Los tres cargos principales de la Logia están situados en el oriente, el occidente y el sur. Teniendo en cuenta que la Logia es un símbolo del mundo, o del universo, en seguida se deduce que estos tres cargos tienen relación con la salida, la puesta y el meridiano del sol.
Este es el primer desarrollo del símbolo. Un breve examen bastará para darnos otra prueba más amplia de su antigüedad y universalidad.
En las iniciaciones brahmínicas del Indostán, que son de las más antiguas conservadas por la tradición y que pueden considerarse como la cuna de todas las demás, las ceremonias se realizaban en grandes cavernas. Los restos de algunas de estas salas excavadas en la roca, existentes en Salsette, Elefanta y otros diversos lugares, no pueden dar más que una idea aproximada de la extensión y grandeza de estos antiguos templos indios.
Estos santuarios de roca, cuya formación supone Grose que representa un trabajo igual a la erección de las Pirámides de Egipto, tienen diversa altura, extensión y profundidad. Por medio del martillo y del cincel se han dividido en muchas cámaras separadas, y el techo, que es plano en la pagoda de Elefanta y abovedado en la de Salsette, se apoya en hileras de gruesas columnas, distribuidas con gran regularidad. Los muros están poblados de gigantescas figuras humanas que representan diversas acciones y gestos. Todos van adornados son símbolos de la religión que entonces primaba en la India. Arriba, en el techo, en otro tiempo adornado de oro y azul, de la misma forma que en los ruinosos restos de los templos egipcios, se ven flotando como en el cielo multitudes de engendros de la imaginación, genios y devas. A lo largo de la cornisa corre un alto relieve figurando elefantes, caballos y leones esculpidos con gran acierto. Dos de las figuras más importantes de Salsette tienen veintisiete pies de altura (8,25 metros); sólo el busto de la divinidad de tres cabezas existente en la gran pagoda de Elefanta mide quince pies (4,27 metros), mientras que el rostro de otra tiene, según Grose, que la midió, cinco pies de longitud (1,52 metros) y una anchura proporcionada.
En todo el Indostán y en Cachemira se encuentran numerosas ruinas más imperfectas que las anteriormente citadas.
Las cavernas tenían a veces forma de cruz, emblema de los cuatro elementos de que está formada la tierra: fuego, agua, aire y tierra; pero, generalmente eran ovales, representando entonces el huevo del mundo, símbolo del universo en los antiguos sistemas (Según Faber, el huevo era un símbolo del universo o megacosmos y también del arca, o microcosmos. El creciente de luna simbolizaba al Gran Padre. El huevo y el creciente -símbolo del dios Lunus en Heliópolis- era el emblema del mundo surgido del Gran Padre. "Pagan Idolatry", vol. 1, libr. I, cap. IV).
Numerosas lámparas iluminaban el interior de las cavernas iniciáticas. Los principales hierofantes, o explicadores de los Misterios, se sentaban en oriente, occidente y sur, y representaban a Brahmá, Vishnu y Shiva. Brahmá era la suprema divinidad inda, tomada del Dios-Sol de los sabeos; Vishnu y Shiva, representaban sus atributos. El Panteón Indio dice que "el sol es Brahmá cuando asoma por oriente; Shiva, cuando llega al meridiano por el sur, y Vishnu, cuando se pone por occidente".
Los templos persas de los misterios zoroastrianos tenían también forma circular, la cual representaba el universo. El sol en el oriente, circundado por el zodíaco, era indispensable en la ceremonia de recepción.
Zoroastro enseñaba que el sol es el más perfecto fuego de Dios, el trono de su gloria y la residencia de su divina presencia, por eso aconsejaba a sus discípulos que "para rendir culto a Dios, lo rindieran primero al Sol (a quien llamaban Mitra) y, luego, a los fuegos sagrados, por ser las cosas en que él preferentemente moraba". La forma corriente de adoración consistía en hacer ambas cosas, pues cuando se aproximaban al fuego para adorar, lo hacían siempre viniendo desde poniente y mirando siempre hacia el sol levante, con objeto de rendir culto al fuego y al astro del día al mismo tiempo. Todos los actos de su culto, los verificaban en esta postura.
