pitagórica. Estas dos ramas de la Tradición Unánime se fusionan en la Masonería, conformando su ser y su esencia.
La Logia es una imagen simbólica del Cosmos, y en ella se plasma toda osa sabiduría y esa gnosis; empezando por la "cadena de unión" que son los 12 signos del zodíaco y que constituye el marco que rodea la Logia y la protege, cubriéndola y encuadrándola por arriba, estableciendo así sus límites espacio-temporales. Ese enmarque o zodíaco es para aprender a interpretar y conocer la máquina celeste, y puesto que estamos hechos a imagen del Cosmos nosotros también somos el zodíaco.
Dentro de ese marco o encuadre se "encierran" una serie de elementos que son todos los símbolos que están presentes en la Logia, empezando por el principal de todos ellos, que no es otro que el Delta Luminoso, el símbolo del Gran Arquitecto del Universo. Es decir, que esa sabiduría y ese conocimiento representados por las dos columnas, por Hermes y Pitágoras, se concentran y sintetizan en el Delta Luminoso. En verdad la Logia no está tan sólo iluminada por las luces físicas que se distribuyen en diferentes lugares en número de 3, 9, 12, o las que sean, dependiendo del Rito o del Grado en que se trabaje, sino que es por la luz inteligible que emana del Delta por la que la Logia está en realidad iluminada.
Dentro de ese marco o encuadre se "encierran" una serie de elementos que son todos los símbolos que están presentes en la Logia, empezando por el principal de todos ellos, que no es otro que el Delta Luminoso, el símbolo del Gran Arquitecto del Universo. Es decir, que esa sabiduría y ese conocimiento representados por las dos columnas, por Hermes y Pitágoras, se concentran y sintetizan en el Delta Luminoso. En verdad la Logia no está tan sólo iluminada por las luces físicas que se distribuyen en diferentes lugares en número de 3, 9, 12, o las que sean, dependiendo del Rito o del Grado en que se trabaje, sino que es por la luz inteligible que emana del Delta por la que la Logia está en realidad iluminada.
Para algunos autores el Delta masónico es de origen pitagórico pues es idéntico en cuanto a su significado iniciático a la Tetraktys, la cual constituía el símbolo de aquello que los masones llamamos el Gran Arquitecto, aunque los pitagóricos se referían a él con el nombre de Mónada o Unidad. En la Masonería el Delta Luminoso es el símbolo de esa Unidad, la cual no puede ser representada, pues se trata de una idea que no tiene ninguna forma. Es el tres, es decir el Ternario, o el triángulo, el símbolo de esa Unidad. O sea, la Unidad más el Binario en que esta se expresa. En efecto, el triángulo es la primera forma, la primera representación que se puede tener de la Unidad. Por eso el Delta Luminoso es un triángulo.
Como decimos el Delta era venerado por los pitagóricos en la forma de la Tetraktys, la cual tiene también una forma triangular, y era considerada como el símbolo de la Mónada y del Universo al mismo tiempo, pues esa forma triangular está constituida por diez puntos dispuestos a cuatro niveles: 1, 2, 3, 4, cuya suma da efectivamente diez. Esos cuatro niveles están indicando la idea del Cuaternario, del número cuatro1, y no deja de ser interesante observar que en el alfabeto griego la letra delta ocupa el cuarto lugar. Esos diez puntos o diez números, que repetimos constituyen la suma de los cuatro primeros dígitos, son el símbolo de la Manifestación Universal, del discurso cósmico en el despliegue indefinido de todas sus posibilidades. El mismo simbolismo está sugerido, bajo una forma geométrica distinta, por el círculo y la cruz inscrita en su interior, es decir por el símbolo universal de la Rueda, siendo esa cruz la expresión misma del Cuaternario, que es el que hace posible conectar el centro a la circunferencia, y por tanto la Unidad a la multiplicidad, y viceversa. En realidad la Tetraktys reúne, como el Delta masónico, o la Rueda, los símbolos geométricos y numéricos que mejor explican el acto misterioso de la Creación, y más allá de ella nos enseña a concebir en nuestro interior la idea misma de la Unidad o Gran Arquitecto, didáctica que no sólo va dirigida a la mente racional (a la que ordena), sino sobre todo a despertar la "intuición intelectual" que reside en el corazón y que es la que verdaderamente nos conduce en el camino del Conocimiento. De ahí que para la Masonería sea tan importante el Delta Luminoso como representación simbólica del Gran Arquitecto. Y subrayamos lo de "representación simbólica" porque evidentemente los símbolos, aunque manifiesten fielmente la idea que quieren expresar, no son esa idea, o mejor dicho, son la forma, la piel, que recubre la idea, el espíritu de la cosa representada. Por eso mismo ni los masones, ni nadie que se dedique al estudio de la Ciencia Simbólica, deben confundir el símbolo con lo simbolizado.
