Como voz de los hermanos de la Logia y por extensión de todos los masones esparcidos sobre la faz de la tierra, os damos la bienvenida en la Cámara de Compañero y os manifestamos la sincera alegría por la ganancia que representa tal adhesión para nuestra Orden.
El silencioso trabajo operado en la caverna del corazón del obrero durante el primer tramo del recorrido iniciático, se ve ahora recompensado con su Aumento de Salario.
Es momento de pasar simbólicamente de la receptividad a la acción, del silencio a la palabra, de la quieta contemplación a la labor incesante de invocación, investigación y construcción, aplicándose sin dilación al reconocimiento interno de la misteriosa estrella pentagramática que refulge en el corazón y a la identificación con la letra 'G' que figura en su mismo centro. El cinco es el módulo que sintetiza las enseñanzas del segundo grado, su esencia. Esta idea y las múltiples adaptaciones a que da lugar son guía y síntesis perfecta de este estado.
Podría decirse que el Aumento de Salario representa para el iniciado la apertura cada vez más consciente del pensamiento a la realidad del Ser, lo cual aportará cuantiosos beneficios, pues dejando de ser aquello que uno creía ser (esto es, un amasijo de falsas identidades o egos cuyo único destino es la hoguera), se operará la transmutación de los estados más densos en otros más sutiles, se reconocerá la universalidad de los arquetipos y tras la culminación de la construcción del templo interior, se estará en disposición de salir por su sumidad, "ganando" la conciencia de la Suprema Identidad. Aunque sea paradójico, aumentar de salario es despojarse del error y los condicionamientos y, simultáneamente, experimentar con plenitud la realidad del Ser, para, una vez completada la obra, vivir la "Liberación" final. Ese es el verdadero salario del masón, la recompensa por la labor y el fin que constantemente se actualiza en el eterno presente con el rito de la memoria.
Pero también sabemos que la Iniciación puede contemplarse como un proceso gradual. Al compañero le toca clavar su mirada interior en el Sol, centro del cosmos, del ser, del árbol, reflejo de la luz primera inmaterial; y por ello, en el segundo grado simbólico, se abre ante el iniciado un abanico de posibilidades insospechadas y virginales de Conocimiento, que de comprenderse cabalmente, restituirán la dormida conciencia del “Hombre Verdadero”, preámbulo del “Hombre Universal”.
El obrero ya puede leer en el Libro de la Vida y por eso se le entrega el Universo entero (macro y microcosmos), como objeto de estudio y meditación, y siendo el hombre el sujeto central e intermediario de este Orden, por la misma gracia del Conocimiento, se operará la síntesis de Todo en Uno y Uno en Todo.
Al compañero se le sugieren nuevas puertas de acceso al conocimiento del Sí Mismo, se le brindan todas las Ciencias y Artes sagradas (siendo la Arquitectura una de las más destacadas), como vehículos para aprehender los arcanos del Ser, así como también la posibilidad de encarnar las historias sagradas y ejemplares de los grandes iniciados de todos los tiempos.
A las herramientas propias del aprendiz, esto es, al Mazo, al Cincel y a la Regla, se añaden ahora la Palanca, el Nivel, la Plomada y la Escuadra, y este valiosísimo septenario de útiles aplicados convenientemente sobre la conciencia contribuirán a la edificación del templo universal e interior, bellísimo edificio que, construido según las leyes cosmogónicas emanadas del G.·. A .·. D.·. U.·., hace aparente lo que es absolutamente no Aparente.
Si para el masón el trabajo es el soporte primero con el que se cuenta para la realización espiritual, en el segundo grado simbólico éste adquiere un papel verdaderamente central, deviniendo el rito una actividad esencial para crecer, aprehender, transmutar; en definitiva, para que actualizando la realidad del Ser, experimentar, al nivel que fuese, la verdad suprema del No-Ser. Es por eso que se glorifica al trabajo, pues toda la regeneración que promueve es en pos de la identificación con el Gran Arquitecto.
