Una vez superadas las pruebas de iniciación, el candidato se encontrará armado para enfrentarse con la realidad exterior, siempre amarga con relación a la interior, al plano en el que vive el alma.
Es por ello que el candidato, a la vuelta de sus viajes, se encuentra con que sus hermanos le ofrecen, para que beba, el cáliz de la amargura, esa agua avinagrada que ya Jesucristo bebiera en el Gólgota en el momento de la coronación de su obra (en algunos rituales el candidato debe tomarlo antes de iniciar los viajes).
Ese cáliz le estará anunciando:
«Atento, peregrino, resultará erróneo que esperes que tu acción reciba una recompensa por parte de la sociedad a la que sirves. El precio de tu esfuerzo será la incomprensión del vulgo, la crítica de la sociedad, el sarcasmo de los poderosos. Sólo tú, en tu fuero interno, sabrás que has triunfado y la certeza de esa victoria endulzará el brebaje».
Por lo tanto, cuando el neófito apura el cáliz amargo que le tienden sus compañeros se da cuenta de que su sabor es dulce como la miel.
El cáliz de la amargura simboliza los momentos amargos a que nos lleva toda nueva realidad, pero al mismo tiempo también representa la dulzura de las experiencias cuando se llega hasta las últimas consecuencias.
Me parece de mucha luz para los aprendices que estamos buscando información para algunos trabajos, gracias
ResponderEliminarLlegar hasta este sitio es como encontrar el templo buscado durante tanto tiempo.
ResponderEliminarHe Leído y comprendido Todo Acerca de La Iniciación, pero aún falta realizarla.
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