Es de la expresión Huzei, que está relacionada con la Fuerza que emana del Gran Arquitecto del Universo, de donde el masón extrae su fuerza, y es por eso que los hermanos la repetimos con gran energía, tanto durante el rito de apertura de la Logia como en el de su clausura, y en esta alocución participan todos los miembros del taller.
Concretamente la "aclamación escocesa" ¡Huzei, Huzei, Huzei! se pronuncia justo después de haberse consagrado el Templo a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo y a petición del Venerable Maestro que pide a todos que le asistan con fuerza y júbilo en la ofrenda de los trabajos que acaban de iniciarse. Lo cual indica que estos deben ser emprendidos con energía, y vividos como un rescate de la luz oculta entre las tinieblas que supone el mundo profano, equivalente a un viaje simbólico en busca del conocimiento que se opone a la ignorancia.
Nuevamente, y a petición del Venerable Maestro, la expresión se repite en el momento en que los trabajos se cierran y los hermanos están prontos a separarse y por tanto necesitados de ánimo para mantener despierta y en alerta la conciencia una vez clausurada la hora de la reunión.
La aclamación ¡Huzei, Huzei, Huzei!, va seguida de la divisa "Libertad, Igualdad, Fraternidad" y es, además, la proclama con la cual todos los asistentes a una tenida celebran unánimemente con alegría, algún acontecimiento que tenga que ver con el bien general de la Orden, de la Logia o de algún hermano en particular.
Pero sobre todo la aclamación escocesa, como la divisa "Libertad, Igualdad, Fraternidad", o también el "¡Viva, Viva, Siempre Viva!" que se emplea en otros Ritos, es una exclamación de poder tal cual son todas las palabras de invocación al ánimo y al valor con el cual deben acometerse las grandes empresas, aquellas donde es de vital importancia para asegurarse la victoria, mantener la unidad de las voluntades, pues ya se sabe que es en la unión donde está la fuerza. Por eso, esa arenga, es un grito que proclama la imperiosa necesidad que hay en el Mundo de alcanzar la unidad entre los hombres y como mínimo, entre todos los masones, pues aunque participemos de Ritos diferentes lo que cuenta, al fin y al cabo, es que todos juntos conformemos la Gran Logia de la Masonería, representada por cada una de sus Obediencias y talleres donde se repite con el ánimo adecuado ese grito de invocación unísono de glorificación a una idea, la Unidad del Ser, simbolizada por la unión entre los hermanos de la Logia que hacen la proclama.
En verdad, sólo después de esta aclamación unánime, ¡todos a una!, comienzan verdaderamente a ejecutarse los trabajos de una logia, pues si la primera parte del ritual de una tenida tiene que ver con los símbolos y los ritos de fundación y consagración del espacio, este clamor alienta a la acción, aunque no a cualquier acción, sino a un estado del alma similar a poseer una determinada energía con la cual ayudarnos a lograr la unión perfecta entre los hermanos con el fin de que podamos, todos juntos, expandir la luz obtenida a través del rito regenerador, en todos los ámbitos de nuestra vida.
Sin embargo el poder de esta aclamación, que la Logia vive como acto expansivo, activo y yang, sólo es efectivo, no lo olvidemos, si nace de una íntima concentración, de un silencio interno y de un corazón sincero por parte de cada uno de los miembros que la proclama, y cuya confianza la tenga depositada en el estudio y la meditación de los símbolos que la Masonería tiene a nuestro alcance, de tal modo que sea de esa revelación directa, obtenida del esfuerzo del propio trabajo de donde cada uno de los hermanos extraiga la fuerza que finalmente ayude a construir la Logia. Ya que la alianza entre los hermanos es el símbolo de la Unidad del Gran Arquitecto que desdoblándose en miríadas de seres produce la manifestación, siendo esta la verdad que protegemos en nuestros corazones, la que nos une a todos los verdaderos iniciados y es por cierto, y valga la paradoja, el secreto masónico que con mayor ardor se grita y símbolo del misterio de la confraternidad.
