El Regius se compone de las siguientes partes:
Fundación de la Masonería en Egipto por Euclides.
Introducción de la Masonería en Inglaterra bajo el reinado
de Adelstonus (rey sajón, 925-939.)
- Los
Deberes: quince artículos.
- Los
Deberes: quince puntos.
- Relato
de los Cuatro Coronados.
- Relato
de la Torre de Babel.
- Las
siete artes liberales.
- Exhortación
sobre la misa y cómo conducirse en la iglesia.
- Instrucción
sobre las buenas maneras.
AQUÍ COMIENZAN LOS ESTATUTOS DEL ARTE DE LA GEOMETRÍA SEGÚN EUCLIDES
Quienquiera que bien desee leer y
buscar, Podrá hallar escrito en un viejo libro De grandes señores y damas la
historia, Que, ciertamente, muchos hijos tenían; Pero no poseían tierras para
vivir de ellas, Ni en la ciudad, ni en los campos o los bosques; Un consejo les
dieron a todos ellos: Para decidir en bien de estos niños, Acerca de cómo
podrían ganarse la vida Sin grandes penurias, cuitas ni luchas; Y también para
la multitud que llegará, Algunos de ellos fueron enviados A buscar grandes
clérigos, Para que les enseñaran buenos oficios; Y nos les rogamos, por el amor
de nuestro Señor, Para que nuestros hijos encontraran trabajo, Y pudieran así
ganarse la vida, De forma honesta y muy segura. Ya en aquellos tiempos, por la
buena geometría, Este honesto oficio que es la masonería Fue ordenado y creado
de tal manera, Concebido por todos estos clérigos; Gracias a sus oraciones
ellos inventaron La geometría.
Y le dieron el nombre de masonería Al
más honrado de todos los oficios.
Los hijos de estos señores se aplicaron
En el aprendizaje del oficio de la geometría, Lo cual hicieron muy
cuidadosamente; La oración de los padres, y también de las madres, Les puso en
este honrado oficio, Y aquel que mejor lo aprendía, y era honesto, Y superaba
en atención a sus compañeros, Si en este oficio les aventajaba, Debía ser más
honrado que el último.
Este gran clérigo se llamaba Euclides,
Su nombre era conocido en todo el mundo.
Pero este gran clérigo ordenó A quien
más elevado estaba en este grado, Que debía enseñar a los más simples de
espíritu Para ser perfecto en este honrado oficio; Y así debían instruirse el
uno al otro, Y amarse juntos como hermano y hermana.
También ordenó que Maestro debía ser
llamado; A fin de que fuera más honrado, Debía ser así entonces tratado; Pero
jamás masones deben llamar a otro, En el seno del oficio entre ellos, Ni
sujeto, ni servidor, mi querido hermano, Aunque sea menos perfecto que otro;
Cada uno llamará a los demás compañeros con amistad, Pues de nobles damas han
nacido.
De esta forma, por la buena ciencia de
la geometría, Comenzó el oficio de la masonería; Así fundó el clérigo Euclides,
Este oficio de geometría en tierras de Egipto.
En Egipto a todos lo enseñó, Y en
distintos países de todas partes, Durante muchos años, según he oído, Antes de
que el oficio llegara a este país.
*
* *
Este oficio llegó a Inglaterra, como os
he dicho, En los días del buen rey Adelstonus; Hizo entonces construir muchas
casas en el bosque, Y altos templos de gran renombre, Para gozar de ellos día y
noche.
Este buen señor amaba mucho el oficio,
Y quiso mejorar todas sus partes, Por las muchas faltas que en él encontró.
Envió a través del país Decir a todos
los masones del oficio, Venir a él sin tardanza, Para enmendar juntos tales
defectos Con buenos consejos, si fuera posible.
Un buen grupo reunió entonces De
diversos señores, en su rango, Duques, condes y también barones, Caballeros,
escuderos y muchos otros, Y los grandes burgueses de la ciudad, Cada uno en su
propio rango; Allí estaban todos juntos, Para fundar el estatuto de los
masones.
