Si se os pregunta: ¿Sois Maestro?
Responderéis: la Acacia me es conocida. Acordaos que una rama de ella sirvió de Signo para hallar el cuerpo de nuestro Maestro Hiran.
La Acacia es para para los masones modernos lo que fue el Lotus en Egipto, el Mirto en Grecia en los misterios Eleusinos, y el Ramo de Oro que debía tener el hijo de Anquises para llegar vivo a los campos Elíseos.
Por su verdor eterno, se toma la Acacia como emblema de la inmortalidad, la más bella de las aspiraciones del hombre. Esa inmortalidad la conseguimos descubriendo, estudiando, desarrollando y sosteniendo los principios de la civilización humana.
Si no lo hacéis así, jamás seréis dignos de llamaras Maestros. Recordad las respuestas de Hiram a los que quieran ser tales, sorprendiendo con la Fuerza aquel título, irrisorio a los que no lo merecen: "sólo con el Tiempo, la Virtud y el Trabajo lo obtendréis".
Si no lo hacéis así, jamás seréis dignos de llamaras Maestros. Recordad las respuestas de Hiram a los que quieran ser tales, sorprendiendo con la Fuerza aquel título, irrisorio a los que no lo merecen: "sólo con el Tiempo, la Virtud y el Trabajo lo obtendréis".
Tampoco olvidéis que sin el Orden, la Ciencia y la Fuerza son infructuosas, y que sólo por su unión civilizaréis al Universo. Por eso el Primer y Segundo Vigilantes que representan las dos últimas fueron impotentes a levantarlas, hasta que el Jefe, que simboliza al Orden, reunió con ellos sus esfuerzos combinados.
¡Cuán grande es el tesoro de misterios, de virtudes y admirables inducciones que encierra el drama en que habéis representado parte tan viva. Todo es místico, los personajes, la acción, la víctima, los asesinos!. Se dice que Hiram nació de una judía, símbolo de la Virtud, y de un Tirano que lo es la Ciencia; porque Hiram es la civilización, la idea, el progreso; y en alegoría astronómica es el Sol o el "Padre Elevado".
¿Qué significa vuestra muerte y resurrección?
¡Cuán grande es el tesoro de misterios, de virtudes y admirables inducciones que encierra el drama en que habéis representado parte tan viva. Todo es místico, los personajes, la acción, la víctima, los asesinos!. Se dice que Hiram nació de una judía, símbolo de la Virtud, y de un Tirano que lo es la Ciencia; porque Hiram es la civilización, la idea, el progreso; y en alegoría astronómica es el Sol o el "Padre Elevado".
¿Qué significa vuestra muerte y resurrección?
Que la verdad, la idea, renace como el fénix de las cenizas de la hoguera en que pretenden destruirla sus enemigos. El masón que combate por ella, la muerte misma le hallará sereno, porque sabe que es Divina y que se alzará de su tumba más resplandeciente y acrisolada con la sangre del martirio, como lo manifiesta el Cuadro Brillante que resume el secreto de la Maestría.
¡De la fosa de Hiram sale el ramo de Acacia, y sobre sus flores veis fulgurando ese Fénix, ese Sol que nos ilumina, que en apariencia muere, y sin cesar revive más espléndido y majestuoso.
Si VV.·. HH.·., nuestra forma material desaparecerá un día, pero nunca nuestra idea, y por un Hiram que cae, Mil Hijos de la Viuda se Levantan!
La vida y la muerte son estados transitorios de la materia, y lo que amedrenta en la última, son los sufrimientos que en ocasiones la preceden. Los ignorantes, los ateos, los malvados, son los que la temen: los primeros, porque no saben lo que es; los segundos, porque creen volver a la nada y dejar de gozar; los últimos, porque tiemblan ante la justicia de Dios.
¡Comprended la grandeza de vuestra misión y la necesidad de vuestra purificación constante, y ningún poder será capaz de paralizar vuestros esfuerzos!
¡Que este cráneo, estas lúgubres pinturas que os rodean, estos espectros que os amenazan, sólo os recuerden lo transitorio de la forma de la materia y la inmortalidad del pensamiento: que habéis nacido para morir, y moriréis para siempre si no vivís para los otros, si no cultiváis vuestra razón y enseñáis al ignorante, desenmascaráis al hipócrita y abatís al ambicioso!
En dos palabras: haréis de la carne el sepulcro del entendimiento. Personificando esa abnegación que se exige a los Redentores de la humanidad, figuraban nuestros antepasados la Metempsicosis, consumando la iniciación para que fuese perfecta, con el sacrificio del Maestro. A Iaco le matan los titanes. Prometeo es herido en el Cáucaso con los rayos de Júpiter, por haber comunicado al hombre el fuego celestial. Pero en vano un buitre le roe el corazón: éste se reproduce a cada instante. En vano los envidiosos cabiras asesinan al más joven de sus hermanos, cuya muerte se deploraba en los misterios de la samotracia: en vano Chiven decapita a Vinaguyen en los misterios de la India: en vano Tres Compañeros destruyen a Hiram: en vano los fariseos clavan en la cruz al Redentor del mundo. Resucita al tercer día, porque todo renace a la manera del Sol: personifican la idea y tal es la Gran Cruz de la Maestría.