Nuevamente, y a petición del Venerable Maestro, la expresión se repite en el momento en que los trabajos se cierran y los hermanos están prontos a separarse y por tanto necesitados de ánimo para mantener despierta y en alerta la conciencia una vez clausurada la hora de la reunión.
La aclamación ¡Huzei, Huzei, Huzei!, va seguida de la divisa "Libertad, Igualdad, Fraternidad" y es, además, la proclama con la cual todos los asistentes a una tenida celebran unánimemente con alegría, algún acontecimiento que tenga que ver con el bien general de la Orden, de la Logia o de algún hermano en particular.
Pero sobre todo la aclamación escocesa, como la divisa "Libertad, Igualdad, Fraternidad", o también el "¡Viva, Viva, Siempre Viva!" que se emplea en otros Ritos, es una exclamación de poder tal cual son todas las palabras de invocación al ánimo y al valor con el cual deben acometerse las grandes empresas, aquellas donde es de vital importancia para asegurarse la victoria, mantener la unidad de las voluntades, pues ya se sabe que es en la unión donde está la fuerza. Por eso, esa arenga, es un grito que proclama la imperiosa necesidad que hay en el Mundo de alcanzar la unidad entre los hombres y como mínimo, entre todos los masones, pues aunque participemos de Ritos diferentes lo que cuenta, al fin y al cabo, es que todos juntos conformemos la Gran Logia de la Masonería, representada por cada una de sus Obediencias y talleres donde se repite con el ánimo adecuado ese grito de invocación unísono de glorificación a una idea, la Unidad del Ser, simbolizada por la unión entre los hermanos de la Logia que hacen la proclama.
En verdad, sólo después de esta aclamación unánime, ¡todos a una!, comienzan verdaderamente a ejecutarse los trabajos de una logia, pues si la primera parte del ritual de una tenida tiene que ver con los símbolos y los ritos de fundación y consagración del espacio, este clamor alienta a la acción, aunque no a cualquier acción, sino a un estado del alma similar a poseer una determinada energía con la cual ayudarnos a lograr la unión perfecta entre los hermanos con el fin de que podamos, todos juntos, expandir la luz obtenida a través del rito regenerador, en todos los ámbitos de nuestra vida.
Sin embargo el poder de esta aclamación, que la Logia vive como acto expansivo, activo y yang, sólo es efectivo, no lo olvidemos, si nace de una íntima concentración, de un silencio interno y de un corazón sincero por parte de cada uno de los miembros que la proclama, y cuya confianza la tenga depositada en el estudio y la meditación de los símbolos que la Masonería tiene a nuestro alcance, de tal modo que sea de esa revelación directa, obtenida del esfuerzo del propio trabajo de donde cada uno de los hermanos extraiga la fuerza que finalmente ayude a construir la Logia. Ya que la alianza entre los hermanos es el símbolo de la Unidad del Gran Arquitecto que desdoblándose en miríadas de seres produce la manifestación, siendo esta la verdad que protegemos en nuestros corazones, la que nos une a todos los verdaderos iniciados y es por cierto, y valga la paradoja, el secreto masónico que con mayor ardor se grita y símbolo del misterio de la confraternidad.
Porque el masón, el verdadero masón, no trabaja con hipótesis, ni especulaciones, ni está interesado en las luchas de poder tanto políticas como religiosas, negocios éstos abocados al fracaso por cuanto abonan las mentes de aquellos que las disputan haciendo nacer en ellos la discordia, camuflada en los separatismos, los fanatismos, las injusticias y las corrupciones del planeta, todo lo cual es una ofensa a la Diosa Inteligencia, abanderada de la causa masónica. Nuestro objetivo es construir el Templo Universal, cuyos planos siguen las leyes de la Cosmogonía diseñadas por el G.·. A.·. D.·. U.·.