En el caso del Delta Luminoso la idea que representa no es otra que el Gran Arquitecto, y son los iniciados que investigan en ese símbolo los que con su trabajo de meditación en él pueden llegar a descubrir en sí mismos y para sí mismos qué significa el Gran Arquitecto, puesto que éste no es un dogma. En este sentido, hemos de tener en cuenta que la Masonería no es una religión y por tanto no tiene dogmas. Están sus símbolos, sus ritos y sus mitos, y cada cual los interpreta según sus propias posibilidades, nacidas como consecuencia de una sincera reflexión y meditación en ellos. Como decimos la Masonería carece de dogmas, pero sí tiene principios. Los símbolos que decoran la Logia son los principios que están expresando las distintas modalidades de la Inteligencia del Gran Arquitecto; pues finalmente la Logia como imagen del Cosmos no es sino una representación del cuerpo del Gran Arquitecto.
El Cosmos, en realidad, es el símbolo mismo del Gran Arquitecto y todos los elementos que están dentro de la Logia representan lógicamente distintos aspectos de su Inteligencia y su Sabiduría. Y la investigación en todos esos símbolos, en su significado, va dándole al masón la síntesis de la idea que todos ellos están revelando, operación relacionada directamente con aquella expresión masónica que dice que la labor del masón es "difundir la luz y reunir lo disperso. 1 También el tetragramma hebreo está formado por cuatro letras. Esa luz a difundir es la Luz que emana del Delta Luminoso y que nos permite reunir el significado profundo de los distintos elementos simbólicos que decoran la Logia, porque en esa reunión no sólo estamos concibiendo ideas, sino que fundamentalmente nos estamos reuniendo y concibiendo a nosotros mismos, es decir nos estamos encontrando, descubriendo nuestro auténtico ser y esencia, pues en realidad se trata de una reintegración interior, y para eso precisamente es para lo que sirve el símbolo, porque no es la forma de éste la que ilumina la inteligencia, sino justamente la idea que está plasmada en él. Y eso es muy importante a tener en cuenta, porque así evitaremos confundir el símbolo con lo simbolizado. El símbolo tampoco es una alegoría, y eso también es muy importante tenerlo en cuenta, pues muchos creen que los símbolos lo son. Es decir, "lo que yo me puedo imaginar o suponer que es el símbolo".
No, el símbolo no es el producto de la imaginación ni de ninguna suposición humana. Él es de origen suprahumano, de ahí su sacralidad, su sabiduría y belleza implícitas, su fuerza y su energía capaz de transformarnos y hacer de nosotros verdaderamente "hombres libres". El símbolo constituye una revelación, y su esencia sólo puede ser conocida mediante la "intuición intelectual", a la que él mismo despierta. Lejos de ser una alegoría, el símbolo expresa netamente la idea que quiere manifestar. Te está comunicando aquello que en verdad son las cosas, lo que es la realidad en sus diferentes aspectos. Por eso el interés del masón por reunir tojos esos símbolos en una síntesis, y no hay mayor síntesis que la del Delta Luminoso el cual revela verdaderamente la idea que está queriendo expresar y uno se identifica con esa idea, puesto que uno es una sola cosa con ella. Si las ideas que los símbolos están revelando no estuvieran ya en nosotros previamente, ¿cómo podríamos comprender el símbolo?
Nosotros comprendemos lo que somos y tenemos dentro. Dicho de otra manera, lo que la iniciación, en este caso masónica, o cualquier iniciación en la vía del Conocimiento te da, es lo que tú ya posees, es decir te despierta lo que tú ya tienes, no te añade nada. O sea, no viene nadie a imponerte las manos sobre la cabeza y te da algo que te falta, sino que lo que hace el símbolo es despertar lo que tú eres, lo que tienes en ti mismo. Por eso decía antes que el mayor desconocido es uno mismo; uno no se conoce hasta que empieza a darse cuenta realmente de que no sabe nada. No es que lo advierta sólo mentalmente, sino que todo su ser vibra, por decirlo de alguna manera, con ese descubrimiento. Ese no saber es el impulso para conocer. Ahora bien, para el que piensa que ya lo sabe todo, no es posible la iniciación, no es un iniciable, es decir no tiene posibilidad de conocer. Por eso se dice que hay que dejar los metales en la puerta del templo, porque esos metales son los conceptos, ideas falsas e identificaciones de todo tipo que mantenemos con el mundo profano, y la Logia, es decir la Masonería, nos ofrece una vida nueva, y eso es precisamente lo que nos da la iniciación.