Con todo su espíritu buscaban Cómo
podrían ser gobernados; Quince artículos quisieron producir, Y otros quince
puntos fueron creados.
AQUÍ COMIENZA EL ARTÍCULO PRIMERO
El primer artículo de esta geometría:
El maestro masón debe ser digno de
confianza A la vez constante, leal y sincero, Y jamás tendrá nada que lamentar;
Y pagará a sus compañeros según el coste De las vituallas, que tú bien conoces;
Y págales justamente, y de buena fe, Lo que puedan merecer; Y evita, por amor o
por temor, Que ninguna de las partes acepte ventajas, Ni del señor ni del
compañero, sea cual sea, De ellos no aceptes ningún tipo de prebendas; Y como
un juez mantente íntegro.
Y entonces a ambos harás buen derecho;
Y en verdad haz esto allá donde te encuentres, Tu honor, tu provecho, será el
mejor.
ARTÍCULO SEGUNDO
El segundo artículo de buena masonería,
Como vos debéis entender especialmente, Que todo maestro, que sea masón, Debe
asistir a la asamblea general, Para lo cual le será comunicado El lugar en que
se celebrará.
Y a esta asamblea debe acudir, Salvo si
hay una excusa razonable, O sea desobediente al oficio, O se abandone a la
mentira, O esté tan gravemente enfermo Que no pueda venir a ella; Ésta es una
excusa buena y válida, Para esta asamblea, si es sincera.
ARTÍCULO TERCERO
En verdad, el tercer artículo es Que el
maestro no tome aprendiz, Salvo si puede asegurarle alojamiento Con él por
siete años, como os digo, Para aprender su oficio, y que le sea de provecho; En
menos tiempo no será apto Ni provechoso para su señor, ni para él, Como podéis
comprender por buena razón.
ARTÍCULO CUARTO
El cuarto artículo éste debe ser, Que
el maestro debe vigilar, En no tomar a un siervo como aprendiz, Ni embaucarle
por su propio bien; Pues el señor al que está ligado Bien puede buscar aprendiz
donde quiera.
Si en la logia fuera enseñado Mucho
desorden podría causar, Y en tal caso podría ocurrir Que algunos se
entristecieran, o todos.
Pues todos los masones que serán Todos
unidos estarán.
Si un siervo en el oficio permaneciese,
De diversos desórdenes os podría hablar: Para tener paz, y honestidad, Tomad un
aprendiz de mejor condición.
En un antiguo escrito encuentro Que el
aprendiz debe ser de noble nacimiento; Y así, muchas veces, hijos de grandes
señores Han adoptado esta geometría, que es muy buena.
ARTÍCULO QUINTO
El quinto artículo es muy bueno, Que el
aprendiz sea de legítimo nacimiento; El maestro no debe, bajo ningún pretexto,
Tomar un aprendiz que sea deforme; Ello significa, como veréis, Que todos sus
miembros estén enteros; Para el oficio sería gran vergüenza, Formar a un hombre
estropeado, o a un cojo, Pues un hombre imperfecto de nacimiento Sería poco
útil al oficio.
Cada uno puede comprenderlo, El oficio
quiere hombres potentes, Y un hombre mutilado no tiene fuerza, Como sabéis
desde hace tiempo.
ARTÍCULO SEXTO
Al sexto artículo no debéis faltar, Que
el maestro no perjudique a su señor, Tomando del señor para el aprendiz, Tanto
como reciben sus compañeros, en todo, Pues en este oficio se han perfeccionado,
Pero aún no el aprendiz, como comprenderéis, Así que sería contrario a la buena
razón Dar igual salario a él y a los compañeros. Este mismo artículo, en tal
caso, Ordena que el aprendiz gane menos Que sus compañeros, que son perfectos.
En diversos puntos, sabed en cambio, Que el maestro puede instruir a su
aprendiz, Para que su salario crezca rápidamente, Y antes de que haya terminado
su aprendizaje Su salario habrá en mucho mejorado.
