De entre los símbolos más importantes de nuestro Templo, el Taller donde se llevan a cabo nuestros trabajos, queremos destacar el del Libro Sagrado, por su ubicación central en la Logia, nada menos que sobre el altar donde realizamos nuestros juramentos, es decir, en el eje vertical que conecta cielo y tierra, sitio de unión y de recepción de los efluvios y mensajes divinos, representados por el Libro, revelador de la Palabra Sagrada.
Como en nuestro taller particular ese Libro es la Biblia, queremos precisar algunas de sus características en razón de que en los tiempos que corren, y de acuerdo a patrones de pensamiento absolutamente profanos y pretendidamente científicos, hay quienes por un desconocimiento completo de lo tratado y tal vez de forma inconsciente, parecerían no estar dispuestos a aceptar el carácter divino y revelado de su texto. Para ello se sitúan en un doble punto de vista. El primero confunde a la Biblia con determinada religión, específicamente la Católica, sus dogmas y aspectos morales. Queremos señalar la limitación de tal ángulo de visión.
Esencialmente la Biblia es un Libro Sagrado, no un texto religioso de tal o cual iglesia o comunidad. Ella es también el Libro de todos los cristianos protestantes y reformados, y fue (en oposición al escolasticismo de la Baja Edad Media) precisamente la que originó la Reforma. Asimismo, es la fuente de la Iglesia Ortodoxa (griega, rusa, turca) y de las iglesias cristianas del Medio Oriente. Igualmente se olvida que es el libro mítico, cosmogónico y metafísico en que se ha basado la Tradición judía, e igualmente la Islámica. Vale decir, tres de las cinco más grandes tradiciones civilizadoras de la humanidad que aún permanecen oficialmente vivas. Y si se tiene en cuenta, por un lado, que esas tres tradiciones son las que han conformado la cultura de Occidente, junto con la civilización Grecorromana, y de otra parte, que esa cultura es la nuestra pues todo lo hemos aprendido a través de sus esquemas y estructuras de pensamiento, podremos juzgar, aunque sea someramente el papel que han jugado (y juegan) esos textos en nuestra conformación.
El segundo punto de vista es grave. Pretende negar el carácter revelado y revelador de la palabra divina, inspirada a los sabios, profetas, reyes, hombres de Conocimiento y Grandes Iniciados, fundándose en argumentos profanos y enormes minucias, enunciadas por pretendidos sabios llenos de omnipotencia que, desde sus pequeños y aislados gabinetes de trabajo se creen capaces de emitir hipótesis personales sobre casi todas las cosas, no importa la contradicción que haya en ellas, amparándose en la oficialidad y el respeto que brinda el mágico nombre de ciencia, verdadero tabú contemporáneo.
Queremos aclarar que estas supuestas autoridades a que nos estamos refiriendo son el producto de la corriente naturalista, materialista y positivista del siglo anterior y comienzos de éste, ya completamente anticuados, y que la ciencia actual en sus numerosas ramas, considera las cosas de manera diametralmente opuesta. No se puede entender lo sagrado desde un punto de vista cientificista y profano. No se podrá jamás comprender el símbolo desde una perspectiva literal cualesquiera sean las razones que se aleguen.
Lo sagrado no se puede medir, no se puede contar, es a-espacial y a-temporal, es eterno. Un texto sagrado tiene esas mismas características, y por lo tanto, importa poco (o sólo en forma secundaria) su autor o autores y el tiempo, lugar y lengua en que fue escrito; lo que interesa es su inspiración, que se traduce de manera inspiradora.
Los libros sagrados son una imagen del gran Libro de la Vida, que brinda sus secretos a quien es capaz de leer en ellos. Por otra parte, los textos sacros de otras dos grandes tradiciones, el hinduismo y el taoísmo, constituyen igualmente códices de recopilaciones anónimas de distinta fecha y mano (los Vedas, los Upanishads, etc.), o escritos por comentaristas y personajes vagamente apócrifos y míticos (el Yi-King, el Tao Te King). Ese mismo es el caso de otras tradiciones y libros (el Bardo Todol del budismo mahayana, el Libro Egipcio de los Muertos, el Corpus Hermeticum. el Popol Vuh de los maya quiché, etc.), y en verdad de todo gran Libro Revelado. Por lo que nunca apreciaciones de corte horizontal y de tipo personal, como la de los antes aludidos podrá tocar jamás su carácter iniciático.
Volviendo a la Biblia queremos recordar (y aunque sólo sea de paso) su valor histórico, que no se contrapone de ninguna forma al esotérico, y subraya el hecho de que la Geología, la Astrología, la Lingüística y en general, las investigaciones realizadas en este siglo, han confirmado, hasta en mínimos detalles, lo descrito en sus páginas.
Para finalizar, algunas reflexiones referidas a nuestra Orden, heredera de la Gran Tradición Hermética occidental, que desgraciadamente oculta y hasta desconocida para la enorme mayoría, permanece, sin embargo, viva. Y sólo traer a la memoria que nuestro Taller es el Templo de Salomón, imagen bíblica del cosmos. Sin insistir en nuestro mito original relacionado con la construcción de ese Templo Salomónico, del cual la Biblia nos da justas y exactas medidas.
Todos motivos sumamente válidos, a nuestro entender, para que respetemos debidamente a los símbolos de nuestro Taller, especialmente al Libro Sagrado, verdadera huella de la deidad sobre la tierra.
Si este libro es la Biblia, la circunstancia de constituir el corazón de la cultura occidental, de la cual nuestra Orden es la manifestación esotérica, le agrega aún mayor significado. En ella puede leerse: «El temor de Dios (es decir, el respeto a lo sagrado) es el principio de toda sabiduría». Pero para la mentalidad profana se trata sólo de un embuste.
Y ahora permítaseme una última aclaración referida a la índole de este trabajo. El de la voz no pretende atacar en él a ninguna personalidad específica; sí a determinadas ideas y creencias contemporáneas relacionadas con el dios-ciencia y su religión laica, que nos condicionan aun sin que lo sepamos, y que tomarnos por verdaderas y propias al identificamos con ellas, cuando en realidad son falsas y ajenas.
asd
ResponderEliminarYo quiero Mason Como puedo ser
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