Querido Hermano, sed bienvenido entre los compañeros, es decir, entre los que comparten el pan, el alimento espiritual que, producido en la entraña de la tierra, nos sustenta en nuestro viaje hacia lo celeste.
Es momento de pasar simbólicamente de la receptividad a la acción, del silencio a la palabra, de la quieta contemplación a la labor incesante de invocación, investigación y construcción, aplicándose sin dilación al reconocimiento interno de la misteriosa estrella pentagramática que refulge en el corazón y a la identificación con la letra 'G' que figura en su mismo centro. El cinco es el módulo que sintetiza las enseñanzas del segundo grado, su esencia. Esta idea y las múltiples adaptaciones a que da lugar son guía y síntesis perfecta de este estado.
Podría decirse que el Aumento de Salario representa para el iniciado la apertura cada vez más consciente del pensamiento a la realidad del Ser, lo cual aportará cuantiosos beneficios, pues dejando de ser aquello que uno creía ser (esto es, un amasijo de falsas identidades o egos cuyo único destino es la hoguera), se operará la transmutación de los estados más densos en otros más sutiles, se reconocerá la universalidad de los arquetipos y tras la culminación de la construcción del templo interior, se estará en disposición de salir por su sumidad, "ganando" la conciencia de la Suprema Identidad. Aunque sea paradójico, aumentar de salario es despojarse del error y los condicionamientos y, simultáneamente, experimentar con plenitud la realidad del Ser, para, una vez completada la obra, vivir la "Liberación" final. Ese es el verdadero salario del masón, la recompensa por la labor y el fin que constantemente se actualiza en el eterno presente con el rito de la memoria.
Pero también sabemos que la Iniciación puede contemplarse como un proceso gradual. Al compañero le toca clavar su mirada interior en el Sol, centro del cosmos, del ser, del árbol, reflejo de la luz primera inmaterial; y por ello, en el segundo grado simbólico, se abre ante el iniciado un abanico de posibilidades insospechadas y virginales de Conocimiento, que de comprenderse cabalmente, restituirán la dormida conciencia del “Hombre Verdadero”, preámbulo del “Hombre Universal”.
El obrero ya puede leer en el Libro de la Vida y por eso se le entrega el Universo entero (macro y microcosmos), como objeto de estudio y meditación, y siendo el hombre el sujeto central e intermediario de este Orden, por la misma gracia del Conocimiento, se operará la síntesis de Todo en Uno y Uno en Todo.
Al compañero se le sugieren nuevas puertas de acceso al conocimiento del Sí Mismo, se le brindan todas las Ciencias y Artes sagradas (siendo la Arquitectura una de las más destacadas), como vehículos para aprehender los arcanos del Ser, así como también la posibilidad de encarnar las historias sagradas y ejemplares de los grandes iniciados de todos los tiempos.
A las herramientas propias del aprendiz, esto es, al Mazo, al Cincel y a la Regla, se añaden ahora la Palanca, el Nivel, la Plomada y la Escuadra, y este valiosísimo septenario de útiles aplicados convenientemente sobre la conciencia contribuirán a la edificación del templo universal e interior, bellísimo edificio que, construido según las leyes cosmogónicas emanadas del G.·. A .·. D.·. U.·., hace aparente lo que es absolutamente no Aparente.
Si para el masón el trabajo es el soporte primero con el que se cuenta para la realización espiritual, en el segundo grado simbólico éste adquiere un papel verdaderamente central, deviniendo el rito una actividad esencial para crecer, aprehender, transmutar; en definitiva, para que actualizando la realidad del Ser, experimentar, al nivel que fuese, la verdad suprema del No-Ser. Es por eso que se glorifica al trabajo, pues toda la regeneración que promueve es en pos de la identificación con el Gran Arquitecto.
Querido Hermano, sed bienvenido entre los compañeros, es decir, entre los que comparten el pan, el alimento espiritual que, producido en la entraña de la tierra, nos sustenta en nuestro viaje hacia lo celeste.
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