ARTÍCULO SÉPTIMO
El séptimo artículo, que ya está aquí,
Os dirá a todos vosotros, Que ningún maestro, ni por favor ni por miedo, Debe
vestir o alimentar a ningún ladrón. Jamás albergará a ninguno de ellos, Ni a
quien haya matado a un hombre, Ni a quien tenga mala reputación, Pues traerá
vergüenza al oficio.
ARTÍCULO OCTAVO
El octavo artículo nos muestra Lo que
el maestro tiene derecho a hacer. Si emplea a un hombre del oficio, Y no es tan
perfecto como debiera, Puede sin tardanza reemplazarlo, Y tomar en su lugar a
un hombre más perfecto. Por imprudencia, un hombre así Podría deshonrar el
oficio.
ARTÍCULO NOVENO
Muy bien muestra el noveno artículo Que
el maestro debe ser fuerte y sabio; Que no emprenda ninguna obra Que no pueda
acabar y realizar; Y que sea provechoso a sus señores, Así como a su oficio,
allí donde vaya. Y que las obras estén bien construidas, Para que ni fisuras ni
brechas haya.
ARTÍCULO DÉCIMO
El décimo artículo sirve para hacer
saber, A todos los del oficio, grandes o modestos, Que ningún maestro debe a
otro suplantar, Sino estar juntos como hermana y hermano. En este oficio
singular, todos, unos y otros, Trabajan para un maestro masón. No debe él
suplantar a ningún hombre Que encargado esté de un trabajo. El castigo por ello
es muy duro, No vale menos de diez libras, A menos que sea hallado culpable
Aquel que primero tenía el trabajo. Pues ningún hombre en masonería Debe
suplantar a otro impunemente, Salvo si de tal manera ha construido Que la obra
se reduce a nada; Puede entonces un masón pedir este trabajo, Para no
perjudicar al señor; En tal caso, si ocurriera, Ningún masón se opondría. En
verdad, quien ha comenzado las obras, Si es un masón hábil y sólido, Tiene la
seguridad en su espíritu De llevar la obra a buen fin.
ARTÍCULO UNDÉCIMO
El undécimo artículo, te lo digo yo, Es
a la vez justo y libre; Pues enseña, con firmeza, Que ningún masón debe
trabajar de noche, A menos de dedicarse al estudio, Por el cual podrá mejorar.
ARTÍCULO DUODÉCIMO
El duodécimo artículo es de gran
honradez Pues todo masón, allá donde se encuentre, No debe despreciar el
trabajo de sus compañeros Si quiere mantener su honor; Con honestas palabras lo
aprobará, Gracias al espíritu que Dios le ha dado; Pero mejorándolo con todo tu
poder, Sin ninguna duda entre los dos.
ARTÍCULO DECIMOTERCERO
El artículo trece, que Dios me ayude,
Es que si el maestro tiene un aprendiz, Le enseñará de manera completa, Para
que muchas cosas pueda aprender Y así mejor conozca el oficio, Allí donde vaya
bajo el sol.
ARTÍCULO DECIMOCUARTO
El artículo catorce, con buenas
razones, Muestra al maestro cómo actuar; No debe tomar aprendiz A menos de
tener diversas tareas por cumplir, Para que pueda, mientras duren, Aprender
mucho de él.
ARTÍCULO DECIMOQUINTO
El decimoquinto artículo es el último;
Pues para el maestro es un amigo; Le enseña que hacia ningún hombre Debe
adoptar un falso comportamiento, Ni seguir a sus compañeros en el error, Por
muchos bienes que pueda conseguir; Ni permitir que hagan falsos juramentos, Por
cuidado de sus almas, So pena de atraer la vergüenza al oficio, Y sobre sí
mismo una severa culpa.
DIVERSOS ESTATUTOS
En esta asamblea otros puntos fueron
adoptados, Por grandes señores, y también maestros, Que el que quiera conocer
este oficio y abrazarlo, Debe amar a Dios y a la santa Iglesia siempre, Y a su
maestro también, por lo que es, Allá donde vaya, por campos y bosques, Y ama
también a tus compañeros, Pues es lo que tu oficio quiere que hagas.
