sábado, 3 de febrero de 2018

EL TEMPLO DE SALOMÓN (EL PRIMER TEMPLO)


 
De acuerdo con la tradición masónica recogida por el H.·. Albert G. Mackey:

«El Templo de Salomón, el "Primer Templo" de los judíos, fue llamado Hekal Jehová para indicar su esplendor y magnificencia, y que había sido destinado para ser la perpetua morada del Señor. Fue el Rey David quien primero propuso sustituir el Tabernáculo nómada por un lugar permanente de adoración para su pueblo; pero aunque él había hecho los arreglos necesarios, y hasta reunido muchos de los materiales, no le fue permitido comenzar la empresa, y la ejecución de la tarea fue dejada a su hijo y sucesor Salomón.

En efecto, dicho monarca colocó las fundaciones del edificio en el cuarto año de su reino, 1012 A.C. (480 años después de la salida de los israelitas de Egipto, en el mes de ziv, que es el segundo mes). De acuerdo con los modernos conceptos del tiempo, sería un 21 de abril, y su terminación, un 23 de octubre. Con la asistencia de su amigo y aliado Hiram, Rey de Tyro, lo completó en cerca de siete años y medio, dedicándolo al servicio del altísimo en 1004 A.C. Éste fue el año del mundo 3000, de acuerdo con la cronología hebrea; y aunque ha habido mucha diferencia entre los cronologistas en relación con la fecha precisa, ésta es la que ha sido generalmente aceptada, y ha sido por lo tanto adoptada por los Masones en sus cálculos de diferentes épocas. El Templo estaba colocado sobre el Monte Moriah, una de las alturas de la Cordillera conocida como Monte Sión, y la cual fue originalmente propiedad de Ornán el Jebusita, quien lo usó como terreno de trilladura, y de quien la adquirió por compra el Rey David con el propósito de erigir un altar sobre él (ver I Crónicas 21, 15-25 y Samuel 24, 16-24).

El Templo retuvo su original esplendor por sólo treinta y tres años. En el año del mundo 3033, Shishak, Rey de Egipto, habiendo hecho la guerra contra Rehoboam, Rey de Judea, tomó Jerusalén y se llevó los más escogidos tesoros. Desde ese tiempo hasta el período de su final destrucción, la historia del Templo no es sino la historia de alternos despojos y de restauraciones, de profanaciones a idolatrías y subsecuentes restauraciones de la pureza del culto. "(Y todas las fundaciones de mi obra crujirán y mis huesos se separarán. El Cuerpo del Maestro ha sido humillado y ultrajado…)".

Ciento trece años después de la conquista del Rey Shishak, Joash, Rey de Judea, recaudó plata para las reparaciones del Templo, y lo restauró a su anterior condición, en el año del mundo 3148.

En el año 3264, Ahaz, Rey de Judea, robó las riquezas del Templo, y se las dio a Tiglath-Pileser, Rey de Asiria, quien se había unido con él en una guerra contra los reyes de Israel y Damasco. Ahaz también profanó el Templo en el culto a ídolos. En el año 3276, Hezekiah, el hijo y sucesor de Ahaz, reparó las porciones del Templo que su padre había destruido y restauró el Culto en su pureza. Pero quince años después fue compelido a entregar los Tesoros del Templo como rescate a Sennacherib, Rey de Asiria, quien había invadido la tierra de Judea. Pero Hezekiah se supone que restauró el Templo después que su enemigo se retiró.

Manasseh, el hijo y sucesor de Hezekiah, cayó en el culto del Sabianismo, y profanó el Templo con la erección de altares a las huestes del cielo, en el año 3306. Manasseh fue luego conquistado por el Rey de Babilonia, quien en el año 3328 lo condujo más allá del Eúfrates. Pero subsecuentemente, arrepintiéndose de sus pecados fue puesto en libertad y habiendo regresado a Jerusalén destruyó los ídolos y restauró el altar de las ofrendas. En el año 3398, en el reino de Jehoiakim, el rey de Caldea, Nabucodonosor, se llevó una parte de los Vasos Sagrados a Babilonia. Siete años después, en el reinado de Jechoniah, éste tomó consigo otra porción y, finalmente en el año 3416, onceavo año del reinado de Zedekiah, éste tomó la ciudad de Jerusalén y destruyó el Templo por completo, llevándose a muchos de sus habitantes como cautivos a Babilonia. El Templo fue originalmente construido sobre una roca muy dura, rodeada de espantosos precipicios. Las fundaciones fueron apostadas muy profundamente, con inmenso trabajo y gastos. Fue rodeado de una pared de gran altura, excedente en su parte más baja 150 pies, construido enteramente de mármol blanco. El cuerpo del Templo era en tamaño mucho menor que muchas de las Iglesias Parroquiales modernas, pues su largo era de 90 pies, incluyendo el Porche 105 pies, y su anchura 30 pies. Su patio exterior, sus numerosas terrazas y la magnificencia de sus decoraciones externas e internas, junto con su elevada posición sobre las casas circunvecinas, era lo que producía esa apariencia de esplendor que atrajo la admiración de todos cuantos los contemplaron, y da un calor de probabilidad a la leyenda que nos dice cómo la Reina de Saba exclamó con admiración cuando el Templo apareció ante sus ojos: "un muy excelente maestro debe haber hecho esto".

