jueves, 8 de febrero de 2018

ARCANO XVIII - LA LUNA


Un llano desolado se desplegaba ante mí.
Una Luna Llena miraba abajo
como en una vacilación contemplativa.
Bajo su luz de duda
las sombras vivían su propia vida peculiar.
 
En el horizonte vi colinas azules,
y sobre ellas serpenteaba un camino
que se prolongaba entre dos torres grises
muy lejos en la distancia.
 
De ambos lados del camino
un lobo y un perro sentados,
aullaban a la luna.
Recuerdo que los perros
creían en latrocinios y fantasmas.
 
Un cangrejo negro grande
se arrastraba fuera del riachuelo en las arenas.
 
Un pesado y frío rocío caía.
El pavor se apoderó de mí.
 
Sentí la presencia de un misterioso mundo,
un mundo de espíritus hostiles,
de cadáveres levantándose de los sepulcros,
de fantasmas que se lamentan.
 
En este claro de luna pálido
me parecía sentir la presencia de apariciones;
alguien me miró desde detrás de las torres,
y sabía que era peligroso mirar atrás.
 
Arcano XVIII - La Luna: Potencia femenina receptiva.

la luna es uno de los más antiguos símbolos de la humanidad, representa el arquetipo femenino materno por excelencia, la Madre cósmica. Su cualidad esencial es la receptividad: la luna, planeta satélite, refleja la luz del sol.
 
Nos encontramos en pleno corazón de la noche, pero de una noche iluminada por esa humilde receptividad. Es también el mundo de los sueños, de lo imaginario y del inconsciente, tradicionalmente asociados a la noche.
 
El Tarot representa la luna, como el sol, con un rostro. Pero no nos mira de frente. Es una luna creciente, que se presenta de perfil. Está en formación. Una parte de ella permanece invisible. En este aspecto simboliza el misterio del alma, el proceso secreto de la gestación, todo lo que está oculto.
 
Su rostro no es el de una joven, está impregnado de una sabiduría antigua que emana por sus rayos naranjas. Los rayos rojos que alternan con éstos en segundo plano nos indican una gran capacidad vital, una extrema fecundidad como encerrada, oculta.
 
En primer plano predomina el azul cielo, símbolo de espiritualidad y de intuición. La Luna está ligada a los ritmos biológicos, al agua, a las mareas, a los ciclos femeninos, al paso de la vida a la muerte.
 
Bajo el astro propiamente dicho hay dos animales frente a frente, en un paisaje en que se ven dos torres. Aparentemente, son perros, lobos quizá, o un perro y un lobo. Aúllan a la Luna y se nutren de ella, de las gotas de colores que dispensa. Se puede ver en ello un símbolo de hermandad, dos hermanos que reclaman su alimento (material, emocional o intelectual) a la madre, dos hermanos amantes o enemigos.
 
El animal azul cielo representa un ser más espiritual. Su lengua verde es receptiva. Tiene la cola levantada y, detrás de él, la almena de la torre está abierta, también receptiva. El perro de color carne, que podría representar la materia, tiene la cola baja y una lengua roja activa. Se encuentra delante de una torre cerrada, sin puerta aparente.
 
Al pie de la torre, vemos tres escalones blancos que recuerdan los peldaños iniciáticos de La Torre, pero aun así esta torre está cerrada, incluso sus almenas están cubiertas por otras complementarias, como unas mandíbulas apretadas. Podría deducirse de ello que el cuerpo material, concreto y denso, está vuelto hacia la acción y que no tiene vocación de recibir sino a través del espíritu, simbolizado por el perro azul claro. Obsérvese sin embargo que la oreja de cada uno de los perros lleva el color complementario, al igual que en el símbolo del yin y el yang cada polo lleva en ciernes el polo opuesto.
 
Las patas delanteras de los dos perros delimitan una porción del paisaje que recuerda un blasón de tres bandas: una superior verde oscuro, que representa el espacio en que brilla la Luna y corresponde al espíritu receptivo sumido en una meditación profunda.
 
La banda del medio corresponde al nivel en que se encuentran los perros. En ella crecen dos plantas, que representan una vida emocional rica. La banda inferior, cercana al agua de la base de la carta, corresponde a la gestación profunda de la dimensión sexual y corporal. En ella se encuentran tres gotas rojas que remiten a la animalidad.
 
La extensión de agua que se encuentra en la parte inferior está delimitada como una alberca, pero agitada por ondas que recuerdan las olas y las mareas. También podría ser un puerto. Su primera orilla, en la parte inferior de la carta, se compone de rocas y de una vegetación natural, salvaje. Pero, en el otro extremo, está bordeada de líneas rectas, tres líneas negras que encierran dos líneas azules, como para indicar que el inconsciente se ve limitado por el dualismo racional.
 
En el centro de estas aguas matriciales se encuentra un cangrejo en el que se puede ver un símbolo del Yo que aspira al contacto con la Luna. Ese contacto ya existe, puesto que el crustáceo y el astro llevan los mismos colores. El cangrejo desea la unión con la Luna sin saber que, al igual que los demás elementos de la carta, ya está en comunicación con ella. Se lo puede ver inmerso en lo más profundo del agua o, por el contrario, flotando en su superficie. En ambos casos, nos incita a entrar en contacto con la intuición, ese tesoro oculto que todos llevamos dentro.
 
Obsérvese también que sujeta con sus pinzas dos pequeñas bolas a modo de ofrendas. El ego tiene algo que ofrecer en el trabajo espiritual. Así pues, según cómo enfoquemos esta carta, representará la comunicación intuitiva profunda, o por el contrario la carta de la soledad, de la separación.
 