PUNTO SEGUNDO
El segundo punto os voy a decir, Que el
masón trabaje el día laborable Tan concienzudamente como pueda, A fin de
merecer su salario el día de descanso, Pues quien verdaderamente ha hecho su
trabajo Merece tener su recompensa.
PUNTO TERCERO
El tercer punto debe ser severo Con el
aprendiz, sabedlo bien, El consejo de su maestro debe guardar y ocultar, Y el
de sus compañeros, de buen talante; De los secretos de la cámara a nadie
hablará, Ni de la logia, se haga lo que se haga; Aunque creas que debes
hacerlo, A nadie digas dónde vas; Las palabras de la sala, y también las del
bosque, Guárdalas bien, por tu honor, De lo contrario sobre ti el castigo
caerá, Y al oficio grande vergüenza traerás.
PUNTO CUARTO
El cuarto punto nos enseña, Que ningún
hombre a su oficio será infiel; Error alguno le entretendrá Contra el oficio,
pues a él renunciará, Y ningún perjuicio causará A su maestro, ni a su
compañero; Y aunque el aprendiz sea tratado con respeto, Siempre está sometido
a la misma ley.
PUNTO QUINTO
El quinto punto es, sin duda, Que
cuando el masón cobre su paga Del maestro, que él atribuya, Humildemente
aceptada debe ser; Sin embargo justo es que el maestro, Antes del mediodía, le
advierta formalmente Si no tiene intención de emplearle, Como antaño se
acostumbraba hacer; Contra esta orden no puede rebelarse, Si reflexiona bien,
es en su interés.
PUNTO SEXTO
El sexto punto debe ser bien conocido,
De todos, grandes y modestos, Pues un tal caso puede ocurrir; Que entre algunos
masones, si no todos, Por envidia u odio mortal, Estalle una gran pelea.
Entonces debe el masón, si puede, Convocar a ambas partes un día fijado; Pero
este día no harán las paces, Antes de finalizar la jornada de trabajo; Un día
de permiso debéis encontrar Para dar oportunidad a la reconciliación, Por temor
a que siendo un día laborable La disputa les impida trabajar; Haced de manera
que acabe la riña, Para que permanezcan en la ley de Dios.
PUNTO SÉPTIMO
El séptimo punto bien podría decir,
Como tan larga es la vida que el Señor nos da, Y así claramente se reconoce,
Que no yacerás con la mujer de tu maestro, Ni de tu compañero, de ninguna
manera, Bajo pena de incurrir en el desprecio del oficio; Ni con la concubina
de tu compañero, Así como no querrías que lo hiciera con la tuya. El castigo
por ello, sábelo bien, Es permanecer de aprendiz por siete años completos,
Quien falte a una de estas prescripciones Debe ser entonces castigado; Pues
gran preocupación podrá nacer De tan odioso pecado mortal.
PUNTO OCTAVO
El octavo punto es, seguro, Que aunque
algún cargo hayas recibido, A tu maestro queda fielmente sometido, Pues jamás
lamentarás este punto; Un fiel mediador debes ser Entre tu maestro y tus
compañeros libres; Haz lealmente cuanto puedas Hacia ambas partes, y ésta es
buena justicia.
PUNTO NOVENO
El noveno punto se dirige a aquel Que
es el intendente de nuestra sala; Si os encontráis juntos en la cámara Servios
uno al otro con calmada alegría; Gentiles compañeros, debéis saberlo, Cada uno
ha de ser intendente por turnos, Semana tras semana, sin ninguna duda, Todos a
su vez intendentes deben ser, Para servirse unos a otros, amablemente, Como si
fueran hermano y hermana; Nadie se permitirá los gastos de otro, Ni se librará
de ellos en su beneficio, Pues cada hombre tendrá la misma libertad En este
cargo, como debe ser; Mira de pagar siempre a todo hombre A quien hayas
comprado las vituallas, A fin de que no te haga ninguna reclamación, Ni a tus
compañeros, en cualquier grado; A todo hombre o mujer, sea quien sea, Paga bien
y honestamente, así lo queremos; A tus compañeros darás cuenta exacta Del buen
pago que has hecho, Por temor a meterles en un aprieto, Y de exponerles a la
vergüenza. Siempre cuentas debes dar De todos los bienes adquiridos, De los
gastos que hagas en bien de tus compañeros, Del lugar, las circunstancias y el
uso; Estas cuentas debes dar Cuando te lo pidan tus compañeros.