El Templo en sí, que consistía en el Porche, el Santuario y el Santo de los Santos, no fue sino una pequeña parte del edificio sobre el Monte Moriah. Estaba rodeado de espaciosos patios, y la entera estructura ocupaba por lo menos media milla de circunferencia.

Al pasar la pared externa se llegaba al primer patio, llamado "el Patio de los Gentiles" porque los Gentiles eran admitidos en él, pero se les prohibía pasar más adelante. Estaba rodeado por una hilera de Pórticos o Claustros, encima de los cuales había galerías o apartamentos sostenidos por pilares de mármol blanco. Pasando a través del Patio de los Gentiles se entraba al "Patio de los Hijos de Israel", el cual estaba separado por una baja pared de piedra y una subida de quince escalones en dos divisiones: la externa, ocupada por las mujeres; y la interna, por los hombres. Aquí los judíos tenían la costumbre de acudir diariamente para hacer las plegarias.

Dentro del Patio de los Israelitas, y separado de él por una pared de un cúbito de alto, está "el Patio de los Sacerdotes". En el centro de este patio estaba el Altar de las Ofrendas, al cual las personas traían sus ablaciones y sacrificios, pero a nadie más que a los Sacerdotes les era permitido entre en él. Desde este patio, doce escalones ascendían hacia el templo estrictamente así llamado, el cual, como ya dijimos, estaba dividido en tres partes: el Porche, el Santuario y el Santo de los Santos. El Porche del Templo era de 20 cúbitos de largo y lo mismo de ancho. A su entrada estaba un Pórtico hecho enteramente de bronce corintio, el más preciado metal conocido de los antiguos. Junto a este Pórtico estaban los dos pilares Jakin y Boaz, que habían sido construidos por Hiram Abiff, el Arquitecto que el Rey de Tyro había enviado a Salomón.

Desde el Pórtico se entraba al Santuario por un Portal, el cual, en lugar de puertas plegadizas, estaba equipado con un magnífico Velo de muchos colores que, místicamente, representaba al Universo. El ancho del Santuario era de 20 cúbitos y su largo de 40, justo el doble del porche, y el Santo de los Santos ocupaba por lo tanto la mitad del cuerpo del Templo. En el Santuario estaban colocados los varios utensilios necesarios para el culto diario del Templo, tales como el Altar de los Perfumes, sobre el cual diariamente quemaban incienso los Sacerdotes oficiantes; los Diez Candelabros decorados y las Diez Mesas sobre las cuales eran puestas antes del sacrificio. El Santo de los Santos o Cámara Intima, estaba separado del santuario por puertas de madera de olivo, ricamente esculpida y embutida con oro, cubierta con velos de azul, púrpura, escarlata y el más fino género de lino. El tamaño del Santo de los Santos era el mismo del porche: 20 cúbitos (20 codos de largo, 20 codos de alto y 20 codos de ancho) Contenía el Arca de la Alianza, que había sido transferida desde el Tabernáculo con sus cubrientes Querubines y su Propiciatorio. En el más Sagrado Lugar, el "Debhir" o "Santo de los Santos", el Gran Sacerdote sólo podía entrar (y ello únicamente una vez al año) e día de Expiación.

El Templo así construido debe haber sido una de las más espléndidas estructuras del mundo antiguo. Para su erección David había recaudado lo que hoy día serían aproximadamente cuatro millones de dólares, y ciento ochenta y cuatro mil seiscientos hombres estuvieron ocupados en su construcción por más de siete años. Después de su terminación fue dedicado por Salomón con plegaria solemne y siete días de fiesta, durante los cuales, una ofrenda de paz de veinte mil bueyes y seis veces ese número de ovejas fue hecha; para consumirla, el Fuego Sagrado descendió del Cielo.

En Masonería, el Templo de Salomón ha jugado una parte sumamente importante, de tal manera que hoy casi todo su simbolismo descansa sobre él, o es derivado de "la casa del Señor" de Jerusalén. Debemos recibir los Mitos y Leyendas que conectan a la Masonería con el Templo, no ya como hechos históricos, sino como Símbolos; y debemos aceptar estas Alegorías y estos Símbolos, porque lo que sus inventores quieren dar realmente a entender y lo que ellos realmente son constituye los fundamentos de una Ciencia y de una Moral trascendentes».

 

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