Cabe imaginar que el cangrejo ha salido para robar las bolas que lleva en sus pinzas, que los perros se están peleando, que todos se sienten abandonados por la luna y por su fuerza espiritual.
 
Las gotas que ascienden hacia el satélite pueden representar su capacidad receptiva, pero también, en un sentido negativo, una insaciable absorción de energía. La carta remite entonces al caos mental, a la locura.
 
Si se cuenta el número de trazos que hay a cada lado de la inscripción LA·LUNE, en el borde inferior de la carta, se cuentan 10 a la izquierda y 7 + 4 a la derecha, con un espacio entre ambos que, sumado, da 12. El 10 remite a La Rueda de Fortuna y, al igual que en dicho Arcano, aquí hay tres animales. Pero los animales de La Rueda de Fortuna aún no han encontrado la fuerza que los pondrá en movimiento; en cambio, se puede decir que el cangrejo y los perros están impulsados por la fuerza magnética de la Luna.
 
En cuanto al Arcano XII, El Colgado, está estrechamente ligado a La Luna, puesto que representa una parada, una gestación espiritual, un estado de recepción. Pero, en La Luna, el estado de recepción es universal: en el suelo hay gotas rojas y azules brotando para ascender hacia el astro. Esta circulación es la marca de un intercambio energético entre la tierra y la luna.

En una lectura

Esta carta remite por lo general al mundo de la madre, a todos los aspectos del Inconsciente, de la intuición, del misterio íntimo del ser. Podrá orientarse entonces la lectura hacia la relación del o de la consultante con su madre o con su concepción de lo femenino.
 
Para una mujer, esta carta puede ser presagio de una realización profunda. Para un hombre, incita a cultivar cualidades tradicionalmente femeninas como la sensibilidad, la intuición...
 
La Luna es de buen augurio para cualquiera que desee dedicarse a la poesía, a la lectura del Tarot, o a cualquier disciplina basada en la receptividad.
 
En La Luna resuenan asimismo el miedo a la oscuridad, las pesadillas y todo tipo de inquietudes ligadas a lo desconocido, a veces al abandono. Puede simbolizar angustias indefinidas, pero también un viaje allende los mares o la llegada a un puerto. Inclina a la ensoñación y a todos los estados de ánimo generalmente asociados al carácter «lunar» o «lunático». Su infinito potencial receptivo es su mayor riqueza.

Y si La Luna hablara...

«Me pedís que me explique, pero estoy tan lejos de las palabras, de la lógica, del pensamiento discursivo, del intelecto...
 
Me encuentro en un estado secreto e indecible, soy el misterio donde comienza todo conocimiento profundo, cuando os sumergís en mis aguas silenciosas sin pedir nada, sin tratar de definir nada, fuera de toda luz.
 
Cuanto más entráis en mí, más os atraigo. No hay nada claro en mí. No tengo fondo, soy toda matices, me extiendo en el reino de la sombra. Soy una ciénaga de riqueza inconmensurable, contengo todos los totems, los dioses prehistóricos, los tesoros de los tiempos pasados y por venir. soy la matriz.
 
Más allá del inconsciente, soy la creación misma. Escapo a cualquier definición. Sé que se me ha adorado. Desde que los seres humanos desarrollaron una chispa de consciencia, me identificaron con ella. Como un corazón de plata perfecta, brillaba en las tinieblas de la noche. Era la luz que nebulosamente sospechaban que reinaba en lo más profundo de sus almas ciegas. Me había hundido en todas las oscuridades del universo. Allá donde las entidades ávidas acechan la menor chispa de consciencia, dimensiones de locura, de soledad absoluta, de delirio helado, de ese silencio doloroso que se llama Poesía, he reconocido que para ser tenía que ir ahí donde no estaba. Caí en mí misma, cada vez más hondo. Me perdía descendiendo hacia ningún sitio, hasta que, al final, "Yo", la oscura, dejé de ser. O mejor era una concavidad infinita, una boca abierta que contenía toda la sed del mundo. Una vagina sin límites convertida en aspiración total.
 
Entonces, en esta vacuidad, en esta ausencia de contornos, pude por fin reflejar la totalidad de la luz. Una luz ardiente que transformé en su reflejo frío, no la luz que engendra sino la que ilumina. No insemino, sólo indico. Quien recibe mi luz conoce aquello que es, nada más. Es más que suficiente. Para convertirme en recepción total, tuve que negarme a dar.
 
En la noche, cualquier forma rígida se ve aniquilada por mi luz, empezando por la razón. Bajo mi claridad, el ángel es ángel, la fiera es fiera, el loco es loco, el santo es santo.
 
Soy el espejo universal, cada cual puede verse en mí.»

Entre las interpretaciones tradicionales de esta carta:
 
Intuición - Noche - Sueño - Ensoñaciones - Superstición - Poesía - Adivinación - Imaginación - Inconsciente profundo - Sensualidad - Verdad oculta (por descubrir) - Locura - Soledad - Terror nocturno - Gestación - Petición sin límites - Vampiro de energía - Niño en busca del amor materno - Amor que une - Depresión - Secreto - Travesía del mar - Océano - Receptividad - Vida oscura de la materia - Ideal que se quiere alcanzar - Feminidad - Arquetipo maternal cósmico.
 
Palabras clave:

Noche - intuición - Feminidad - Madre cósmica - Sueño - Receptividad - Reflejar - Misterio - Atracción - Imaginación - Magnetismo - Gestación - Locura - Poesía - Incertidumbre - Fases...


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