PUNTO DÉCIMO
El décimo punto muestra la buena vida,
Cómo vivir sin preocupaciones ni peleas; Si el masón lleva una mala vida, Y en
su trabajo no es honrado, Y busca malas excusas, Injustamente podrán a sus
compañeros difamar, Y por tales infames calumnias Atraer la vergüenza sobre el
oficio. Si así a éste deshonra, No le debéis favor alguno, Ni mantenerle en su
mala vida, Por miedo a caer en fracaso y conflicto; Pero no le deis plazo
alguno Hasta no haberle citado A comparecer dónde bien os parezca; En el lugar
acordado, de grado o por fuerza, A la próxima asamblea le convocaréis, Para
comparecer ante sus compañeros; Y si rechaza allí acudir, Se le hará renunciar
al oficio; Castigado será según la ley Que fue establecida en los tiempos
antiguos.
PUNTO UNDÉCIMO
El undécimo punto es de buena
discreción, Como podréis comprender por buena razón; Un masón que conoce bien
su oficio, Que a su compañero ve tallar una piedra, Y que a punto está de
romperla, Ha de cogerla tan pronto pueda, Y mostrarle cómo corregirla; Para que
la obra del señor no se estropee, Muéstrale dulcemente cómo corregirla, Con
buenas palabras, que Dios te guarde; Por el amor de quien mora en lo alto, Con
dulces palabras nutre su amistad.
PUNTO DUODÉCIMO
El duodécimo punto es de gran
autoridad, Allí donde la asamblea se celebrará, Habrá maestros, y compañeros
también, Y otros muchos grandes señores; Estará el juez de la comarca, Y
también el alcalde de la villa, Y habrá caballeros y escuderos, Y además
magistrados, como veréis; Todas las ordenanzas que allí se adopten Se han
acordado para ser respetadas; Contra cualquier hombre, sea quien sea, Que
pertenezca al oficio bello y libre, Si alguna querella hace contra ellas,
Detenido será y puesto a vigilar.
PUNTO DECIMOTERCERO
El decimotercer punto requiere de toda
nuestra voluntad, Él jurará no robar jamás, Ni ayudar a quien trabaje en este
mal oficio, Por ninguna parte de su botín, Saberlo debes, o pecarás, Ni por su
bien, ni por el de su familia.
PUNTO DECIMOCUARTO
El decimocuarto punto es ley excelente
Para aquel que bajo su temor esté; Un buen y verdadero juramento debe prestar,
A su maestro y compañeros que aquí están; También fiel debe ser, y constante, A
todas las ordenanzas, vaya donde vaya, Y a su señor leal al rey, Por encima de
todo ha de ser fiel. Sobre todos estos puntos Debes tú prestar juramento; Y el
mismo prestarán todos Los masones, por las buenas o por las malas, Sobre todos
estos puntos, Así lo establece una excelente tradición. Y de cada hombre
averiguaran Si los pone bien en práctica, O si alguien es reconocido culpable
Sobre uno de estos puntos en particular; Que se le busque, sea quien sea, Y que
sea llevado ante la asamblea.
PUNTO DECIMOQUINTO
El decimoquinto punto es excelente
tradición, Para aquellos que han prestado juramento A esta ordenanza, llevada a
la asamblea De grandes señores y maestros, como se ha dicho; Para los
desobedientes, yo lo sé, A la presente constitución, Y a los artículos que han
sido promulgados, Por grandes señores y masones juntos, Y siendo sus faltas
probadas Ante esta asamblea, con celeridad, Y si no quieren corregirse, Deberán
entonces abandonar el oficio, Y jurar jamás volver a ejercerlo. Salvo si
aceptan enmendarse, Jamás tomarán parte en él; Y si se negaran a ello, El juez
sin tardanza los detendrá, Y en un calabozo profundo los encerrará, A causa de
su trasgresión, Y confiscará sus bienes y su ganado En provecho del rey, en su
totalidad, Y tanto tiempo allí les dejará Como plazca a nuestro amado rey.