Si meditáis acerca de la historia de Hiram, comprenderéis que es la alegoría de la marcha del Sol en los signos inferiores, durante los tres meses que corren después del equinoccio de otoño, y que son los Tres Conspiradores causas inmediatas de su muerte aparente en el Solsticio de Invierno. Los Tres Meses sucesivos, simbolizan a los Maestros que procuran levantarle, y no lo consiguen hasta que emplean sus esfuerzos combinados, o sean al llegar la Primavera.
Se nos ha perseguido porque enseñamos la Verdad, y nuestros padres acosados como bestias feroces, huyeron de la faz de la Tierra.
¡La "Palabra Sagrada" se perdió, "la Inteligencia, el Logos, el Verbo de Platón" fue ahogado! Los verdaderos patriotas la pidieron inútilmente a las escuelas, a los templos y a los palacios. En los primeros regía la presuntuosa Ignorancia, la falsa ciencia de los teólogos, en los segundos, la Hipocresía; y en los últimos, la Ambición.
Desesperados de hallarla, bajaron a llorar su impotencia en los sepulcros, como iréis el día que recibáis Nuestro Secreto; allí oyeron a los filósofos proscritos, a los verdaderos sabios y masones; e instruidos a su vez, comprendieron la causa de la decadencia y el modo de salvar al linaje humano.
¡Imitad a esos patriotas, y una mano sostenida a la otra, un pie apoyando otro pie, una rodilla a otra rodilla, un hombro a otro, y un corazón enérgico latiendo unísono al de vuestro hermano, sed los Adalides de la Verdad, sacadla de las catacumbas que la encierran, y proclamadla!
¡Comprended la grandeza de vuestra misión y la necesidad de vuestra purificación constante, y ningún poder será capaz de paralizar vuestros esfuerzos!
¡Que este cráneo, estas lúgubres pinturas que os rodean, estos espectros que os amenazan, sólo os recuerden lo transitorio de la forma de la materia y la inmortalidad del pensamiento: que habéis nacido para morir, y moriréis para siempre si no vivís para los otros, si no cultiváis vuestra razón y enseñáis al ignorante, desenmascaráis al hipócrita y abatís al ambicioso!
En dos palabras: haréis de la carne el sepulcro del entendimiento. Personificando esa abnegación que se exige a los Redentores de la humanidad, figuraban nuestros antepasados la Metempsicosis, consumando la iniciación para que fuese perfecta, con el sacrificio del Maestro. A Iaco le matan los titanes. Prometeo es herido en el Cáucaso con los rayos de Júpiter, por haber comunicado al hombre el fuego celestial. Pero en vano un buitre le roe el corazón: éste se reproduce a cada instante. En vano los envidiosos cabiras asesinan al más joven de sus hermanos, cuya muerte se deploraba en los misterios de la samotracia: en vano Chiven decapita a Vinaguyen en los misterios de la India: en vano Tres Compañeros destruyen a Hiram: en vano los fariseos clavan en la cruz al Redentor del mundo. Resucita al tercer día, porque todo renace a la manera del Sol: personifican la idea y tal es la Gran Cruz de la Maestría.
Si meditáis acerca de la historia de Hiram, comprenderéis que es la alegoría de la marcha del Sol en los signos inferiores, durante los tres meses que corren después del equinoccio de otoño, y que son los Tres Conspiradores causas inmediatas de su muerte aparente en el Solsticio de Invierno. Los Tres Meses sucesivos, simbolizan a los Maestros que procuran levantarle, y no lo consiguen hasta que emplean sus esfuerzos combinados, o sean al llegar la Primavera.
Se nos ha perseguido porque enseñamos la Verdad, y nuestros padres acosados como bestias feroces, huyeron de la faz de la Tierra.
¡La "Palabra Sagrada" se perdió, "la Inteligencia, el Logos, el Verbo de Platón" fue ahogado! Los verdaderos patriotas la pidieron inútilmente a las escuelas, a los templos y a los palacios. En los primeros regía la presuntuosa Ignorancia, la falsa ciencia de los teólogos, en los segundos, la Hipocresía; y en los últimos, la Ambición.
Desesperados de hallarla, bajaron a llorar su impotencia en los sepulcros, como iréis el día que recibáis Nuestro Secreto; allí oyeron a los filósofos proscritos, a los verdaderos sabios y masones; e instruidos a su vez, comprendieron la causa de la decadencia y el modo de salvar al linaje humano.
¡Imitad a esos patriotas, y una mano sostenida a la otra, un pie apoyando otro pie, una rodilla a otra rodilla, un hombro a otro, y un corazón enérgico latiendo unísono al de vuestro hermano, sed los Adalides de la Verdad, sacadla de las catacumbas que la encierran, y proclamadla!
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