La palabra iniciación viene de la raíz latina in ire que significa ir hacia, emprender un camino. Así pues se trata de la posibilidad de emprender un camino nuevo. Ahora bien, si aquella persona que quiere entrar en nuestra Orden viene con la idea de que ya lo sabe todo, de que ya está de vuelta de todo, que no puede enseñársele nada, pues entonces no sabe uno qué viene a hacer a la Masonería. Por ello es que en la iniciación masónica, como todos sabéis, la “desnudez" está representando justamente eso. Es decir, la idea de que uno está despojado completamente de todo, de aquello que no le sirve en verdad; porque en lo que la investigación en los símbolos (en este caso los masónicos) te hace caer en cuenta es en que todo lo que sabes lo tienes que deponer, pues si no dejas un espació en ti mismo, cómo vas a poder conocer algo nuevo. Hay un dicho que afirma:
"El que está lleno de sí mismo no tiene lugar para Dios".
Es decir, el ególatra que está lleno de sí mismo no tiene lugar para nada más. De alguna manera todo el que llega del mundo profano viene lleno de sí mismo, por lo que debe vaciarse para poder llenarse con otras ideas y otras imágenes acordes con su verdadera naturaleza, a la que va descubriendo. El símbolo de la copa está expresando esa idea, y es un símbolo muy universal, presente también en la Masonería, como todos sabemos. Pues en realidad se llega con mucha información pero ningún conocimiento verdadero, por eso debes aprender a desprenderte de esa vana información, de esa vana erudición. Pero claro, la copa vacía no se llena con más erudición.
Lo que se recibe es otro tipo de enseñanza. Lo que te enseñan los símbolos masónicos es justamente a ser un hombre nuevo. En este sentido los Evangelios son muy claros cuando hablan del hombre viejo que ha de morir para que pueda nacer el adepto, pero ese hombre nuevo somos nosotros mismos. Morir para nacer, y nacer y conocer son lo mismo. Conocer es conacer. Pero si no se muere no se puede nacer, si la semilla no muere no puede surgir el árbol: la semilla ha de morir, pero antes ha de ser semilla, o sea antes tenemos que ser reducidos a pura virtualidad, a la única posibilidad que en realidad somos, porque en verdad uno es una semilla. En este sentido dicen los textos alquímicos que el hombre tiene que volver nuevamente al seno de la madre; es el "regreso al útero" de que se habla en esos mismos textos: morir dentro de ese útero para renacer. Por eso es que el ingreso en la Cámara de Reflexión, en la caverna iniciática, representa el ingreso en la matriz de la Madre Tierra. La Tierra como representación de la matriz universal, es decir del seno de la Gran Madre, es tu alma en verdad. Uno ingresa en su propia alma, en su propia Cámara de Reflexión, que es como el atanor alquímico, y ahí se despoja de todo.
Además en el rito de la iniciación masónica justamente se está representando eso cuando ingresamos en la Cámara de Reflexión, es decir te quitan los metales y simbólicamente te desnudan, porque no puedes ingresar en esa caverna, en esa matriz, con todo lo que tú traes desde fuera; y sólo después de esa muerte simbólica, es decir de morir verdaderamente al hombre viejo, es que se puede entrar en el Templo, que puedes llamar a las puertas del Templo. Claro está que has de ser guiado porque en esos momentos de transición entre lo profano y lo sagrado estás muerto simbólicamente y para nacer tienes que nacer dentro del Templo. Es por eso que te acompañan hasta la puerta del mismo, y una vez allí llaman y te abren e ingresas.