EL ARTE DE LOS CUATRO CORONADOS
Oremos ahora al Dios Omnipotente, Y a
su radiante madre María, A fin de que podamos seguir estos artículos Y los
puntos, todos juntos, Como hicieron los cuatro santos mártires, Que en este
oficio tuvieron gran estima; Fueron ellos tan buenos masones Como pueda
hallarse sobre la tierra, Escultores e imagineros también eran, Por ser de los
obreros mejores, Y en gran estima el emperador los tenía; Deseó éste que
hicieran una estatua Que en su honor se venerara; Tales monumentos en su tiempo
poseía Para desviar al pueblo de la ley de Cristo.
Pero ellos firmes permanecieron en la
ley de Cristo, Y sin compromisos en su oficio; Amaban bien a Dios y a su enseñanza,
Y se habían volcado a su servicio para siempre. En aquel tiempo fueron hombres
de verdad, Y rectamente vivieron en la ley de Dios; Ídolos se negaron a erigir,
Y por muchos beneficios que pudieran reunir; No tomaron a este ídolo por su
Dios Y rechazaron su construcción, pese a su cólera; Por no renegar de su
verdadera fe Y creer en su falsa ley, Sin demora el emperador los hizo detener,
Y en una profunda cárcel los encerró; Más cruelmente les castigaba, Más en la
gracia de Dios se regocijaban. Viendo entonces que nada podía Les dejó ir a la
muerte; Quien lo desee, en el libro puede leer De la leyenda de los santos, Los
nombres de los cuatro coronados. Su fiesta es bien conocida por todos, El
octavo día tras Todos los Santos.
* * *
Escuchad lo que he leído, que muchos
años después, con gran espanto, El diluvio de Noé fue desencadenado, La torre
de Babilonia comenzó a erigirse, La más grande obra de cal y piedra Que jamás
hombre alguno haya visto; Tan alta y grande fue pensada Que siete mil su altura
sombra arrojaba; El rey Nabucodonosor la hizo construir Tan potente para la
defensa de sus hombres, Que si un tal diluvio ocurriera La obra sumergir no
pudiera; Pero tan fiero orgullo tenían, y tanta jactancia, Que todo el trabajo
se perdió; Un ángel les castigó sus lenguas dividiendo, Y así nunca más uno al
otro se comprendieron.
* * *
Muchos años más tarde, el buen clérigo
Euclides El oficio de geometría enseñó por el mundo, Y en este tiempo hizo
también Diversos oficios en gran número. Por la alta gracia del Cristo en el
cielo Las siete ciencias fundó.
Gramática es la primera, lo sé,
Dialéctica la segunda, me congratulo, Retórica la tercera, que no se niegue,
Música la cuarta, os lo digo, Astronomía es la quinta, por mis barbas,
Aritmética la sexta, sin duda alguna, Geometría la séptima, y cierra la lista,
Pues es muy humilde y cortés.
En verdad, la Gramática es la raíz,
Todos la aprenden en el libro; Pero el arte supera este nivel, Como del árbol
el fruto es mejor que la raíz; La Retórica mide un lenguaje esmerado, Y la
Música es un suave canto; La Astronomía da el nombre, querido hermano, La
Aritmética demuestra que una cosa es igual a otra, La Geometría es la ciencia
séptima, Y distingue la verdad de la mentira, lo sé; Quien de estas siete
ciencias se sirva, Bien puede ganar el cielo.
* * *
Ahora, mis queridos hijos, tened buen
espíritu Para apartar el orgullo y la codicia, Y aplicaos a bien juzgar, Y a
bien conducíos, allá donde estéis.
