Las Tres Grandes Luces que iluminan nuestros trabajos son el Libro de la Ley Sagrada, el Compás y la Escuadra.
El Volumen de la Ley Sagrada pertenece al G.·. A.·. D.·. U.·., el Compás al Maestro y la Escuadra al Compañero.
En el primer grado simbólico, la Escuadra se ofrece a la mirada de los hermanos sobre el Ara en la posición más evidente, sostenida por el Compás que a su vez se apoya en el Libro Sagrado. Queda establecida, de este modo, una jerarquía ternaria en la que el Libro, que corona la tríada de Luces en tanto que símbolo de la Ley divina, ocupa el lugar más interior; al Compás, instrumento simbólico que permite ubicar el corazón del masón con respecto al centro del Ser, le corresponde la posición intermedia; y a la Escuadra, que simboliza el ejercicio del trabajo masónico u obra de arte concebida en la contemplación inmóvil del arquetipo, el lugar más visible.
Esta jerarquía, que en los grados de Compañero y Maestro se matiza y modifica —aunque sólo en apariencia— es puesta de manifiesto geométricamente por la determinación de la escuadra o ángulo recto mediante el compás a partir de un punto y un segmento de recta. La construcción de la escuadra, se efectúa trazando con el compás un arco de circunferencia centrado en el punto exterior a la recta cuyo radio sea igual a la distancia entre dicho punto y un extremo del segmento.
El arco trazado intersecta al segmento (o a la recta que lo contiene) en un punto. Uniendo dicho punto con el punto exterior mediante una recta se determina un nuevo punto de intersección, esta vez sobre el arco. El segmento de recta que pasa por ese punto y por el extremo del segmento inicial que pertenece al arco de circunferencia trazado, por un lado, y el segmento inicial por otro forman en conjunto una escuadra perfecta.
Obtenemos así la escuadra a partir del compás aplicando éste sobre un punto original. Este ternario (punto, compás, escuadra) es análogo al compuesto por la unidad geométrica sin dimensiones, la recta unidimensional y el ángulo o expresión geométrica de la bidimensionalidad, y ambos ternarios, a la tríada de las Grandes Luces.
Advertimos, pues, la existencia de una estrecha vinculación entre la Escuadra y el tres, el número que preside el rito en la Cámara de Aprendiz. Por otro lado, el nombre Escuadra evoca la idea de cuadro, esto es, de cuatro, que es precisamente el número de ángulos rectos del plano de la Logia.
Advertimos, pues, la existencia de una estrecha vinculación entre la Escuadra y el tres, el número que preside el rito en la Cámara de Aprendiz. Por otro lado, el nombre Escuadra evoca la idea de cuadro, esto es, de cuatro, que es precisamente el número de ángulos rectos del plano de la Logia.
Ahora bien, los extremos de una escuadra cuyos lados miden tres y cuatro unidades de longitud geométrica respectivamente distan cinco unidades entre sí, y ello nos da idea de la existencia de una estrecha vinculación entre los términos de la tríada 3-4-5.
El Triángulo Egipcio, al cual podemos considerar constituido por la unión de la escuadra de lados de longitud 3 y 4 con un segmento recto que una sus vértices extremos es una síntesis geométrica de dicha relación íntima. Las propiedades del Triángulo Egipcio permitían a nuestros antecesores constructores determinar recintos escuadrados mediante la cuerda de 12 nudos (3 + 4 + 5 = 12), análoga al festón dentelado que orna las paredes de los Templos Masónicos simbolizando al zodíaco, el cual enmarca el curso solar igual como el festón establece el marco de las circunambulaciones del masón en Logia.
Asimismo, el Triángulo Egipcio es aproximadamente homotético con respecto al triángulo rectángulo que los pies del aprendiz determinan en su paso regular.
Al igual que la puerta del templo de cualquier Tradición puede contemplarse como una síntesis de su contenido, cual si dicho espacio sagrado hubiese sido abatido sobre el plano vertical, cabe ver en las Luces apiladas sobre el Ara un abatimiento sobre el plano horizontal de símbolos que presiden las puertas por las que se accede a espacios cada vez más interiores de un triple recinto concéntrico.
En el punto central de dicho recinto se encontraría, simbólicamente, el Libro de la Ley Sagrada bajo una clave de bóveda por la que el iniciado sale al cabo de su recorrido por los Misterios Menores para adquirir la conciencia de estados superiores del Ser.
El Compás se ubicaría en la puerta que da acceso a la Cámara del Medio o envoltura más interna del centro del recinto sagrado, y la Escuadra, en la puerta por la que acceden a la Cámara de Segundo Grado los aprendices que, probados por dicho instrumento, merecen un aumento de salario.
Desde este punto de vista, los cambios en la disposición de las Tres Grandes Luces sobre el Ara que se efectúan en los distintos grados masónicos se corresponden con visiones interiores que el iniciado va asimilando en las etapas intermedias de su recorrido simbólico hacia el centro, las cuales también son análogas a las que el masón percibe en momentos tales como el de su recepción en la Cámara de Compañero o al ingresar por vez primera en la Cámara de Tercer Grado (en la Tenida de Exaltación se trasladan, de manera significativa, algunos símbolos de Oriente a Occidente).
Volviendo a contemplar las Tres Grandes Luces sobre el Ara, reiteraremos, por último, que todas estas analogías y polisemias de los símbolos operan de modo simultáneo, como simultánea es la exposición del Volumen de la Ley Sagrada, el Compás y la Escuadra que desde el altar del Templo guían nuestros pasos.
Es sólo nuestro aparente encarcelamiento en una prisión espacio-temporal en la que no se puede ocupar lugares distintos en un mismo instante lo que enjaula nuestra comprensión y nos hace ver como excluyente lo que es complementario y como anterior o posterior lo que, en verdad, sucede fuera del tiempo.
Que el G.·. A.·. D.·. U.·. nos ilumine con la plenitud de su Luz y devuelva nuestra consciencia a su Unidad.
0 comentarios:
Publicar un comentario