La Masonería es una escuela de aprendizaje, una vía hermética e intelectual de la doctrina tradicional transmisora, a través del rito y del simbolismo constructivo, de una enseñanza ancestral basada en la Ciencia de las analogías y las correspondencias, capaz de ayudarnos a desentrañar el misterio del cosmos y de todos los seres que lo habitan. Es pues propio de la Vía Simbólica mediar entre los distintos niveles de la realidad empezando por el descubrimiento de la propia identidad, puente hacia el Conocimiento esencial.
Es mediante la Ciencia Simbólica, que nos enseña a descubrir el Orden Universal, que podemos comprender lo absurdo de las discordancias entre los seres, lo cual es una ilusión burda nacida de la ignorancia y del fanatismo. La falta de conocimiento de ese Orden se traduce, entre otras cosas, en una total ausencia de valores que han abocado al fracaso a los hombres de hoy.
Por eso los grandes iniciados, y los auténticos maestros de todas las tradiciones siempre nos instan a que investiguemos los secretos de la Cosmogonía, a que conozcamos sus leyes, y a que construyamos con conocimiento. Recordándonos que nuestros símbolos no son alegorías, son una ciencia hermética, tradicional, verdadera y muy efectiva. Alertándonos además que debemos mantenernos atentos, y no faltar al deber: expandir la luz en el Mundo.
Hay que imponerse a la estulticia y anunciar que sólo el Conocimiento hace libres a los hombres y nos da la medida de nuestra propia dimensión, clamar que el espíritu y la materia, que el cielo y la tierra, conforman un todo jerarquizado, y que es el hombre, el iniciado, el que establece la comunicación entre ambos.
Comprobemos cómo los masones, los verdaderos masones, los maestros herméticos, nunca se conformaron a la injusticia, a la falta de escrúpulos, a la falta de libertad para el crecimiento de los pueblos, difundiendo en cambio la Cultura, difundiendo la Ciencia Sagrada. Nuestros útiles, nuestras herramientas, nuestros símbolos no dejan resquicio al equívoco. La construcción ha de ser siempre vertical, siempre ascendente, trabajando constantemente a la Gloria de Aquel que nos da la fuerza, el Gran Arquitecto del Universo, al que ofrecemos todos nuestros esfuerzos y en el que está permanentemente depositada nuestra esperanza.
Por eso los grandes iniciados, y los auténticos maestros de todas las tradiciones siempre nos instan a que investiguemos los secretos de la Cosmogonía, a que conozcamos sus leyes, y a que construyamos con conocimiento. Recordándonos que nuestros símbolos no son alegorías, son una ciencia hermética, tradicional, verdadera y muy efectiva. Alertándonos además que debemos mantenernos atentos, y no faltar al deber: expandir la luz en el Mundo.
Hay que imponerse a la estulticia y anunciar que sólo el Conocimiento hace libres a los hombres y nos da la medida de nuestra propia dimensión, clamar que el espíritu y la materia, que el cielo y la tierra, conforman un todo jerarquizado, y que es el hombre, el iniciado, el que establece la comunicación entre ambos.
Comprobemos cómo los masones, los verdaderos masones, los maestros herméticos, nunca se conformaron a la injusticia, a la falta de escrúpulos, a la falta de libertad para el crecimiento de los pueblos, difundiendo en cambio la Cultura, difundiendo la Ciencia Sagrada. Nuestros útiles, nuestras herramientas, nuestros símbolos no dejan resquicio al equívoco. La construcción ha de ser siempre vertical, siempre ascendente, trabajando constantemente a la Gloria de Aquel que nos da la fuerza, el Gran Arquitecto del Universo, al que ofrecemos todos nuestros esfuerzos y en el que está permanentemente depositada nuestra esperanza.
Fuente:
La Logia Viva - Siete Maestros Masones
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