Os pido ahora mucha atención, Pues esto
debéis saber, Pero mucho mejor aún Que como aquí está escrito. Si para ello te
falta inteligencia, Pide a Dios que te la conceda; Pues el mismo Cristo nos
enseña Que la santa iglesia es la casa de Dios, Y no para otra cosa está hecha
Sino para orar, como la Escritura nos dice; Es allí donde el pueblo debe
congregarse Para orar y llorar sus pecados.
Trata de no llegar tarde a la iglesia,
Por haber tenido en la puerta palabras libertinas; Cuando a ella estés en
camino Ten en la mente en todo instante Venerar a tu señor Dios día y noche,
Con todo tu espíritu, y toda tu fuerza. Al llegar a la puerta de la iglesia
Tomarás un poco de agua bendita, Pues cada gota que toques Limpiará un pecado
venial, sábelo cierto.
Pero antes debes descubrir tu cabeza,
Por el amor de aquel que murió en la cruz. Cuando entres en la iglesia, Eleva
hacia Cristo tu corazón; Alza entonces los ojos a la cruz, Y arrodíllate sobre
las dos rodillas; Ora entonces para que Él te ayude a obrar Según la ley de la
santa iglesia, Y a guardar los diez mandamientos Que Dios a todos los hombres
legó.
Y ruégale con voz dulce Que te libre de
los siete pecados, A fin de que en esta vida puedas Mantenerte lejos de
preocupaciones y querellas; Y que te dé además la gracia Para un lugar
encontrar en la beatitud del cielo.
En la santa iglesia abandona las
palabras frívolas Del lenguaje lascivo, y las bromas obscenas, Y deja de lado
toda vanidad, Y di tu Padre Nuestro y tu Ave; Vigila de no hacer ruido, Mas
estate siempre en oración; Pero si no quieres rezar, No molestes al prójimo de
ninguna manera. En este lugar no estés ni de pie ni sentado, Sino en el suelo
bien arrodillado, Y cuando yo lea el Evangelio, Álzate, sin apoyarte en los
muros, Y persígnate si sabes hacerlo Cuando se entone el gloria tibi; Y cuando
acabe la lectura, De nuevo puedes arrodillarte, Y caer sobre tus dos rodillas,
Por amor a quien a todos nos ha redimido;
Y cuando oigas sonar la campana Que anuncia el santo sacramento, Debéis
arrodillaos, jóvenes y viejos, Y elevar las manos al cielo, Para entonces decir
en esta actitud, En voz baja y sin hacer ruido: "Señor Jesús, sé
bienvenido, En forma de pan, como te veo, Ahora Jesús, por tu santo nombre,
Protégeme del pecado y de la culpa; Dame la absolución y la comunión, Antes de
que me vaya de aquí, Y sincero me arrepiento de mis pecados, A fin, Señor, de
que jamás muera en este estado, Y tú,
que de una virgen has nacido, No sufras porque me haya perdido; Mas cuando de
este mundo haya partido, Otórgame la beatitud sin fin; ¡Amén! ¡Amén! ¡Así sea!
Y ahora, dulce dama, orad por mí".
He aquí lo que has de decir, o algo
parecido, Cuando te arrodilles ante el sacramento. Si buscas tu bien, no
ahorres nada Para venerar a quien todo lo ha creado; Pues para un hombre es un
día de alegría, Que una vez ese día pueda verle; Es algo tan precioso, en
verdad, Que nadie puede ponerle precio, Pues tanto bien hace esta visión.
Como dijo san Agustín muy justamente,
El día en que veas el cuerpo de Dios, Poseerás estas cosas, con toda seguridad:
Comer y beber lo suficiente, Nada ese día te faltará; Los juramentos y vanas
palabras, Dios también te perdonará; La muerte sufrida ese mismo día En
absoluto la has de temer; Y tampoco ese día, te lo prometo, Perderás la vista;
Y cada paso que entonces des, Para ver esta santa visión, Será contado a tu
favor, Cuando de ello tengas necesidad; Este mensajero que es el ángel Gabriel
Exactamente los conservará.