En los misterios egipcios de Osiris, se rendía el mismo culto al sol. Heródoto, iniciado en estos misterios, dice que las ceremonias consistían en representar al Dios-Sol encarnado en la tierra, el cual moría a manos de Tifón, símbolo de las tinieblas y representación del sol poniente.
San Crisóstomo y otros sabios padres de la Iglesia, afirman que el templo iniciático perteneciente a los grandes misterios de Eleusis (Los misterios de Ceres o Eleusis, se distinguían de los demás por ser depositarios de ciertas tradiciones contemporáneas con el mundo, Ouvaroff, “Essay on the Mysteries of Eleusis, página 6) celebrados en Atenas, simbolizaba el universo, y que uno de los hierofantes representaba el papel de Sol (El Daduco, o portador de la antorcha, llevaba un símbolo del Sol).
Este es el primer desarrollo del símbolo. Un breve examen bastará para darnos otra prueba más amplia de su antigüedad y universalidad.
En las iniciaciones brahmínicas del Indostán, que son de las más antiguas conservadas por la tradición y que pueden considerarse como la cuna de todas las demás, las ceremonias se realizaban en grandes cavernas. Los restos de algunas de estas salas excavadas en la roca, existentes en Salsette, Elefanta y otros diversos lugares, no pueden dar más que una idea aproximada de la extensión y grandeza de estos antiguos templos indios.
Estos santuarios de roca, cuya formación supone Grose que representa un trabajo igual a la erección de las Pirámides de Egipto, tienen diversa altura, extensión y profundidad. Por medio del martillo y del cincel se han dividido en muchas cámaras separadas, y el techo, que es plano en la pagoda de Elefanta y abovedado en la de Salsette, se apoya en hileras de gruesas columnas, distribuidas con gran regularidad. Los muros están poblados de gigantescas figuras humanas que representan diversas acciones y gestos. Todos van adornados son símbolos de la religión que entonces primaba en la India. Arriba, en el techo, en otro tiempo adornado de oro y azul, de la misma forma que en los ruinosos restos de los templos egipcios, se ven flotando como en el cielo multitudes de engendros de la imaginación, genios y devas. A lo largo de la cornisa corre un alto relieve figurando elefantes, caballos y leones esculpidos con gran acierto. Dos de las figuras más importantes de Salsette tienen veintisiete pies de altura (8,25 metros); sólo el busto de la divinidad de tres cabezas existente en la gran pagoda de Elefanta mide quince pies (4,27 metros), mientras que el rostro de otra tiene, según Grose, que la midió, cinco pies de longitud (1,52 metros) y una anchura proporcionada.
En todo el Indostán y en Cachemira se encuentran numerosas ruinas más imperfectas que las anteriormente citadas.
Las cavernas tenían a veces forma de cruz, emblema de los cuatro elementos de que está formada la tierra: fuego, agua, aire y tierra; pero, generalmente eran ovales, representando entonces el huevo del mundo, símbolo del universo en los antiguos sistemas (Según Faber, el huevo era un símbolo del universo o megacosmos y también del arca, o microcosmos. El creciente de luna simbolizaba al Gran Padre. El huevo y el creciente -símbolo del dios Lunus en Heliópolis- era el emblema del mundo surgido del Gran Padre. "Pagan Idolatry", vol. 1, libr. I, cap. IV).
Numerosas lámparas iluminaban el interior de las cavernas iniciáticas. Los principales hierofantes, o explicadores de los Misterios, se sentaban en oriente, occidente y sur, y representaban a Brahmá, Vishnu y Shiva. Brahmá era la suprema divinidad inda, tomada del Dios-Sol de los sabeos; Vishnu y Shiva, representaban sus atributos. El Panteón Indio dice que "el sol es Brahmá cuando asoma por oriente; Shiva, cuando llega al meridiano por el sur, y Vishnu, cuando se pone por occidente".
