Uno de los signos que más suele sorprender al recién llegado a la masonería es el grito de alegría, que consiste en esa extraña palabra que se repite tres veces: Huzé, Huzé, Huzé.
Los intérpretes del ritual han dado a menudo explicaciones confusas sobre su significado. Pero en viejos libros tradicionales puede leerse que en el antiguo Egipto se llamaba «Huzé» al báculo que los oficiantes elevaban al cielo en los momentos cumbre de las ceremonias y que hoy pervive en la vara del Maestro de Ceremonias.
El báculo es el Yod de los hebreos, el falo de las religiones antiguas, la imagen del órgano generador de la divinidad a través del cual las semillas creadoras se derraman sobre nosotros. Así, cuando con alegría clamamos «Huzé», lo que estamos pidiendo con todas nuestras fuerzas es que las energías creadoras se establezcan en nuestros vacíos internos, a fin de que construyamos en la tierra con las pesas y medidas con las cuales el Gran Arquitecto del Universo construye en el cielo. Por lo tanto, clamar «Huzé» es recargar nuestro cuerpo de energía de cara a realizar un mejor trabajo en la logia.
Como el objetivo principal de un masón, de un buscador de la Luz, es pulir su piedra bruta, sus imperfecciones en un taller, para después exportar esas mejoras a la sociedad, a su vida profana, lo ideal sería que cada día, al levantarse el Sol (el momento en que los obreros se van al trabajo), clamemos «Huzé, Huzé, Huzé» para recargar nuestro cuerpo de energía y empezar la jornada con fuerza y vigor.
Los intérpretes del ritual han dado a menudo explicaciones confusas sobre su significado. Pero en viejos libros tradicionales puede leerse que en el antiguo Egipto se llamaba «Huzé» al báculo que los oficiantes elevaban al cielo en los momentos cumbre de las ceremonias y que hoy pervive en la vara del Maestro de Ceremonias.
El báculo es el Yod de los hebreos, el falo de las religiones antiguas, la imagen del órgano generador de la divinidad a través del cual las semillas creadoras se derraman sobre nosotros. Así, cuando con alegría clamamos «Huzé», lo que estamos pidiendo con todas nuestras fuerzas es que las energías creadoras se establezcan en nuestros vacíos internos, a fin de que construyamos en la tierra con las pesas y medidas con las cuales el Gran Arquitecto del Universo construye en el cielo. Por lo tanto, clamar «Huzé» es recargar nuestro cuerpo de energía de cara a realizar un mejor trabajo en la logia.
Como el objetivo principal de un masón, de un buscador de la Luz, es pulir su piedra bruta, sus imperfecciones en un taller, para después exportar esas mejoras a la sociedad, a su vida profana, lo ideal sería que cada día, al levantarse el Sol (el momento en que los obreros se van al trabajo), clamemos «Huzé, Huzé, Huzé» para recargar nuestro cuerpo de energía y empezar la jornada con fuerza y vigor.
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