Tras esto, ahora puedo pasar A hablar
de otros beneficios de la misa; Ven entonces a la iglesia, si puedes, Y oye
misa cada día; Si no puedes acudir a la iglesia, Allí donde estás trabajando,
Cuando oigas sonar la misa, Ora a Dios en el silencio de tu corazón, Para que
te dé parte en este servicio Que en la iglesia se celebra.
* * *
Quiero además enseñarte, Y a tus
compañeros, oíd esto, Cuando ante un señor te presentes, En una casa, en el
bosque o en la mesa, La capucha o el gorro debes quitarte, Antes de estar
frente a él; Dos o tres veces, sin duda, Ante el señor debes inclinarte;
Doblarás también la rodilla, Y tendrás así salvo tu honor.
No te pongas el gorro o la capucha
Hasta que te dé permiso. Todo el tiempo que hables con él El mentón alto con
franqueza y amabilidad mantén; Así, como el libro te enseña, Mírale a la cara
con gentileza. Tus pies y manos ten tranquilos, Sin rascarte, ni tropezar, sé
hábil; Evita también escupir y sonarte la nariz, Espera a estar solo para
ello, si quieres ser sabio y discreto,
Gran necesidad tienes de gobernarte.
Cuando entres en la sala, Entre
personas bien nacidas, buenos y corteses, No presumas de nada, Ni de
nacimiento, ni de tu saber, Ni te sientes ni te apoyes, Es el signo de una
buena y apropiada educación. No te dejes llevar en tu conducta, En verdad la
buena educación salvará la situación. Padre y madre, sean quienes sean, Digno es
el hijo que actúa dignamente, En la sala, en la cámara, donde te encuentres;
Las buenas maneras hacen al hombre.
Presta atención al rango de tu prójimo,
Para dirigirle la reverencia que conviene; Evita saludar a todos a la vez,
Excepto si les conoces. Cuando a la mesa sentado estés, Come con gracia y
decoro; Vigila que tus manos estén limpias, Y que tu cuchillo sea cortante y
afilado, Y no cortes más pan para la vianda Que aquel que puedas comer; Si así
actúas junto a un hombre de rango superior, Bien entonces harás.
Déjale que se sirva primero la comida,
Antes de tocarla tú. No cojas el mejor trozo, Aunque él te lo indique; Mantén
las manos limpias y decentes, Para no tener que usar la servilleta; No la uses
para sonarte las narices, Ni te limpies los dientes en la mesa; Ni mojes mucho
los labios en la copa, Aunque tengas mucha sed; Esto te haría lagrimear, Lo
cual no es demasiado cortés.
Mira de no tener la boca llena Cuando
vayas a hablar o a beber; Si ves que alguien bebe Escuchando tus palabras, Interrumpe
pronto tu historia, Para que beba el vino o la cerveza. Vigila además de no
ofender a nadie, Por achispado que esté; Y de ninguno murmures Si quieres
salvar tu honor; Pues lanzar tales palabras En molesta situación te pondrían.
Retén tu mano en el puño Para evitar
decir: "si lo hubiera sabido", En un salón entre bellas damas, Ata tu
lengua y sé todo ojos; No rompas en carcajadas, Ni armes jaleo como un bellaco.
No bromees si no es con tus semejantes, Y no cuentes a todos lo que has oído;
Ni te vanaglories de tus actos, En broma o por interés; Con bellos discursos
puedes realizar tus deseos, Pero también los puedes echar a perder.
Cuando te encuentres a un hombre de
valor, No debes llevar gorro o capuchón; En la iglesia, el mercado o el
pórtico, Salúdale según su rango. Si andas con alguien de un rango Superior al
tuyo, Ves por detrás de él, Pues esto es de buena educación y sin falta.
Cuando él hable, estate tranquilo,
Cuando acabe, di lo que quieras, En tus palabras sé discreto, Y a lo que diga
presta atención; Pero no interrumpas su historia, Aunque sea debida al vino, o
a la cerveza. Que Cristo entonces, por su gracia celestial, Os conceda el
espíritu y el tiempo, Para comprender y leer este libro, A fin de obtener en
recompensa el cielo.
¡Amén! ¡Amén! ¡Así sea!
Digamos todos, por caridad.
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