Recordemos que durante nuestra iniciación nos hicieron arrastrar prácticamente por el suelo, como diciendo que entras por una puerta muy estrecha, por una puerta por donde sólo pasa una semilla, lo más pequeño. Entonces se entra en la Logia como germen, como pura virtualidad, pero esa semilla necesita de los distintos elementos, es decir del agua, del aire y del fuego, puesto que si no recibe aire, agua y calor (y luz) no puede crecer. Ese es el significado de dichas pruebas, las cuales están presentes en las iniciaciones de todas las tradiciones, pues como bien sabéis no son exclusivas de la Masonería. La Masonería en verdad es una tradición, una organización iniciática que justamente hereda sus símbolos, ritos y mitos de los Antiguos Misterios. Por eso en el mundo moderno, en nuestro tiempo, tenemos la gran suerte de que todavía exista una tradición como la masónica que conserve la estructura de la iniciación.
Por ello la Masonería es hoy en día verdaderamente un lujo, y muchas veces nos olvidamos de esta circunstancia, de la gran fortuna que tenemos de haber ingresado en la Masonería, o de estar a punto de ingresar en ella, naturalmente si uno siente la vocación de conocerse a sí mismo. Si no es así, por muchos ritos en que participes, por muchos grados que poseas, por mucha información que obtengas, si no tienes voluntad de ser, aquello no va a prosperar, si la semilla no muere nada va a fecundar y nada va a nacer. Por eso cuando durante el rito de iniciación el candidato entra en la Logia lo hace por entre las dos columnas, las columnas J y B, que son como las dos piernas de la madre parturienta. Además va Con los ojos vendados, o sea que va a ciegas completamente. La Logia es como su madre, pues en verdad está siendo parido y ese nacimiento se produce dentro de la Logia, pero como está privado de la vista, no aprecia nada de lo que hay en ella.
Para ver de nuevo, para nacer nuevamente, antes ha de ser purificado por los elementos. Precisamente la palabra elemento quiere decir "simple". En realidad esas pruebas por los elementos lo que en verdad están produciendo en uno es un estado, no de simplonería, sino de simplicidad. Y no hay nada más simple que la Unidad. La Unidad es lo único que no está compuesto, todo lo demás lo está, de dos, de tres, de cuatro, de cinco, en fin de varios, de múltiples, pero la unidad no está compuesta de nada, es ella misma. Si uno no es sí mismo qué va a ser entonces.
Esto es justamente lo que realiza en ti el rito de la iniciación y concretamente el rito de purificación por los elementos, los viajes por los elementos, pues justamente se llaman viajes, y en sí mismos constituyen una enseñanza, porque son una representación simbólica de los que se realizan en la vida, que es en verdad un viaje hacia el Conocimiento, y para ello el hombre nace en este mundo, aunque la inmensa mayoría lo haya olvidado en este tiempo de tinieblas. En realidad la Masonería, como toda organización iniciática, lo que hace es darte todo lo necesario para que puedas manejarte en la vida de acuerdo a los principios e ideas que derivan del modelo cósmico. Y en uno mismo está el aplicarlas en sus actos y pensamientos, de los que somos enteramente responsables.
"Un masón libre en una Logia libre" dicen nuestros textos, y esa Logia es el mundo.
Todo el rito de iniciación, y no sólo el de iniciación, sino cualquier tenida, es en realidad una representación de la vida misma, puesto que uno viaja y se traslada de Oriente a Occidente y de Mediodía a Septentrión. Por ello la Logia es una representación del mundo y uno encuentra su orden y su ubicación, su destino, en ese mundo, en el cosmos, en la vida, pues decir cosmos, decir mundo o decir vida es exactamente lo mismo. Por eso se dice macrocosmos y microcosmos, y la Tabla de Esmeralda Hermética nos enseña: que "lo de arriba es igual a lo de abajo y lo de abajo igual a lo de arriba". No hay diferencia ninguna, es decir el macrocosmos, el gran cosmos, es idéntico o está en el microcosmos, está en el hombre, por eso la Logia es justamente una representación del cosmos, y por eso el hombre reconoce su lugar en él, se siente en su casa. Ya no se siente un extranjero en el mundo, ya no es un peregrino perdido, ya ha encontrado realmente lo que quería, pero encontrarlo no es suficiente, ha de saber estar en él.
Cuando ingresamos en la Orden Masónica y nos retiran la venda que cubre nuestros ojos nos encontramos en la Cadena de Unión, unidos a todos los hermanos. Y una cosa muy importante de observar es que no hay Masonería sin Logia, es decir que la Masonería no existe sin la Logia, y ésta no es solamente el recinto físico y concreto, sino fundamentalmente los hermanos que la integran.