Los templos persas de los misterios zoroastrianos tenían también forma circular, la cual representaba el universo. El sol en el oriente, circundado por el zodíaco, era indispensable en la ceremonia de recepción.
Zoroastro enseñaba que el sol es el más perfecto fuego de Dios, el trono de su gloria y la residencia de su divina presencia, por eso aconsejaba a sus discípulos que "para rendir culto a Dios, lo rindieran primero al Sol (a quien llamaban Mitra) y, luego, a los fuegos sagrados, por ser las cosas en que él preferentemente moraba". La forma corriente de adoración consistía en hacer ambas cosas, pues cuando se aproximaban al fuego para adorar, lo hacían siempre viniendo desde poniente y mirando siempre hacia el sol levante, con objeto de rendir culto al fuego y al astro del día al mismo tiempo. Todos los actos de su culto, los verificaban en esta postura.
En los misterios egipcios de Osiris, se rendía el mismo culto al sol. Heródoto, iniciado en estos misterios, dice que las ceremonias consistían en representar al Dios-Sol encarnado en la tierra, el cual moría a manos de Tifón, símbolo de las tinieblas y representación del sol poniente.
San Crisóstomo y otros sabios padres de la Iglesia, afirman que el templo iniciático perteneciente a los grandes misterios de Eleusis (Los misterios de Ceres o Eleusis, se distinguían de los demás por ser depositarios de ciertas tradiciones contemporáneas con el mundo, Ouvaroff, “Essay on the Mysteries of Eleusis, página 6) celebrados en Atenas, simbolizaba el universo, y que uno de los hierofantes representaba el papel de Sol (El Daduco, o portador de la antorcha, llevaba un símbolo del Sol).
El templo iniciático perteneciente a los misterios célticos de los druidas tenía forma oval, para representar el huevo del mundo, símbolo del mundo; o circular, porque el círculo era el símbolo del universo; o cruciforme, aludiendo a los cuatro elementos que constituyen el universo.
En la isla escocesa de Lewis existe un templo en que la forma circular se combina con la cruciforme. Hay un círculo formado por doce piedras. Tres más están en el oriente; muchas en poniente y sur, y treinta y ocho en el norte en dos líneas paralelas, formando una avenida que da acceso al templo circular. En el centro del círculo se encuentra la imagen del Dios.
La divinidad solar representaba un papel importantísimo en las iniciaciones de estos ritos. Las ceremonias comenzaban al romper el día, momentos en que se saludaba al sol aparecido en el horizonte llamándole "dios de la victoria, rey que asciende en la luz del cielo.
Pero no es necesario multiplicar los ejemplos del culto solar, que se encuentran en todas las religiones del mundo antiguo (Maurice opina que "el culto al sol, como señor del cielo y gobernador del universo, ha sido la superstición más antigua en todas las naciones, particularmente en Fenicia, Caldea, Egipto, Perú y México, en cuyos pueblos recibía este astro diversos nombres. La gran luminaria de los cielos ha sido adorada de generación en generación a través de todas las convulsiones del tiempo". "Indian Antiquitie” vol. II, pág.91).
Con lo citado basta para demostrar la completa coincidencia, existente respecto al sol entre el simbolismo de la Francmasonería y el de los antiguos ritos y Misterios, y para sugerir también su origen común. En la Francmasonería el sol es la manifestación de la Sabiduría, Fuerza y Belleza del Gran Arquitecto, lo cual se representa visiblemente por la posición de los tres jefes principales de la Logia; mientras que los prosélitos de los Misterios, adoptaron el sol como objeto especial de adoración, corrompiendo y degenerando la primitiva doctrina de los noaquitas.
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