La iniciación da a los Aprendices los derechos y privilegios de los Masones a excepción de los que están reservados a los Compañeros y Maestros porque a estos grados pertenecen prerrogativas y conocimientos mas extensos.
Los Aprendices tienen derecho de asistir a todas las asambleas de su grado, y de dar su sufragio cada vez que el escrutinio circule para la iniciación de un profano a los misterios del orden, o para la filiación de un Hermano.
Cada vez que vayan a la Logia tienen el derecho de repasar los borradores de los asientos de su grado, y de leer el catecismo y el código de las leyes, que el H.·. secretario está obligado a confiarles, y que le devolverán antes de salir del local. Por su deseo de instruirse con el conocimiento de las leyes y en todo lo que sea concerniente a su grado, señalarán su celo y su amor por la Masonería.
El grado de Aprendiz es un estado de prueba en el que el nuevo iniciado debe hallar en las Logias de este grado poderosos motivos para inclinarlo a la practica de las obligaciones impuestas al Masón, tanto en la Logia como entre los profanos.
Debe también reflexionar maduramente sobre la Masonería en general, y particularmente sobre el intento moral de su grado; resumiendo entonces sus reflexiones sobre el papel se las comunicará a su padrino o al Orador de la Logia. En dicho resumen evitará emplear una vana ostentación de ciencia, y se contentará con explicar sus ideas con claridad y precisión, para probar con ella que estaba bien penetrado del asunto que trataba.
Los Aprendices están obligados a asistir a todas las sesiones de su grado, y particularmente a las Logias de instrucción, a menos que obligaciones importantes no se lo impidan y en este caso dará sus justificaciones a la logia.
El Aprendiz está privado del derecho de proponer por si mismo profanos a la iniciación aunque los considere muy dignos de ser admitidos en la sociedad posiblemente no lo están para darlos a conocer al Masón, por lo que ha de hacerlo ante el Maestro, el que considerando y atendiendo a las buenas cualidades del sujeto propuesto se encargará de la proposición y de la responsabilidad.
Si ha cumplido exactamente con sus deberes en el tiempo fijado por los reglamentos generales para todo Aprendiz puede estar bien persuadido que conseguirá sin dificultad el segundo grado Simbólico.
Aunque los Aprendices están privados del de hablar en la Logia no obstante se les permite hacer proposiciones, por medio de segunda persona, que será un Maestro en que tenga confianza.
AL APRENDIZ MASÓN:
La moral de los Masones es la escuela de las mas bellas virtudes; todo Masón que haya recogido toda la pureza que encierran las máximas esenciales del orden deseando hacer de ellas la regla constante de sus acciones y de su conducta, podrá sin fanatismo asegurar que si todos los hombres fueran Masones, renacería de nuevo el decantado siglo de oro, en la belleza y amenidad de las costumbres y en las obras de beneficencia que el amor fraternal construiría.
Los Aprendices están obligados a asistir a todas las sesiones de su grado, y particularmente a las Logias de instrucción, a menos que obligaciones importantes no se lo impidan y en este caso dará sus justificaciones a la logia.
El Aprendiz está privado del derecho de proponer por si mismo profanos a la iniciación aunque los considere muy dignos de ser admitidos en la sociedad posiblemente no lo están para darlos a conocer al Masón, por lo que ha de hacerlo ante el Maestro, el que considerando y atendiendo a las buenas cualidades del sujeto propuesto se encargará de la proposición y de la responsabilidad.
Si ha cumplido exactamente con sus deberes en el tiempo fijado por los reglamentos generales para todo Aprendiz puede estar bien persuadido que conseguirá sin dificultad el segundo grado Simbólico.
Aunque los Aprendices están privados del de hablar en la Logia no obstante se les permite hacer proposiciones, por medio de segunda persona, que será un Maestro en que tenga confianza.
AL APRENDIZ MASÓN:
La moral de los Masones es la escuela de las mas bellas virtudes; todo Masón que haya recogido toda la pureza que encierran las máximas esenciales del orden deseando hacer de ellas la regla constante de sus acciones y de su conducta, podrá sin fanatismo asegurar que si todos los hombres fueran Masones, renacería de nuevo el decantado siglo de oro, en la belleza y amenidad de las costumbres y en las obras de beneficencia que el amor fraternal construiría.
En una palabra: la institución Masonería no es otra cosa que una sociedad de hombres que procuran hacer felices a los que les rodean haciéndolos mejores de lo que son.
No basta el ser introducido en una Logia ni el conocer las palabras, el signo y el tocamiento de un grado para llamarse propiamente Masón. Lo que constituye sobre todo al Masón es el convencimiento y conocimiento de sí mismo, y solo por un trabajo constante podrá llegar a concebir con el desarrollo de sus ideas lo que es un verdadero Masón, por esto en nuestros talleres nos hablan continuamente de trabajar, y todos nuestros emblemas no son sino instrumentos u obras maestras que no pudieron ejecutarse sin los mismos instrumentos que han servido para trazar sus justas proporciones.
La ociosidad se debe tener en horror entre los Masones, pero el trabajo es nada si no le precede el estudio y la meditación. El nuevo Masón se debe penetrar de la obligación que contrajo cuando se recibió como tal acordándose a todas horas que la sociedad no busca miembros inútiles porque corromperían todo lo bueno de ella.
No basta el ser introducido en una Logia ni el conocer las palabras, el signo y el tocamiento de un grado para llamarse propiamente Masón. Lo que constituye sobre todo al Masón es el convencimiento y conocimiento de sí mismo, y solo por un trabajo constante podrá llegar a concebir con el desarrollo de sus ideas lo que es un verdadero Masón, por esto en nuestros talleres nos hablan continuamente de trabajar, y todos nuestros emblemas no son sino instrumentos u obras maestras que no pudieron ejecutarse sin los mismos instrumentos que han servido para trazar sus justas proporciones.
La ociosidad se debe tener en horror entre los Masones, pero el trabajo es nada si no le precede el estudio y la meditación. El nuevo Masón se debe penetrar de la obligación que contrajo cuando se recibió como tal acordándose a todas horas que la sociedad no busca miembros inútiles porque corromperían todo lo bueno de ella.
Semejante á la abeja industriosa, cada uno debe llevar a su Taller que es el panal o centro común, el fruto de su labor. Trabajando para todos trabaja también para sí, pues participa al mismo tiempo del producto recogido por todos sus Hermanos si su poca experiencia no le permite elevarse a lo mas alto del edificio del corte R.·.
Le basta al principio estudiar y meditar sobre los misterios que se le han hecho vislumbrar, examinando con cuidado todo lo que le han hecho hacer, leyendo, estudiando con asiduidad y meditando el catecismo de su grado. Cada palabra, cada articulo, cada número, contiene un sentido oculto que son otros tantos eslabones que se deben unir para formar una sola cadena; poco a poco con el estudio y la meditación levantará el velo que cubre nuestros misteriosos emblemas y los principios de moral que descubrirá en ellos, le servirán de base para las virtudes que debe practicar, para poder un día tener el justo y verdadero título de Masón.
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