En la iniciación masónica recibes también las luces de tus hermanos. Como digo, la Logia no es sólo el templo físico, la Logia son los hermanos. Por eso se afirma que una Logia es justa y perfecta cuando se reúnen siete masones, sólo cuando se reúnen siete hermanos se considera que la Logia está constituida como tal, y eso tiene que ver con lo que decíamos anteriormente de que tú no te inicias sólo, sino que son los hermanos los que te inician; claro que tú lo vives solo, que la iniciación es una experiencia personal, pero con la ayuda de los hermanos. Tus luces no son suficientes, y es por eso que necesitas las de los demás durante todo el tiempo que dura el proceso masónico, que es gradual, porque aunque comprendas lo que significa el Delta Luminoso, o cualquier otro símbolo, esa comprensión se va entendiendo también gracias a las propias experiencias de los que te acompañan en el camino del Conocimiento.
La comunicación de esas experiencias constituye la base del "trabajo colectivo" tal cual se entiende éste en la Masonería, y ese trabajo es una forma de la invocación al Gran Arquitecto, de la permanente reiteración de Su Nombre vivida por cada uno de los hermanos como una regeneración permanente y fecunda que desemboca finalmente en un estado de ser que supera la mera individualidad (y lo "colectivo") por asunción en lo universal y en la Unidad. Bueno, pues eso es "reunir lo disperso" justamente. Pero antes de "reunir lo disperso" hemos de recibir la luz, que es la que emana del Delta y que simboliza la influencia espiritual.
Recordemos que cuando nos quitan la venda que cubre nuestros ojos lo primero que vemos es el Delta Luminoso, y ello se produce estando en la cadena de unión. Es decir que recibes la luz del Gran Arquitecto, la luz celeste, cenital, integrado en la comunidad humana. La vertical y la horizontal reunidas en el acto supremo del rito iniciático tal cual se realiza en la Masonería. En realidad la iniciación masónica como símbolo de todas las iniciaciones o de la iniciación en sí, es realmente un misterio, y por mucho que podamos decir, la experiencia de vivir todo eso no está circunscrita a las palabras. Las palabras como los símbolos mismos, te pueden indicar, te pueden sugerir, te pueden expresar, pero eso es un descubrimiento también, es decir que tú desvelas, descubres, rasgas el velo que cubre las apariencias de las cosas, y puedes ir más allá de esas apariencias.
En el Zohar, o Libro del Esplendor de la Cábala hebrea, hay un pasaje que se refiere a esto que estamos diciendo. Allí se habla del buscador de la Sabiduría, la cual está simbolizada en esa tradición, tan próxima a la Masonería, por la Torá celeste. Dice ese texto: En efecto, la Torá deja salir una palabra de su cofre, y ésta aparece por un momento y se oculta enseguida. Y en cualquier momento y lugar en que salga de su cofre y se vuelva a esconder con rapidez, lo hace tan sólo para aquellos que la conocen y están habituados a ella. Porque la Torá es como una amada hermosa y bien proporcionada que se oculta en un recóndito aposento de su pala-cio. Tiene un único amante -cuya existencia todo el mundo ignora- que permanece escondido. Por amor a ella merodea el amante continuamente ante la puerta de su morada y deja vagar sus ojos buscándola en todas direcciones. Ella sabe que el amado está constantemente alrededor de la puerta de su morada. ¿Qué hace? Entreabre ligeramente la puerta en el escondido aposento donde se encuentra, desvela por un instante su rostro al amado e inmediatamente lo oculta otra vez. Todos los que quizá pudieran estar junto al amado nada verían ni percibirían.
Únicamente él lo ve, y su interior, su corazón y su alma van en pos de ella, y sabe que por su amor la amada se ha manifestado un instante y ha ardido en su amor. Lo mismo ocurre con la palabra de la Torá. Sólo se revela a quien la ama. EI buscador, el amante de la Sabiduría, descubre que ese es su verdadero tesoro, y la busca constantemente, en silencio, pues sabe que en la unión con ella está su verdadera identidad. Para el masón ocurre exactamente lo mismo. Una vez que ha recibido el influjo espiritual de la iniciación, que siempre ocurre en lo más secreto de la cámara de su corazón, descubre que en realidad la Masonería, como la Sabiduría, sólo se revela y entrega su tesoro a quien la ama.
- ¿Qué hay entre tú y yo?
- Un secreto.
- ¿Cuál es ese secreto?
- La Masonería.
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